“Hay que entrarle, no viendo hacia arriba, sino mirando a las víctimas”. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) llamó el pasado 16 de julio –en un comunicado firmado por el Subcomandante Moisés– a participar en la Consulta Popular 2021, este domingo primero de agosto.
Impulsada por Andrés Manuel López Obrador “para juzgar a los expresidentes”, la consulta pregunta si se está o no de acuerdo “en llevar a cabo las acciones pertinentes para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos”.
El zapatismo invita a responder que sí. “Con el fin de que así arranque, independientemente de los de arriba, una movilización por una Comisión de la Verdad y la Justicia para las Víctimas, o como quiera que se llame”, se lee en el comunicado.
–La Consulta tiene un desafío casi imposible de cumplir –advierte el escritor Juan Villoro en entrevista con Corriente Alterna–: reunir más de 37 millones de votos, cantidad que supera a la que López Obrador recibió como presidente, que ya era una cifra récord. El sentido profundo de la propuesta será otro: animar la discusión sobre un tema esencial. Las víctimas no han tenido actos de reparación. Se trata de algo muy grave. En ocasiones, un tribunal de la verdad logra que se imparta una justicia largamente postergada o bien logra un acto compensatorio, la sanción moral que otorga la memoria.
Consulta Popular 2021: el arranque de una iniciativa nacional
El llamado a participar en la Consulta Popular 2021 es sólo el principio. En el comunicado, el subcomandante Moisés, principal mando del EZLN, anuncia que a partir de entonces arrancará una iniciativa nacional que buscará aglutinar a un conglomerado de colectivos, redes, víctimas de la violencia, familiares de desaparecidos, científicos e intelectuales para organizarse en un “frente de lucha por la vida”.
El llamado a conformar este frente se suma a otros gestos recientes del zapatismo. En mayo pasado, en el día de la Santa Cruz, una delegación de siete personas –el Escuadrón 421– partió hacia Europa en un velero al que llamaron La Montaña. En el mismo afán de bautizar cada uno de sus actos, el viaje lleva por nombre la Travesía por la Vida –o la Conquista al revés–.
–El EZLN nunca le ha pedido nada al gobierno, no creo que esta vez sea diferente.
Quien habla es la abogada Bárbara Zamora, quien asesoró al EZLN durante los diálogos de San Andrés. El momento para una iniciativa así, piensa, es esencial. “De alguna manera todos somos víctimas de las decisiones políticas del pasado”, advierte y recuerda la modificación del artículo 27 Constitucional en 1991, durante el sexenio de Carlos Salinas. Las consecuencias de esa reforma permitió la venta de tierras ejidales y fragmentó la propiedad social; afectó directamente la actividad agrícola en el país y debilitó las economías indígenas.
Después de su irrupción en la escena política como un movimiento armado en 1994, el zapatismo ha apostado por la organización y gestión de redes y territorios autónomos. En el Congreso Nacional Indígena (CNI), constituido en 1996, hoy se aglutinan voces de pueblos nahuas y tojolabales, triquis, zoques, yaquis, totonacos, hñahñús, tezltales, mixes y un largo etcétera.
Como resultado de este diálogo entre pueblos y comunidades impulsado por el CNI, en 2016 se creó el Concejo Indígena de Gobierno (CIG): una plataforma de toma de decisiones que comunica asambleas, juntas de buen gobierno, territorios autónomos, así como procesos de seguridad, justicia y educación de más de 500 comunidades.
–Uno de los prejuicios más comunes respecto a “lo indígena” –apunta Villoro– consiste en pensar que se trata de un grupo homogéneo, casi monolítico. Por el contrario, se trata de pueblos muy variados, con proyectos sociales, culturales y de nación muy diferentes. Lograr un diálogo en la diferencia entre las muchas comunidades ha sido uno de los grandes logros de los últimos años.
El anunciado frente de lucha por la vida, así como el llamado a participar en la Consulta Popular 2021, convoca a todas estas redes y organizaciones tejidas a lo largo de todo el país.
–No depende del gobierno que se conformen comisiones de verdad y justicia sino de la gente que participe en la consulta –anticipa Zamora–. Que ellos (los zapatistas) llamen a participar es porque de ahí saldrá la iniciativa por la vida. Una de sus tareas bien puede ser la creación de estas comisiones.
Mientras tanto, Arturo Zaldívar, ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y principal artífice de la Consulta Popular 2021, ha recalcado que el resultado de la misma no obliga al poder judicial a iniciar procesos contra los expresidentes. Lo único que podría derivar de la consulta es, de acuerdo al ministro, justamente la creación de Comisiones de la Verdad.
