La violencia hacia las trabajadoras sexuales ha encontrado nuevas formas: videos que las muestran en espacios públicos simplemente existiendo, paradas o sentadas o incluso, mientras ejercen su trabajo. Videos que son publicados en redes sociales, como TikTok o X (antes Twitter), sin su consentimiento y que ponen en riesgo su privacidad, su integridad y hasta su seguridad personal.
“Ya se han hecho virales algunos que otros videos. Gracias a Dios, no he salido en ninguno de ellos, pero pues sí, tengo ese miedito de que vaya a salir en alguno”, dice Isabel (nombre ficticio).
Cuentan que se dieron cuenta de estos videos porque se viralizaron.
Muchas mujeres ejercen el trabajo sexual desde el anonimato, ocultan su identidad con cubrebocas y seudónimos, y sus familias desconocen a qué se dedican, por lo que viven con el miedo de que uno de esos videos revele su identidad.
Natalia Martinez, integrante de Lady Meche -una colectiva que nació en 2014, resultado de una práctica comunitaria de trabajo social en la UNAM-, explica que la exposición virtual no consentida se considera un acto de violencia pues “vulnera su derecho a la seguridad y el respeto en el espacio público, además de perpetuar el ciclo de violencia y exclusión social”.
“No es nada más por el morbo o el exhibirnos aquí, sino que ya se meten a nuestra vida personal porque he visto que suben fotos hasta de sus parejas o de sus niños y familiares…”, señala Diana, trabajadora sexual.
Para quienes forman parte de Lady Meche, las descripciones y portadas de los videos son estigmatizantes y denigrantes. Las trabajadoras sexuales añaden que la publicación de videos no se limita a exhibirlas, sino que enfrentan la posibilidad de que quienes graban o ven estos contenidos las identifiquen en redes sociales y encuentren a sus familiares o amigos.
En plataformas como Telegram se ofertan videos de índole más explícita que los clientes graban a escondidas haciendo uso de cámaras ocultas (en lentes, plumas). Quienes graban venden los videos o generan una gran cantidad de vistas en redes sociales.

Limitantes para denunciar este tipo de violencia
La Ley Olimpia -un conjunto de reformas a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y al Código Penal Federal aprobada en 2021 – tiene como objetivo sancionar delitos que violen la intimidad sexual de las personas a través de medios digitales.
Quienes difunden y graban este tipo de contenidos sin consentimiento pueden recibir penas de hasta seis años de prisión.
Sin embargo, cuando no hay un contenido sexual en los videos, y se les muestra únicamente de espaldas o caminando, técnicamente no se infringe ninguna norma. Inclusive dentro de la red social es difícil denunciar este tipo de cuentas y videos pues no existe una opción para reportarlos.
“Anteriormente en lo que era Twitter, igual, había fotos igual de varias, yo encontré unas mías, yo las denuncié y esas sí las borraron. Pero en TikTok ya no se pudo”, dice Diana, trabajadora sexual.
Según Aurora Cruz, estudiante de derecho e integrante de Lady Meche, muchas no se atreven a denunciarlas grabaciones ante las autoridades por temor a que en las mismas instituciones se les revictimice.
Mariana, otra trabajadora sexual, dice que aunque se detenga a quienes las graban, vuelven a salir y grabarlas al poco tiempo “al fin de cuentas con un refresco (soborno) ya salieron” explica.
Estigmas y prejuicios
Elena Garcia, academica de la UNAM y cofundadora de Lady Meche, explica que son varios los prejuicios y estigmas que envuelven el trabajo sexual.
El principal que señala es que se le considera un “trabajo fácil” e “inmoral”, sin embargo, explica que este prejuicio ignora el contexto y la violencia que enfrentan las mujeres al ejercer esta actividad.
“Nos pasan a gritar que somos unas cualquiera. Y pues creo que se ha escuchado mucho eso de que este trabajo es muy fácil. Pero pues no, en realidad nadie sabe lo que uno pasa adentro de un cuarto”, dijo Alba, otra trabajadora sexual entrevistada.

Karina, trabajadora social y cofundadora de Lady Meche agrega que se les deshumaniza. ”Una de ellas me dijo una vez: ‘Es que nosotras somos aquí como una vagina con pies’, y cita a Marcela Lagarde, antropóloga y representante del feminismo latinoamericano: “Una de las claves para erradicar o disminuir la violencia es visibilizar, dejar de verla como un problema individual sino como un problema estructural y cultural” esto permite que la violencia se deje de normalizar o atribuirla a su actividad.
El arte como forma de protesta y visibilización
Lady Meche nació como resultado de una práctica comunitaria de trabajo social donde estudiantes de la UNAM pudieron identificar problemas y necesidades de mujeres trabajadoras sexuales por medio de actividades que permitían la escucha, como talleres de decorado de uñas.
Actualmente Lady Meche impulsa el proyecto Las calles también son nuestras, que busca que las trabajadoras sexuales puedan expresar y plasmar sus vivencias a través del arte

El “también” dentro del nombre del proyecto, hace referencia a que si bien las mujeres habitan y pasan la mayor parte de sus días en calles de la Merced, pareciera que el espacio no es de ellas.
El arte permite que las mujeres puedan compartir experiencias sensibles sin ser revictimizadas o que pasen por un dolor innecesario, sus sentires se quedan en el arte que crean y no con ellas.
Para las trabajadoras sexuales que han podido participar en las diferentes actividades de la colectiva, crear y expresarse han servido como una forma de distraerse de su trabajo diario y sentirse escuchadas.
“Nadie se preocupa como tal por nosotras, mucha gente pasa, nos mal miran, las mujeres nos mal miran y los hombres crean un sentimiento morboso, pero es importante que nos tomen en cuenta”, dice Alba.

