Rafael Guerrero Torres, mejor conocido como Rafa Bipsiesna, es un compositor y cantante de 23 años para quien crear música es una forma de demostrar valentía en el día a día y reflexionar desde el folk rock alternativo sobre las imposiciones sociales relativas al “cuerpo ideal”.
La fachada del bar El Ensayo no sobresale de los demás locales y casas que se extienden a lo largo de la calle. Luciría como una vivienda más si no fuera por un cartel rotulado con el logo y con marcas de bebidas alcohólicas mexicanas junto a un distintivo familiar que establece la bendición profesante del hogar: “Dios es amor. Familia Flores Vázquez”.
Por eso, y porque la afinación de las guitarras y el equipo de sonido llenan el ambiente de chirridos, chasquidos y estridencias. El Ensayo es una especie de hogar para la familia de la música no multitudinaria en el municipio de Tultepec, Estado de México.
Es 17 de febrero de 2023 y dentro, a contraluz de las luminarias neón, Rafa Bipsiesna, con pantalón negro de vestir, playera blanca, chamarra beige y un pañuelo amarillo colgando de la parte trasera de su pantalón, se planta en un patio de, aproximadamente, 5 metros por 15, que hoy funge como escenario.
Bipsiesna se presenta junto con otras bandas de rock alternativo como Oregon Black y Caja Negra. No es la primera vez que Rafa toca en vivo. Tampoco va a centellear frente al número más elevado de asistentes ante el que se haya presentado —–hoy no sobrepasamos los 30. Ya ha tenido audiencias más concurridas —y más animadas.
Bipsiesna abre la tocada. Inicia tranquilo, con poca movilidad a lo largo del stage, pero al transcurrir la música, de pronto, se tira al suelo, toma el micrófono y lo pasa de un lado a otro; baila, salta, se agacha, tiembla y hasta bebe cerveza mientras continúa la pieza instrumental.
Interpreta sus canciones más descargadas en internet. Suena “Tú”, que en Spotify tiene más de 20 mil reproducciones totales, y el solista no deja de gesticular con la cara y el cuerpo, siguiendo la letra: “Tú habitas mi corazón / Tú me haces feliz sin razón… / Eres tú mi gran tarde familiar, / porque siempre encuentro un verano que es eterno, / un invierno que es muy tierno”.
Rafa involucra a los integrantes de la banda Oregon Black, como Alejandro Orozco, baterista y actor reconocido por el doblaje de diversos personajes de televisión al español latinoamericano —como Freddie Benson, en iCarly, o Sasori, en Naruto. Ahora, todos tomados de los hombros en fila horizontal, bailan, moviéndose de adelante hacia atrás, alzan las piernas y, al son de las guitarras, el bajo y la batería, se entrelazan para tocar sus acordes en Si Mayor.
—Todos somos Bipsiesna —dice Rafa, dando crédito a los participantes y, en especial, a sus músicos: Hugo, Gabriel, Axel y Luis, que con las cabezas moviéndose de arriba abajo acentúan el ritmo que marca Hugo con la batería—. Ellos también son parte de esta familia de locos.
Luego, subraya que hay que voltear a ver las propuestas que surgen del estado de México, porque descentralizan la escena de la Ciudad de México, de donde, según el cliché, parece proceder todo el talento.
Tras poco más de una hora y una decena de canciones, termina Bipsiesna su “alocado” show con “Atafago” que, con las guitarras y el bajo, enmarcan escalas melódicas características del folk alternativo: “No me hagas sentir que todo lo que yo siento / solo es un nudo en la calle de LosSientos”.
El músico originario de Coacalco, municipio mexiquense, concluye como lo hace en todas sus presentaciones:
—Los saludo desde “Ningún Lugar”.
“Ningún Lugar” es todo y nada
Inspirado en el pueblo ficticio donde se desarrolla Coraje, el perro Cobarde, serie animada de finales de los años 90 e inicios de los 2000, Rafa tuvo la idea de crear un mundo imaginario “con ambientaciones escénicas del western americano de los siglos XVIII y XIX”. ¿Qué buscaba? Inventar un espacio donde, quienes escuchen sus canciones, entren, se reformen y, cuando salgan, “sean personas completamente diferentes”.
Este sitio, que llamó “Ningún Lugar”, representa un territorio “donde no hay nada, pero a la vez lo es todo”; y las personas que salen de ese espacio lo abandonan con una mentalidad mejorada, caracterizada por una paz que antes no pudieron poseer.
