Sahian Dávila es una bailarina y gestora cultural de 28 años de edad que ha vivido desde niña en Tláhuac. Cuando estudiaba danza contemporánea en la Academia de la Danza Mexicana del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), se dio cuenta que la zona donde siempre había vivido carecía de espacios culturales.
“Identifiqué que no tenía un espacio cerca en donde ir a ver obras de danza o en donde ir a ver una exposición o en donde tener como esta retro artística”.
Sahian Dávila, directora de Dadá, espacio cultural.
“Identifiqué que no tenía un espacio cerca en donde ir a ver obras de danza o en donde ir a ver una exposición o en donde tener como esta retro artística (…) Entonces, pues de ahí nace querer generar un espacio de encuentro para artistas, no artistas y gente que quiera conocer un poquito o un montón de las artes”, cuenta.
Durante la pandemia del 2020 aterrizó la idea de gestionar su propio espacio cultural y ese mismo año fundó Dadá, que se ha convertido en un punto de encuentro para la comunidad de Tlaltenco, un pueblo originario ubicado en el centro de Tláhuac y reconocido por su carnaval anual.
Ella gestiona el espacio acompañada de su amigo Yared Zabdiel y un equipo que ha ido cambiando con los años. Hay tres ejes de acción principales: el pedagógico, que abarca los talleres itinerantes y clases regulares; el escénico, en donde, dentro del foro, se realizan funciones de danza, teatro o música; y un laboratorio que busca explorar con las artes visuales.
Uno de los objetivos del proyecto es acercar la cultura y el arte a esta zona de la ciudad, donde, además de haber altos índices de inseguridad y pobreza, se cuenta con pocos espacios artísticos. Mientras que en la alcaldía Cuauhtémoc (con 545 mil 884 habitantes en 2020) hay 92 casas y centros culturales, en Tláhuac hay 26 (con 392 mil 313 habitantes en el mismo año), según datos del Sistema de Información Cultural (SIC) del Gobierno de México.
Aunque en años recientes se han abierto espacios públicos como Pilares (Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes) y un Faro (Fábrica de Arte y Oficio), en San Francisco Tlaltenco, donde se ubica Dadá, sólo está la Casa de Cultura Frida Kahlo.

Cultura en la periferia
La existencia de espacios culturales insertados en los lugares donde viven personas interesadas en el arte es importante para su formación y quehacer artístico. Además de brindar referentes cercanos a la comunidad, abrir estos lugares en Tláhuac, ayuda a expandir el reconocimiento del arte y la cultura más allá del centro de la Ciudad.
Sahian cuenta que hay infancias que desde los 5 o 6 años tienen acceso a actividades culturales, pero en su caso no fue así. “Recuerdo que la primera obra que ví en un teatro formal, fue como a los 18 o 19 años, una obra profesional, digámoslo así. Entonces, para mí eso fue como un parteaguas de decir ‘algo pasa’”.
Manuel Vera, artista visual que colabora en el proyecto, coincide con su colega en que siendo de la periferia es difícil tener acceso a referentes artísticos, por lo que considera importante la apertura de espacios culturales locales como Dadá.
“Si de pronto alguien de la zona de la periferia ve que hay un espacio donde sí están pasando cosas artísticas, donde sí hay un movimiento, donde sí hay una industria, donde sí hay un mercado, creo que les podría dar más tranquilidad al momento de tomar una decisión de si se van a dedicar profesionalmente o no, porque ya hay un precedente”, menciona el artista también conocido como Mr. Cruz.
El nombre, nos cuenta la directora del proyecto, viene del Dadaísmo, un movimiento artístico que buscaba romper los cánones de la época. Dadá es un espacio que busca descentralizar y modificar el sistema de las artes escénicas y visuales para volverlas accesibles al público.
Revolución en las artes
Dadá también busca ser un espacio de exploración y apertura para personas interesadas en las artes, rompiendo con las estructuras violentas, los estereotipos y las limitantes impuestas en instituciones, asegura Sahian.
Ella recuerda que mientras cursaba la carrera de Danza Contemporánea vivió este tipo de situaciones hostiles, como tratos violentos por parte de académicos. También tuvo que enfrentarse a un ambiente de competencia y agresiones entre estudiantes.
Esas vivencias fueron parte de los motivos que la llevaron a buscar que Dadá se convirtiera en un espacio que abriera sus puertas a toda aquella persona interesada en las artes, además de acabar con estructuras y estereotipos -de cuerpos, académicos, raza, clase- a los que se suelen enfrentar los artistas cuando se adentran al mundo de las artes.
En cuanto al trabajo que se presenta y expone, también se busca tener una oferta pensada en la no exclusión y el respaldo al trabajo de distintos artistas. Las galerías que se exhiben en Dadá dan espacio al trabajo de artistas experimentados, pero también al de personas que acaban de terminar la licenciatura.
“Lo que hemos intentado acá es promover la idea de que nadie es mejor que nadie”
Mr. Cruz, artista visual independiente.
“Lo que hemos intentado acá es promover la idea de que nadie es mejor que nadie. O sea, esta es una exposición colectiva donde expone gente que recién acaba de salir de la licenciatura con gente que ya lleva años de trayectoria artística. Que los pusimos en la misma sala a la par porque consideramos que el talento de ambos es muy bueno”, explica Mr. Cruz sobre las galerías que se exponen.