Los ‘extemporáneos’
Cuando María María de Jesús Patricio, Marichuy, intentó registrarse como aspirante a la presidencia, como vocera del Concejo Indígena de Gobierno, enfrentó varios obstáculos. De acuerdo a la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (art. 368), a falta de partido político que la respaldara, Marichuy debía formar parte de una Asociación Civi, además de de acreditar su alta ante el Sistema de Administración y Tributaria y contar con una cuenta bancaria auditable.
Lo recuerda Juan Villoro:
–Pertenezco a la asociación civil Llegó la Hora de los Pueblos que tuvo la responsabilidad de hacer los trámites ante el INE para que la candidatura de Marichuy fuera viable. Marichuy trató de sacar una cuenta en HSBC y se la negaron. El tema llegó a Conapred, que señaló que en México los indígenas no son sujetos de crédito.
La historia se repite: actualmente, 177 delegados zapatistas planean viajar en avión a Europa en los siguientes meses. 62 de ellos no han logrado tramitar su pasaporte en la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
–El asunto se agrava en todos los órdenes de la vida social –continúa Villoro–. En el sureste mexicano uno de cada tres indígenas no tiene papeles. Muchos de nuestros paisanos carecen del derecho a la identidad, lo cual es oprobioso. Cuando un niño nace en el campo, para sacarle un acta hay que viajar varias horas y gastar mucho dinero para llegar al Registro Civil más cercano. Esto hace que los trámites se pospongan. Cuando las actas finalmente se obtienen tienen carácter “extemporáneo” por no haberse tramitado de inmediato y no tienen el mismo valor que las actas normales.
En junio pasado, el sociólogo Raúl Romero narró las peripecias de Odilia Vázquez y Ángelina Pérez, dos mujeres tseltales que forman parte de la delegación zapatista que planea viajar a Europa. Cuando acudieron a la delegación de la SRE a tramitar su pasaporte les dijeron que no sería posible. Sus actas de nacimiento fueron expedidas años después de que ellas nacieran: “eran extemporáneas”. Les negaron su pasaporte y les retuvieron el pago por el mismo. Esto a pesar de que Odilia y Angelina llevaban actas de nacimiento de sus padres y familiares para acreditar su nacionalidad, tal como la SRE estipula en estos casos. A Odilia le exigieron que presentara, al menos, las actas de nacimiento de cinco hermanos suyos. Lo hizo y ni así obtuvo su documentación.
–Cuando un blanco de clase media solicita un pasaporte nunca le piden que lleve las actas de sus cinco hermanos –acusa Villoro–. El actual gobierno no inventó el racismo ni la discriminación que impera en muchas oficinas, pero en sus manos está cambiar eso.
Crimen organizado, ¿nuevo paramilitarismo?
El 15 de junio pasado, durante su conferencia matutina, el presidente ordenó al secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, revisar el tema de los pasaportes negados a la delegación zapatista. “Ya le di indicaciones al secretario –anuncio–. Que de inmediato se atienda y no se limite a nadie, mucho menos a nuestros hermanos, compañeros indígenas”.
–Esto no se ha resuelto a la fecha y tampoco tendría que resolverse con una orden del presidente –dice Raúl Romero–. Se trata de un racismo presente en todas las instituciones. Y esta es sólo una de las muchas formas en que el zapatismo enfrenta la violencia de Estado; esto permite visibilizar que se trata de una violencia patriarcal, con fuertes cargas de racialización.
Sociólogo y latinoamericanista, Romero estudia los procesos de emancipación de las comunidades zapatistas y señala que este racismo rebasa las oficinas y se expresa, de manera armada, en los territorios que habitan los pueblos.
–Grupos de paramilitares como los Chinchulines o Máscara roja recibieron armas y entrenamiento del ejército y fueron financiados por el estado mexicano; ellos implementaron la llamada estrategia “yunque-martillo”: el ejército contenía, los paramilitares golpeaban. Todo eso terminó en la tragedia de Acteal. Esas tareas que antes hacían los paramilitares hoy las ejecuta el crimen organizado.
Las dinámicas de ayuntamientos y policías locales, quienes participan o son omisas en evitar estos conflictos, han quedado documentadas en decenas de municipios de Chiapas, tanto por el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas como por otras organizaciones civiles. Se registra desplazamiento forzado, despojo de tierras, detenciones arbitrarias, tortura, hostigamiento, entre otras agresiones. Esto tan sólo en los últimos dos años.
El pasado 9 de julio, en el municipio de Pantelhó, en la región de Los Altos, se presentó públicamente un grupo armado de autodefensas de origen tseltal. Su alzamiento, anunciaron, era contra los caciques políticos de la región. El grupo –bautizado como El Machete– señaló los vínculos de las autoridades locales con el narcotráfico y los responsabilizaron por cientos de asesinatos. Unos días antes, el activista y exdirector de la organización Las Abejas, Simón Pedro Pérez, fue asesinado a tiros.