Rafael Guerrero Torres fue el primero en entrar a esta zona y, al regresar, no salió solo sino con un “acompañante” que se pegó a él, lo ayudó a reprimir sus actitudes negativas anteriores y aprender a trabajar en equipo: su alter ego Rafa Bipsiesna. Con un acrónimo de las palabras “Bipolar, psicótico, esquizofrénico, narcisista”, Rafael puso en práctica las clases de teatro que había frecuentado años atrás y creó este personaje.
El músico y compositor cuenta que, a partir de entonces, existe un dúo de composición y presentación musical constituido por Rafael Guerrero Torres y Rafa Bipsiesna, todo junto en la misma persona. Todo en todas partes, al mismo tiempo. Rafael Guerrero se encarga de escribir y acomodar la letra de las canciones, integrarlas a partir de experiencias propias o de las personas que le rodean y se lo expresan; mientras que Rafa Bipsiesna posee la facultad de reflejar el sentimiento que Rafael busca transmitir en la letra, así como la performance que vemos sobre el escenario.
Folk rock alternativo como arsenal de protesta y desahogo
Durante las 24 horas del día, los 365 días del año, Rafa Bipsiesna está dentro de la cabeza de Rafael. Convive con él en silencio, manteniéndose tranquilo, en espera del momento correcto para manifestarse y esparcir señales vivas a Rafael para crear su arte.
“Como si fuera el soundtrack de un filme dentro de mi cabeza”, describe Rafael en referencia al proceso dual de composición de su galería musical.
Explica que, cuando Rafael está en una fiesta, una reunión, salida, paseo o distracción rutinaria, de repente Rafa Bipsiesna quita el mantel que se encuentra sobre un piano imaginario, se sienta y comienza a tocar una melodía. El piano empieza a reproducir una tonalidad específica, con bajadas y subidas, alturas e intensidades diversas, con silencios activos que proporcionan ritmo a la pieza.
A partir de experiencias propias que le hayan marcado, o de vivencias contadas por conocidos y amigos, el músico estructura la historia que quiere relatar en su canción. No importa el lugar en el que esté —pues, usualmente, sucede en momentos y espacios fuera de su hogar—, Rafael deja sus actividades y regresa a su habitación:
“Sujeto la guitarra, tomo un lápiz, papel y comienzo a escribir la letra; y, junto a ella, los acordes principales de toda la obra”, dice.
“Auto M.E.D” es su canción más escuchada en Spotify. Con cerca de 25 mil reproducciones, la pieza es un grito de auxilio ante la ansiedad provocada por el encierro obligatorio a causa de la pandemia por SARS-Cov-2, durante 2020 y 2021. A Rafael lo caracterizaba su fascinación por concurrir en salidas, eventos, fiestas, reuniones, coincidir en agrupaciones sociales o, simplemente, visitar cualquier destino de entretenimiento que le fuera agradable. Pero con la llegada de la contingencia sanitaria, que lo recluyó en su dormitorio durante meses, su pensamiento se inundó de la incertidumbre de volver a albergar una vida como la que experimentó antes.
“Medicina autónoma” —este fue su nombre original, pero lo abrevió como M.E.D— explica esa frustración y, a final de cuentas, parece que funcionó como “cura” para Rafael: lo alivió de su ansiedad.
“Me correspondía una esperanza de continuar y no rendirme”.
El verso “Lárgate de una vez loca enfermedad, / dame un respiro y dame libertad” manifiesta su hartazgo por la preocupación sobre el futuro. Al mismo tiempo, en la canción expresa la superficialidad con que se juzga la complexión del cuerpo humano, un tema que —dice— le genera cierta ansiedad.
En su percepción, Rafael considera que a las personas siempre les preocupa su imagen física. Piensa que existen unas normas sociales que regulan el comportamiento y provocan querer tener el “cuerpo ideal”. Lo explora en versos como estos: “Todas las mañanas busco serenidad, / que al que miro al espejo no me mire más… / El físico me hace poco especial, / quisiera parecerme a un Play-Boy…/ Mi alma vale más que un cuerpo flas”.
“Obviamente hay flacos, hay gordos, hay chaparros, hay altos, pero realmente eso no va a definir que nosotros no podamos salir adelante”, me dice Rafael.
