En la última década, la población mexicana pasó de tener altas tasas de alcoholismo a consumo problemático de sustancias ilícitas, en especial de metanfetamina, o cómo se le conoce popularmente, el cristal. Cada día son más las personas en México que buscan ayuda para atender esta adicción, y es tal la demanda, que centros de rehabilitación no certificados, conocidos como anexos, son una alternativa muy socorrida.
En el municipio conurbado de Ecatepec, Estado de México, operan decenas de anexos a los que acuden personas con problemas de alcoholismo o sus propias familias los “anexan”, con la esperanza de superar la adicción. Aunque no ofrecen tratamientos médicos ni cuentan con aval oficial, en los últimos años estos espacios se han llenado de personas con consumo problemático de cristal, un potente estimulante sintético.
La Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (Conasama), de la Secretaría de Salud federal, sólo reconoce tres centros de rehabilitación certificados en este municipio -el quinto más poblado del país-, pero basta buscar en Google Maps para ver que existen por lo menos 86 espacios operando en la zona como centros de rehabilitación.
El informe más reciente sobre consumo de sustancias en México, publicado en 2024 por el gobierno federal, señala que en 2013, la demanda de tratamiento por consumo de metanfetamina era apenas de 9.5%, muy por debajo de alcohol y marihuana, y para 2023, subió a 49.1%.
La proliferación y operación de anexos no es exclusiva de Ecatepec, ocurre lo mismo en todo el país.
Garantía de recuperación
“Antes eran puros alcohólicos puros, ahora ya la mayoría alcohólicos y drogadictos o drogadictos poco alcohol… Con el cristal, es el que ahorita está con todo, y es la droga de impacto ahorita, y en jóvenes”, dice Jesús, quien es padrino en un anexo en Ecatepec. Un padrino es alguien que cuida y guía a pacientes en recuperación, y que usualmente también es exconsumidor.
Además que no están regulados, los anexos no son garantía de recuperación e incluso se ha documentado que en estos espacios se registran internamientos forzados, abusos físicos y psicológicos, hacinamiento y una nula rehabilitación, aunque hay personas que aseguran haber encontrado una nueva oportunidad de vida en un anexo.
“Sales peor, sales resentido, sales enojado, sales fastidiado. O sea, no, yo no vuelvo a regresar a esa chingadera…”, dice Aníbal, alcohólico y exconsumidor de metanfetamina sobre su paso por un anexo.
“Desafortunadamente, lo que yo he visto en las investigaciones en las que he participado, es que (los anexos) son lugares que no tienen la capacitación necesaria para atender todos los tipos de consumo o a todas las poblaciones que les llegan”, menciona Claudia Rafful, psicóloga con maestría en Uso Indebido de Sustancias y Doctora en Salud Pública.
Sin embargo, a falta de otras opciones de atención cercanas o económicas, los anexos se han convertido en las alternativas para atender a los consumidores y sus familias.

4 de cada 10
De acuerdo con el Observatorio Mexicano de Salud Mental y Adicciones (2024), entre los años 2018 y 2019, la demanda de tratamiento en México por consumo de cristal superó al alcohol y la marihuana.
Desde entonces, el documento Demanda de tratamiento por consumo de sustancias psicoactivas en México (2025) muestra que 27 estados del país reportan la misma tendencia: cada vez más personas buscan ayuda en centros públicos y privados por su adicción a la metanfetamina.
Bruno Díaz, Director de Investigación y Enseñanza en los Centros de Integración Juvenil (CIJ), una instancia pública de tratamiento a personas con problemas de adicción, menciona que la edad promedio de las y los jóvenes que piden ayuda en estos centros oscila entre los 23 o 24 años, aunque hay gente de mayor edad e, incluso, un 10% son menores de 12 años.
“Tenemos entonces ya el día de hoy que el 40%, 4 de cada 10 pacientes vienen a tratamiento por el consumo de cristal. Y marihuana está bajando, pero está bajando en la proporción en que aumenta la metanfetamina”, agrega Díaz respecto a los usuarios que llegan a los CIJ.
Inicio de consumo
Rafful señala que si bien las campañas de prevención generalmente se enfocan en menores de edad, hay evidencia de que la población adulta concentra el problema de consumo.
Este planteamiento cobra sentido cuando se conocen historias como la de Fernando, un joven mecánico de 27 años que inició su consumo de sustancias siendo adolescente. A los 23 años, recuerda, probó el cristal a raíz de una convivencia con conductores de pipas y así inició dos años de consumo problemático.
Cuenta que después de una jornada laboral, en una reunión le ofrecieron cristal: “No tenía yo cocaína y se me hizo muy fácil aceptarlo…”.
“Salía yo un viernes y consumía normal cocaína, y al otro día se presentaba una persona con cristal y decía yo: ‘pues es gratis, ¿no?’ O sea, te la invitan y todo”, recuerda.
El método de consumo de cristal más común es fumado. Pero si se inyecta, llega mucho más rápido al cerebro.
Fernando se acostumbró a consumirlo fumado. Dice que rutinariamente preparaba un “bazuko”, que era un cigarro ordinario al que le agregaba el cristal molido.
Los efectos pronto le pasaron factura a nivel físico. “Empecé a tomar un color gris en mi persona, unas ojeras grandísimas de no dormir cuántos días, sin comer. Mi aspecto físico era deplorable. Pesaba alrededor de 40 kg ya”, cuenta sobre su etapa más fuerte de su consumo, que lo llevó a un anexo.

