Activistas por los derechos de los animales exigen penas más severas contra el maltrato y el reconocimiento constitucional como “seres sintientes” de especies no humanas.
La cita era a las 11 de la mañana, pero desde las 10 hay una considerable manada de humanos organizándose como colonia de hormigas. Cientos de personas alzan sus lonas o cartulinas, y su voz, una hora antes de la marcha. Claman justicia por la violencia contra los animales: “¡Somos su voz, somos su voz, somos su voz!”.
Poco antes del mediodía de este 25 de junio, activistas por los derechos de los animales comienzan el trayecto de la Marcha Ciudadana por los Derechos de los Animales y en contra de la violencia hacia ellos. Ruta que, en el caso de la Ciudad de México (CDMX), tiene como punto de partida el Ángel de la Independencia y como destino final, la plancha del Zócalo capitalino.
En una lona del refugio Milagros Caninos se destaca que siete de cada 10 perros sufren maltrato animal. La estadística resalta la fotografía de “Pay de Limón”, quien fue rescatado en 2011, después de que integrantes de la organización criminal Los Zetas le cortaron uno a uno sus dedos (almohadillas) y amputaron ambas patas delanteras, como una “práctica de tortura”. Sobrevivió.
Mirar hacia cualquier lado desde el punto de reunión es encontrar un ejemplo de violencia hacia los animales: jóvenes animalistas de Huauchinango, Puebla, se manifiestan contra el maltrato extremo de perros, mientras dos mujeres enfrente suyo sostienen la simpática fotografía de “Mazapán”, lomito que ya vive en Italia tras su rescate del maltrato y, desde allá, amenaza con darle “un chiricuazo” (golpe en la nuca) a los agresores.
Entre tanto barullo, un “gato-botarga” acecha las pancartas contra una dieta carnívora: “Si eres lo que comes, no te alimentes de muerte”.
Quieto desde hace más de un siglo, el corpulento león de bronce que protege en su fachada la columna del Ángel de la Independencia, diseñado por el arquitecto Antonio Rivas Mercado, parece observar.
De acuerdo con datos proporcionados por el propio arquitecto en referencia a la composición y simbolismo de la misma, que publicó la revista El Mundo Ilustrado (mayo de 1901), “el león, entre los mamíferos representa la fuerza;el águila es símbolo de lo triunfal, de lo que domina”.
Antes de partir, Alejandra, de Apasdem, agrupación protectora de animales conformada por 66 grupos protectores del país, va entregando a cada persona que encuentra al paso un pequeño listón naranja —color que identifica la defensa de los derechos de los animales no humanos— con una diminuta huella canina para colocar con un alfiler durante la marcha.
“Esta marcha es muy importante para concientizar a las personas. Sobre todo, para hacer presión al gobierno para que haya penas más severas a los maltratadores. Últimamente nos hemos enterado de casos terribles y (los maltratadores) están usando también las redes sociales para ‘lucirse’. No se está haciendo conciencia de que son seres sintientes y eso es muy grave”.
Coincide con Alejandra, integrante de los colectivos defensores Los 9 Dogs y La Banda Mexican. “Últimamente hemos visto muchos videos virales de maltrato animal, son tres años de cárcel, mínimo, y queremos más”.
Una botarga de vaca se suma a la organización de salida. Más tarde se sumarán una de perro naranja con cabello de estambre, más aquel que no deja de brincar como “perro-botarga” color miel. No le dan importancia al intenso rayo del sol que los hace sudar dentro de esos materiales que absorben el calor en demasía.
“¡Se matan animales en la cara de la gente!”
Durante la caminata, en las calles resuenan consignas coreadas al unísono: “¡No más perros en las azoteas!”. “¡Señor, escuche, no sea indiferente! ¡Se matan animales en la cara de la gente!”. Todas en alusión a los casos de violencia extrema que, en los últimos meses, se han registrado en los medios y las redes sociales, como el de “Scobby” o “Benito”, arrojado a un cazo de aceite; o el de “Muñeca”, víctima de abuso sexual por un adolescente. Pero que no son los únicos.
Aunque todos los contingentes comparten el objetivo de erradicar la violencia contra los animales, destacan en sus consignas diferentes prioridades o demandas.
Unos marchan en solidaridad con los perros rescatados o abandonados, mientras otros abogaban por la desaparición de los zoológicos, la tauromaquia y los laboratorios que experimentan con animales. Unos más piden pensar en los océanos y en la extinción de especies marinas por la intervención humana y el descuido en la preservación.
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“Exigimos que la justicia llegue a Nicolás Romero, Estado de México, para todos los animales explotados y maltratados”, dice uno de los cientos de carteles en manos de los activistas o defensores.
Entre ellos está Fabiola, quien viajó desde Tuxtepec, Oaxaca, para marchar en CDMX por el reconocimiento jurídico de los animales como “seres sintientes” mediante una reforma al Artículo 4º constitucional.
Fabiola exige que la Cámara de Senadores apruebe los cambios propuestos al Artículo 73 de la Constitución, que facultará al Congreso para expedir leyes sobre bienestar y trato digno a los animales.