Para el músico, las redes sociales son “un arsenal” que incrementa la imposición de esa sensación de complejidad sobre el físico de los seres humanos; pero, además, para aplicarle “prestigio” a las personas y, al mismo tiempo, quitárselo. Habla de ello en una de sus canciones, “Julio César”, cuyo nombre original era “Protesta”.
“Hoy en día tenemos esa libertad de expresar en redes sociales el daño que llegan a hacer las personas, las famosas ‘funas’, las cancelaciones; pero hay muchas de esas cancelaciones que se hacen con el objetivo de dañar a otra persona, incluso siendo hasta inocente”, asegura Rafa.
“Protesta” habla, precisamente, de no quedarse callado. La canción rememora una analogía que Rafael tomó como estandarte en su forma de vivir: “Recuerdo que, una vez, Germán, mi primer productor y gran amigo, me dijo que todo el mundo se encontraba en una guerra, todos somos soldados. El problema es que todos estamos seguros de que nadie va a ganar la guerra, porque al final de cuentas todos vamos a morir”.
Queda claro, dice, que su objetivo principal no es ser famoso, ni siquiera obtener un sustento económico. Su intención es empuñar su música como su arma principal de protesta y desahogo emocional.
No hay que tenerle miedo al amor
Un rockero enamorado, así se ve Rafa Bipsiesna; a diferencia de aquellos que, más que al amor, le cantan a la decepción, como en canciones de Camila, Love of Lesbian o La Buena Vida.
El artista afirma que la música le permite entregarse con devoción al momento en el que empieza una relación de pareja. Estima las caricias, el coqueteo y se encariña a tal punto que ella confíe en que, estando con él, se encuentra dentro de una zona de tranquilidad, donde ninguno tendrá preocupaciones.
“Sabemos que hoy en día hay muchas relaciones que se consideran fallidas porque, muchos, quedamos con heridas, con traumas o malas experiencias que han pasado en relaciones pasadas. Pero, justamente, lo que yo trato de expresar en mis canciones es que no hay que temerle al amor por más que nos pueda dar el mejor golpe”, cuenta el compositor.
En su disco El tren que partió a ningún lugar, lanzado a mitad de 2021 y que sigue su concepción del viaje a ese mundo ilusorio, se armonizan fragmentos que dedica a sus amores vividos—o, también, a los futuros.
“Pero despierto y me doy cuenta que solo era un sueño; / y ya no estás junto a mí, pero eso no importa, / que mi mente haya creado a mi futura mujer.” Son versos que canta Rafa en “Cerca de ti”, una de las trece canciones del álbum.
La pieza contiene el relato sobre un sueño de Rafael, en el que se imaginó el amor de su vida: aquella mujer que viviría con él los episodios más intensos de cariño hasta llegar a convertirse en su familia. La canción habla de la historia de amor entre él y una chica que aún no existe.
Fuera de ello, en el resto de su repertorio se incluyen historias de amor y desamor que describen su personalidad apasionada y entregada hacia su otra mitad. Rafa interpreta en “Atafago”, una de sus canciones más recientes, una disculpa por querer demasiado; pero, a la vez, una advertencia por no distinguir el amor de forma equilibrada entre ambos, como pareja.
Parafraseada por él mismo, la canción expresa: “¿Sabes qué? Te amo, pero no minimices lo que siento. A lo mejor tú no sientes el mismo nivel de amor que siento por ti, pero eso no significa que te debas de sentir presionada, ni mucho menos decir que estoy exagerando”.
El panorama que pinta en sus composiciones no se originó de la noche a la mañana: experiencias fallidas en la niñez y la adolescencia son parte de su fuente de inspiración para escribir sus letras de amor. Pero el artista no deja de aprender.
Las concepciones del amor, más allá de las relaciones sentimentales, pueden explorarse en la familia, en los sueños y en uno mismo. En la canción “Madre” enuncia un pasaje de su infancia donde no entendía la razón de que sus padres se separaran. El momento en que, años después, se reconcilió con su padre durante un convite comunitario conocido como “carnita asada” lo rememora en “Mi padre y yo”, canción de su segundo álbum que pretende ser un boleto a la comprensión del amor dentro de la familia.
El loco del Boulevard
Rafa también se ve como un mexicano que “se creía cubano tratando de hacer rock n’ roll”. Quiso tomar inspiración de la trova cubana y el rock de los Beatles para componer su música y construir aquel mundo ficticio; y que, con ello, sus oyentes encontraran un refugio y transformaran su vida, como a él le sucedió después de que un sueño le abriera el panorama.