Pedro Pérez denunció no sólo la presencia del crimen en la región, también advirtió de la presencia de explosivos resguardados en distintos lugares del municipio. El mismo día en que El Machete anunció su alzamiento, elementos del Ejército entraron a una casa en el ejido Nueva Israelita. Hicieron estallar varios cargamentos explosivos.
El domingo 18, el grupo de autodefensas fue respaldado públicamente por más de tres mil indígenas tsotsiles y tseltales que se congregaron en la comunidad de San José Buenaventura Tercero.
–No se trata de una disputa por la marihuana o por el control del territorio –dice Romero–. Se trata del negocio de la venta de niños, de mujeres, el tráfico de armas, el secuestro de migrantes, el trabajo esclavo, la tala ilegal, el derecho de piso. Todas estas prácticas ejercen un terror particular contra los pueblos originarios ya sea por sus recursos naturales o por su ubicación estratégica. Lo vemos ahora en Ostula, lo vemos en Tierra Yaqui, en Oaxaca, en Guerrero, en Chiapas.
El regreso del Sup
Entre los 177 delegados zapatistas que alcanzarán al Escuadrón 421 en Europa hay un equipo femenil de futbol; también grupos de “Escucha y palabra”, que resguardan la memoria oral del zapatismo; el Comando Palomitas, compuesto de 6 niñas y niños; un grupo que coordinará las acciones en las cinco zonas distintas de Europa que se visitarán; y, por último, una delegación del Congreso Nacional Indígena con representantes de distintos pueblos y lenguas.
La delegación estará encabezada por el subcomandante Moisés, quien además de su cargo político-militar, también ha sido responsable de asuntos internacionales del EZLN.
–Él es muy bajito de estatura. Pero, ¿sabes?, su personalidad hace que su estatura sea enorme y su humor rotundo: capaz de exponer todo.
Quien habla es la filósofa Fernanda Navarro. En 1967, Navarro colaboró con Bertrand Russell –como traductora para América Latina– en la organización del Tribunal de la Conciencia de la Humanidad referido a la Guerra de Vietnam. Viuda del también filósofo Luis Villoro, Navarro ha acompañado al zapatismo desde sus orígenes.
–Las comunidades confían en el SupMoisés, no como un mandatario, sino en una relación mucho más estrecha, horizontal y de confianza. El zapatismo provoca a las comunidades con las preposiciones socráticas: ¿y tú qué?, ¿de dónde vienes?, ¿dónde estás?, ¿cómo actúas y para quién? Por eso es tan potente lo que sucederá en Europa: van a buscar lo común, no las diferencias. Apuestan por ese mundo.
El subcomandante Moisés relevó en 2013 al subcomandante Marcos como principal vocero; un año después, Marcos cambió su nombre a Galeano en honor al maestro José Luis Solís López Galeano asesinado por un grupo armado.
En la iniciativa nacional, será de nuevo el SupGaleano quien retome el mando nacional mientras Moisés acompaña a la delegación aerotransportada a Europa.
–Se trata de una situación transitoria. En las juntas de Buen Gobierno zapatistas hay rotación de responsabilidades –dice Villoro–. El avasallante carisma del subcomandante Marcos propició que algunos temieran que el zapatismo desembocara en un caudillismo. La “muerte” de Marcos fue uno de los gestos más insólitos de la política. El capital mediático que había adquirido parecía uno de los principales baluartes de la lucha zapatista, y, sin embargo, poco después se demostró que el movimiento podía seguir con fuerza sin la presencia inmediata de esa figura.
Al director de teatro Luis de Tavira le llama la atención la carga simbólica de este tipo de gestos y actos públicos: la dramaturgia del zapatismo. En contraste con el show barato en que la política ha convertido la democracia, dice, el zapatismo apuesta por el acontecimiento.
Por eso la importancia, apunta, de escuchar la convocatoria zapatista a participar en la Consulta Popular 2021. El dramaturgo y también integrante de la Asociación Civil Llegó la hora de los pueblos, piensa que se trata de una invitación a rebasar la discusión entre gobierno y oposición, una polémica que “manipula y desalienta”.
–La iniciativa es tomar la Consulta en serio –concluye en entrevista–. Es un llamado en sincronía con movimiento de víctimas y que lee bien la pregunta que formuló la Corte. Se trata de un compromiso que nos atañe al país entero frente a los crímenes del pasado mediato y también del inmediato: el asesinato de Samir Flores, el de Simón Pedro o las recientes masacres de Tamaulipas.