Y está Omar, quien interpuso una denuncia contra la guardería canina Can-Melot por negligencia médica. Por “matar” a “Khaleesi”, una cachorra del Edomex, el 7 de febrero de este año.
En casos, para algunos, más extremos, otros enfatizan que la verdadera armonía con los animales comienza en el plato, convocando a adoptar el veganismo como postura política, más que una simple dieta. En un cartel pegado en un monumento se lee: “Si amas a los animales ¿por qué te los comes?”.
A medida que la marcha avanza hacia la Glorieta de las Mujeres que Luchan, una activista con un megáfono grita: “¡Va a caer, va a caer, el especismo va a caer!”. Este término, popularizado por el filósofo australiano Peter Singer, se refiere a la práctica de trato moralmente superior a los miembros de una especie en comparación con los de otras, y la creencia errónea de que esta práctica está justificada.
“Hemos arrebatado todo valor a sus vidas”
En México, en la mayoría de las entidades, la pena por maltrato animal no rebasa los cinco años de cárcel y solamente cinco estados reconocen en su legislación a los animales como seres sintientes.Norma Huerta, directora de Mundo Patitas, también exige intensificar las penas contra los maltratadores.
Entre los participantes, una joven con una máscara de vaca y un mandil de carnicero manchado de rojo (simulando sangre) porta un cartel: “El problema es que los humanos han victimizado a los animales a tal punto que ni siquiera son considerados víctimas. Les hemos arrebatado todo valor a sus vidas, cosificándolos y reduciéndolos a carne, juguetes y zapatos”.
Algunos marchan con el objetivo de desmitificar la idea de que los animales no sienten. Yarely Gamiño, del contingente Amor sin raza, expresa su preocupación por visibilizar los derechos de los animales y concienciar a la población sobre la necesidad de tratarlos con respeto. Otros piden que se acabe con la crueldad en los rastros y unos más que se castigue penalmente a quienes sacrifiquen animales no humanos en rituales o con otros fines.
A pesar de las indicaciones de no llevar animales a la marcha, ya que podrían enfrentar “golpe de calor” y el estrés, algunas personas decidieron llevar a sus perros y gatos. Pero fueron minoría. Incluso, una perrita llevaba un cartel en su lomo que decía: “Por las perritas violadas”, destacando la lucha contra la violencia de género, también en el ámbito animal.
La marcha ofrece la oportunidad a manifestantes independientes de alzar su voz en la defensa de los animales. Es el caso Nora Reyes, de Metepec, quien reitera la necesidad de reglamentar de forma severa el maltrato.
También el de María Luisa, quien camina despacio, pero firme, sobre 5 de Mayo, ya enfilándose al Zócalo. Detrás de ella dos niños, de entre 7 y 10 años, la miran tan sonrientes como ella y procuran sumar su voz a la suya en sincronía: “¡Justicia! ¡Justicia!”. Su voz, ligera como su apariencia y su andar, destaca tanto como su blusa blanca con un gato negro estampado en ella. Es una persona adulta mayor que decidió asistir sola a esta marcha ciudadana:
“¿Por qué es importante estar aquí? Porque tenemos que manifestar, reclamar, exigir: que se acabe con la violencia hacia los animales. Se ha desatado una crueldad, un desamparo tal… que ya no es posible. Ellos también tienen emociones, tienen derechos. Son vida… Yo ahora vivo con ‘Boris’, es un perro amoroso que encontró un vecino en la calle y me lo regaló. No tiene raza, es mestizo. ¡Pero es un amor, es encantador y estamos felices! Desde que soy pequeña he tenido perros y otros animales”.
María Luisa es de Ciudad de México, pero vive de forma intermitente entre la metrópoli y Tlayacapan, en el estado de Morelos, donde —dice— se puede ver de forma cotidiana un trato de “maldad extrema hacia los animales y donde no puedes decir nada porque te empiezan a insultar y te dicen que eres ‘vieja loca’, porque les parece que así se les debe tratar, por el simple hecho de ser. Por eso es esta lucha, para acabar con eso”, concluye.
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Hasta el Zócalo ha llegado la mayor parte de los que iniciaron la marcha en el Ángel de Reforma. El colectivo CDMX Animal Save, al que Roberto presenta como “un contingente antiespecista que trabaja contra rastros y mataderos”. Valezca, otro integrante del grupo, destaca su consigna: “Invitar a la gente que ya es empática con perros y gatos a extender esa empatía a otras especies torturadas masivamente”.
Poco después de las 14:30 horas hacen el recuento de las demandas ciudadanas en defensa de la protección de los animales no humanos y la prevencion de violencia en su contra; entre ellas, el cumplimiento de la reciente promesa de reforma al artículo 4º constitucional por parte del presidente Andrés Manuel López Obrador, para que esto sea posible.
La marcha concluye con la voz en alto coreando la consigna: “¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia!”, y el puño en alto de todos aquellos que llegan a la plancha del Zócalo de la CDMX, de entre los 8 mil participantes de acuerdo con el registro oficial.