Rafael me invita a viajar cuatro años atrás en la narración de su sueño. Estaba sudoroso, temblando, casi a punto de llorar y con la mirada fija en sus cobijas; era la mitad de una noche de 2019 y no había otra cosa que estuviera caminando por su mente más que la frase: “Esperaba más de ti”. Le hacía eco y, poco a poco, empezó a tranquilizarse y recordar. Acababa de tener un sueño; aunque, más que eso, lo había sentido tan real que parecía una teletransportación de su mente y cuerpo hacia otro sitio.
En una habitación oscura y solo iluminada por un pequeño foco, un anciano con una larga barba blanca estaba sentado, apoyando sus manos en la mesa. El señor mayor invitó a Rafa a sentarse con él y, cuando se encontraron uno enfrente al otro, el anciano le recriminó por no tener paz, por ser él el culpable de su propia desgracia y le exigió que diera un giro a su vida.
Rafa me cuenta que en su sueño no se quedó callado y que, teniendo en cuenta que el anciano podría ser aquel personaje divino creador de todo lo existente, le reclamó por las desdichas de este mundo; sin embargo, él sólo concluyó con esa frase: “Esperaba más de ti”.
Esa escena, Rafa la describe en “Plática con D.I.O.S”, canción de su primer álbum, Historias de Ningún Lugar, y que, con el acompañamiento de una guitarra acústica y un vocalista lejos del micrófono, comenzó la batalla artística de Rafael Guerrero Torres con su nuevo personaje y compañero de guerra: “el idiota de Ningún Lugar”, Rafa Bipsiesna.
“La música son pequeñas escenas de protesta hacia un pensamiento, hacia una situación; y eso es lo que busca ese dúo de trabajo, expresarle al mundo lo que piensa. Si el mundo se siente identificado, entonces están haciendo lo correcto”, sostiene el cantante en entrevista.
En Historias de Ningún Lugar Rafael Guerrero Torres buscó, por medio de relatos personales, representar el “libertinaje” y la “locura” que experimentó hasta ese momento de vida previo a la declaración de emergencia sanitaria por covid-19 en el país, a finales de marzo de 2020.
El álbum, integrado por seis piezas, se lanzó el 2 de marzo de ese año, semanas antes del inicio del confinamiento; y, tras bambalinas, incluye la percepción de un Rafael Guerrero Torres que “solo pensaba en sí mismo”, pues a pesar de tener a sus compañeros músicos —los guitarristas, el bajista y el baterista que colaboraron en la formación e interpretación del disco—, el solista consideraba que el crédito le pertenecía exclusivamente a él.
Describiendo ahora al Rafael de aquel momento como un hombre que actuaba “de forma ególatra y narcisista”, Rafael Guerrero Torres impulsó su nuevo proyecto; pero, al pasar de los meses, la reclusión social y este sueño, comenzaron a reprender la actitud “egoísta” del cantante. En ese contexto, Rafael edificó un mundo representativo y utópico, “Ningún Lugar” y, con él, a un nuevo personaje, que había permanecido encerrando a su “antiguo yo”.
El abrazo de la música
Rafa Bipsiesna le da un enfoque afectivo a su música. Busca que sus canciones sean abrazos a la distancia para cualquiera que lo esté escuchando y conecte un acompañamiento para no sentir la soledad y desesperanza que arriben a la vida.
En sus propias palabras, con un susurro, Rafa Bipsiesna canta indirectamente en cada canción:
“Oye, sé que piensas que estás solo, pero realmente no lo estás y aunque yo no esté en un plano físico frente a ti y no te pueda dar un apapacho, quiero que sepas que esta canción que hice te puede dar lo que necesitas en este momento, para que sepas que sólo jamás vas a estar.”
Aunque la narración que esté plasmada en las piezas musicales haya sido experimentada por él, su objetivo, dice, es que los oyentes se sientan envueltos por las palabras moduladas con instrumentos y que la letra les permita identificarse con sus historias interpretadas.
“Y si ese fuera el caso, me sentiré satisfecho por haber realizado un buen trabajo”.
Por más que se vea en los créditos el nombre de Rafa Bipsiesna como el vocalista y compositor de la canción, esa obra les pertenece a todos, les pertenece a quien quiera; porque, en el fondo, en algún momento, y en ningún lugar, “todos son Bipsiesna”. Eso me dice Rafael. ¿O me lo dice Rafa?