Construir comunidad
En Tláhuac, la mayoría de la gente se desplaza diariamente en el transporte público, recorriendo trayectos largos, para ir a trabajar a otras alcaldías de la Ciudad de México. Los fines de semana, que descansan, los pasan con sus familias.
“La dinámica es mucho de ir a trabajar super lejos, llegar super tarde y, por supuesto, los fines de semana estar con la familia”, dice la directora de Dadá.
Por ello su apuesta es tener actividades para las distintas personas y edades, priorizar el acceso a infancias vulneradas y ser flexible en cuanto a los horarios.
El foro cuenta con capacidad para un público de hasta 50 personas, pero la cantidad de asistentes a las funciones, exposiciones y talleres que ofrece Dadá es variable. En mayo de este año, por ejemplo, el promedio de personas presentes en las funciones fue de 20.
El equipo comenta que poco a poco se han dado a conocer y que están en constante contacto con la comunidad a través de las redes sociales y grupos de Whatsapp.
Hay gente que asiste con regularidad a los eventos, la mayoría locales, pero también llegan personas que conocieron el lugar por redes. Además, hay quienes después de tomar uno de los talleres, se siguen con otro y así hasta convertirse en parte del espacio. “Se está generando una comunidad”, afirma Mr. Cruz en la entrevista.

Selket, una artista originaria de Tláhuac, conoció Dadá por la publicidad de Facebook. Se acercó al lugar en busca de un espacio para dar talleres, pero también queriendo estar en contacto con personas de la comunidad artística con quienes se sintiera identificada.
Al inicio, cuenta, se integró como parte del equipo y ahí expuso sus obras de manera individual por primera vez. Ahora asiste a los talleres de danza, grabado y collage, así como a los bazares, funciones y encuentros de micrófono abierto que se han realizado.
“Una de las cosas que pretende este espacio es acercar a todos al arte”
Selket, artista multidisciplinaria independiente.
“Una de las cosas que pretende este espacio es acercar a todos al arte, ¿no? A todas las personas, no solo a los artistas. Y sí, sí creo que se acercan muchas personas también que no tienen que ver con el mundo del arte, pero que pues sí tienen esa sensibilidad humana, ¿no? Para recibirlo, para experimentarlo”, comparte.
Además, otra de las estrategias de las que ha hecho mano el espacio para insertarse dentro de la comunidad de Tláhuac es ofrecer un servicio de cafetería, lo cual, platica Sahian, refuerza su misión de ser un espacio recreativo de encuentro para las personas que asisten.
“Yo creo que es un lugar de encuentro. (…) Un espacio de libertad, en el que buscamos que las personas que lleguen se sientan acogidas y cómodas para hablar. Es un proyecto que en lo personal me dió mucha voz”, dice la directora de Dadá.