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Nancy Cárdenas, icono del feminismo y la diversidad sexual
Marcela Turati

Foto: tomada del portal de Fundación Gabo

En solidaridad con Marcela Turati

Estudiantes de la Unidad de Investigaciones Periodísticas de la UNAM, Corriente Alterna. Generación 2021 / Corriente Alterna el 25 de noviembre, 2021

Cuando empezó la mal nombrada “guerra contra el narcotráfico”, muchxs de nosotrxs teníamos menos de 6 años. Y crecimos. Crecimos en medio de disparos, simulacros de balaceras, asesinados, asesinadas, narcomantas en los puentes que nos conducían a nuestras escuelas, mutiladxs y muchxs, muchxs desaparecidxs.

Somos la generación que, cuando de niñxs pasábamos frente a un puesto de periódicos, nuestros papás nos tapaban los ojos en un gesto de amor. La generación que aprendió a registrar en los celulares a nuestros familiares por su nombre y nunca —ni por error— por el parentesco. La generación que miró sus calles llenarse de cruces rosas, blancas, pequeñas, grandes, de madera o de metal… cruces.

Crecimos y aprendimos a habitar un mundo en el que, lejos de no caber, parecía que tarde o temprano nos iba a devorar. Crecimos sintiéndonos solxs. Crecimos viendo a nuestras amigas y amigos migrar a ciudades más seguras. Crecimos migrando. Crecimos temiendo.

Somos, también, la generación que hoy intenta todo el tiempo volver atrás la mirada para saber en qué momento perdimos el rumbo. Reconstruimos el proceso de descomposición de México a través de las palabras que dejaron sus periodistas, algunxs, también, víctimas.

Pero aquí estamos y en ese contexto —en este, nuestro contexto— aprendimos no sólo a resistir sino a construir a contracorriente: a pesar del dolor, de la angustia y del miedo. Aprendimos a través del trabajo comprometido, la escucha sensible y la escritura militante de periodistas como Marcela Turati.

En 2016 la entonces Procuraduría General de la República (PGR) inició una investigación por delincuencia organizada en contra de la defensora de Derechos Humanos Ana Lorena Delgadillo, la antropóloga forense Mercedes Doretti y la periodista Marcela Turati. Las tres mujeres investigaban las masacres ocurridas en San Fernando, Tamaulipas, en 2010 y 2011 atribuidas al crimen organizado, de acuerdo con las versiones oficiales.

Hasta 2021 ellas pudieron tener acceso a la carpeta en donde se encuentran sus datos personales, historiales de llamadas telefónicas y de geolocalización; una operación de espionaje orquestada por las autoridades que en más de una década no han podido resolver los crímenes que estas mujeres no dejaron en el olvido.

En nuestras filas hay a quienes, incluso, episodios tan oscuros como los ocurridos en San Fernando, Tamaulipas, nos hubieran parecido un capítulo lejano en el historial de violencias que acumula México: es común que lxs muertxs de hoy no permanezcan en nuestro presente mucho tiempo. Los nombres de vidas arrebatadas por la violencia se acumulan por centenas.

En ese contexto de necropolítica, en el que, de acuerdo con Artículo 19, han sido asesinadas y asesinados 145 periodistas desde el inicio de este siglo (22 con Vicente Fox, 48 con Felipe Calderón, 47 con Enrique Peña Nieto y 25 en lo que va del sexenio de Andrés Manuel López Obrador); en ese contexto donde, según Reporteros Sin Fronteras, México ocupa el lugar 143 de 180 países con menos libertad de prensa, la labor terca contra el olvido de periodistas como Marcela Turati cobra valor. Con sus crónicas e investigaciones es que tenemos memoria del horror, lo presenciamos como si lo hubiéramos vivido y nos indignamos y llenamos de coraje para gritar con todas nuestras fuerzas que ¡ya basta!

Marcela, para nosotrxs, ha sido una guía-luz que nos ha mostrado que es posible comprender los territorios que nos tocó habitar a través del periodismo. Sobre todo, de un periodismo desde el cuidado, social y sensible.

Por lo tanto, como jóvenes estudiantes y becarixs de la Unidad de Investigaciones Periodísticas de Cultura UNAM manifestamos que admiramos, queremos y acompañamos a Marcela Turati; que su trabajo ha marcado nuestra trayectoria; que agradecemos su lucha comprometida y que exigimos a las autoridades que cese la violencia y el acoso desde las instituciones del Estado contra quienes investigan, acompañan y toman posición al lado de las personas que han sido víctimas en un país como el nuestro, extraviado en la impunidad.

¿Qué nos enseña un país que hace de la investigación de un crimen algo más peligroso que su ejecución? Sabemos que quienes persiguen y atacan a periodistas también quieren mandar un mensaje: imponer su silencio. Pero ignoran que son esas voces que han acallado —o quieren acallar— las que más nos inspiran a seguir formándonos. Sepan que no están acabando con la verdad, sólo la están alebrestando.

Un país que olvida y se desentiende ante la violencia contra sus periodistas y defensoras acaba por ceder su libertad de expresión.

Estudiantes de la Unidad de Investigaciones Periodísticas de Cultura UNAM, Corriente Alterna. Generación 2021.