Química cerebral
Es cuestión de meses para que una persona pase de su consumo inicial de cristal a tener problemas a nivel físico, mental y personal por su adicción. Rafful explica que la metanfetamina es un estimulante con un reforzamiento positivo muy fuerte, que modifica los neurotransmisores del cerebro y se necesita consumir cada vez más para experimentar el estado de ánimo placentero que se sintió la primera vez.
Entre sus efectos, agrega la especialista, está la supresión del sueño y el apetito, energía excesiva, elevación de la temperatura corporal y un estado de alerta permanente que, en casos de consumo problemático, puede derivar en estados de paranoia, agresiones físicas o suicidio.
Añade que no hay un tratamiento médico estándar para tratar la adicción a la metanfetamina, debido a que es un estimulante que cambia los procesos cerebrales. Hay tratamientos efectivos para otros estimulantes, como la cocaína, pero no hay uno que sea considerado exitoso a nivel internacional para el consumo de cristal.
De ahí que la atención brindada en los anexos sea insuficiente, pues no está diseñada para tratar el consumo y las secuelas que deja el cristal, sumado a los señalamientos de maltrato a los usuarios.
Tratamiento y capacitación
Tras su mala experiencia en un anexo, Aníbal cuenta que se convirtió en padrino en la Fundación San Juan IAP, un centro de rehabilitación en Ecatepec.
“Aquí pueden llegar este, las personas, aquí funcionamos a puertas abiertas, aquí nadie está a fuerzas, están por su voluntad. Y pues tienen su comida de los tres las tres horarios de comida: desayuno, comida y cena, sus juntas de recuperación”, dice Jovana, compañera de Anibal y madrina de la misma fundación.
Al ser asociaciones civiles, los anexos son difíciles de regular porque formalmente no son centros de atención a la salud y cuando alguna autoridad los cierra, vuelven a abrir en calles cercanas o con otro nombre, señala Rafful. Sin embargo, son la alternativa más próxima y económica para recibir ayuda.
Rafful comenta que una de las medidas implementadas ha sido trabajar en alianza con anexos dispuestos a recibir capacitación sobre modelos médicos y psicosociales del consumo de sustancias, con el fin de ofrecer una mejor atención a quienes acuden a ellos.
“Hay que combatir a los que sí están violando derechos humanos, pero no cerrar todos los centros de ayuda mutua, ya que mucha gente se atiende ahí”, reflexiona.
Bruno Díaz, reconoce que el tratamiento para consumo de cristal tiene baja adherencia, es decir, muchos no concluyen el proceso, lo que genera un círculo vicioso de recaídas: “Las gentes vienen, se asoman al tratamiento, ya no regresan, pasan algunos meses, vuelven a venir a tratamiento, quizás vienen algunas sesiones y abandonan”.

Mujeres
Aunque el 85.1% de quienes buscan ayuda son hombres, el número de mujeres enganchadas al cristal aumenta, pero su acceso a tratamiento es más complicado debido a los prejuicios que rodean su consumo.
“Eso tiene que ver con la discriminación que reciben también si son madres, el miedo que tienen a que les quiten a los hijos o aunque no se los quiten, pues que los servicios de salud pues difícilmente tienen eh, las facilidades que necesitarían”, menciona Rafful.
“Viene una mujer por cada cuatro hombres, y esto porque hay más obstáculos para buscar tratamiento para las mujeres que para los hombres, obstáculos en la familia, en la comunidad”, señala Bruno Díaz.
Algo similar se vive en anexos, pues también ahí son minoría las mujeres, quienes viven con el temor de ser juzgadas y enfrentarse a comentarios y comportamientos machistas.
“Muchas de las veces a nosotras las mujeres se nos complica más porque estamos con esa onda de que el machismo, de que me van a juzgar, qué van a decir de mí”, dice Jovana.
Principal droga de consumo
Fernando cuenta que durante años probó distintas sustancias: “Probé floripondio, probé el DMT… O sea, probé gotas eh, chochos, activo, fui universal”, recalcando que su adicción principal era la cocaína, reemplazada después por el cristal. “Conocí el cristal a los 23 años, de ahí en fuera fueron 2 años a los 25, que me anexé”.
Después de recibir atención psicológica, psiquiátrica, y en última instancia, estar recluido en un anexo, Fernando ha logrado mantener su abstinencia al consumo de metanfetamina.
“Algo que hoy en día agradezco no es ni lo económico ni las personas que tengo, ¿sabes? Ni la familia ni mucho menos. Lo que hoy más valoro y atesoro es mi tranquilidad”
Si bien no hay un modelo único de atención a la adicción de metanfetamina, con el tiempo los tratamientos han evolucionado y su efectividad ha ido en aumento: “Tampoco me gustaría dejar un mensaje completamente desalentador…Si las personas necesitan atención, pues hay que buscarla y el sistema pues hará lo que está en sus manos”, agrega Rafful.
El cristal apunta a convertirse en los próximos años en la sustancia ilícita de mayor consumo entre la población, explica Díaz: “Uno de cada dos de nuestros pacientes ya está reportando uso de metanfetamina… Quizás podríamos incluso pensar que en los próximos años las metanfetaminas sí llegarán a ser la principal droga ilícita de consumo”.


