Gabriela Wiener, “escritora, peruana, residente en España, en Madrid”, responde cuando le pido que se presente al iniciar esta entrevista. Pero es mucho más, también es activista, performer y periodista, la cosa es que es difícil diferenciar cuándo es una y cuándo es la otra. Para ella no hay diferencias.
Por más de 20 años se ha dedicado a poner el cuerpo y contar historias desde ese lugar en el que pocos nos aventuraríamos. Ese lugar de lo íntimo en el que sucede en el día a día, lo político.
¿Cuál es el valor de esto y por qué debería de importarnos la vida de una mujer migrante racializada, escritora y periodista, trabajadora latinoamericana que ha luchado desde su propia voz? Sus palabras van tejiendo las respuestas.
La escritura, un posicionamiento político
Gabriela Wiener visita México, entre otras cosas, para dirigir un encuentro-taller, del que puso en la descripción: “Desde la propia experiencia parte casi toda escritura, pero allí no acaba el proceso”. Así, quienes participamos hablaremos de nuestros proyectos de escritura y de la materia prima que es nuestra vida.
Me concede una entrevista y para ello tomamos algunos minutos al momento del descanso. Nos sentamos a platicar en un escalón frente a sillas y escritorios acomodados para la ocasión; estamos en una sala del Centro Cultural de España en México, justo al frente de la catedral de la capital.
¿Qué particularidades puede tener la autoficción para cuidarnos en comunidad?
Sí, toda literatura ficcional o del yo, autoficción o como queramos llamarla; una escritura situada desde el cuerpo de las personas, sobre todo de los márgenes, de las disidencias; es siempre una escritura que apela a la colectividad, a la comunidad. Y que se convierte en una experiencia, como lo hemos vivido en el propio taller, de un compartir y de inmediatamente provocar unos cuidados mutuos de escucha y por supuesto unos cuidados.
Creo que además es una escritura que hace falta para que empecemos a contar con otras voces que estaban siendo invisibilizadas durante mucho tiempo. Así que hay una inevitable sensación de identidad compartida al empezar a hablar a veces a través del grito y de la rabia y de una nueva pulsión subjetiva; una nueva mirada y voz que no existía en el mundo”.
¿Consideras que es también un trabajo de memoria histórica escrita desde abajo y en comunidad? Esta manera de hacer que las personas escriban desde la propia experiencia.
Sí, es la escritura que yo he practicado siempre, no sé hacer otra cosa. Entonces si me preguntan cómo lo hago, lo cuento. Luego he podido descubrir a escritoras que han teorizado sobre la necesidad de partir de la experiencia. Creo que toda literatura parte de la experiencia, luego es filtrada por la ficción, por otras cosas, pero toda literatura es experiencia.
“Ahora hablar de nuestra propia experiencia, contarnos, relatarnos, hacer crónica de nosotras mismas, que es lo que hemos venido a hacer hoy, creo que tiene una potencia subversiva espectacular para la transformación social y política. Desde luego no solamente en términos de visibilidad de esas otras, otres, sino también en la producción de ficción y de otros mundos posibles para soñarnos, imaginarnos distintos, en un mundo que está acabado”.
En este mundo acabado, Gabriela Wiener no habla de escribir desde cualquier experiencia. Dice que la poesía tiene ya la tradición de las escrituras desde lo personal, pero cuando la mujer lo hacía, en cualquier género, se había tomado por los hombres como literatura menor.
Los escritores, afirma en el taller, labraron éxito en las literaturas del yo, pero las escritoras tenían años trabajándolas. Entonces Wiener no habla de escribir desde un yo hegemónico; habla del yo mujer, un yo de disidencias, un yo racializado, colonizado; histórica y estructuralmente violentade.
Y así lo ha ejercido desde su novela, sus poemas y sus crónicas periodísticas escritas en primera persona. Ella subvierte las reglas del periodismo para trabajar de la experiencia el interés público y de la comunidad; pero los temas vienen desde lo íntimo: “Bienvenidos a mi webcama”, “Orgasmo que llora”, “Adiós, Ovocito, Adiós”, “Viaje a través de la Ayahuasca”, son algunas de sus crónicas recopiladas en el libro del 2008, “Sexografías”.
¿Cuáles consideras son los mayores problemas del periodismo hoy en día y qué caminos piensas debería de tomar?
Mmm vale, pues, creo que como siempre el principal problema del periodismo es que está subvencionado por multinacionales grandes, empresas antiecológicas explotadoras con lo cual su credibilidad está siempre en juego o por lo menos bajo sospecha.
“Cuando en España todos los periódicos aparecieron un día, los principales, con una falsa portada encima de la portada normal, de una publicidad de página entera del Banco Santander, te diste cuenta ahí de quiénes están operando detrás de los medios para que no se sepan cosas, para que no se investiguen profundamente otras, para favorecer a los poderes fácticos.
“Creo que eso siempre ha sido el problema del periodismo. Que son empresas con lo cual funcionan en un mundo empresarial, en una economía capitalista despiadada, con lo cual a mí muchas veces me parece todo un postureo y una pose la presunta objetividad de los medios.
Entonces claro, sé que debería decir que las fake news son el problema, ¿no? El hecho de que ya no se puede distinguir entre la realidad y la inteligencia artificial y tantas cosas que están pasando, y que parece que van a ser el fin del periodismo, pero bueno, hemos tenido esas sensaciones apocalípticas más de una vez y luego se ha vuelto a metamorfosear en otra cosa, como cualquier producto de la época”.
Absorta en su reflexión, continúa: “Creo que están pagando muy mal a los periodistas, están siendo o se prescinde de ellos directamente. Hay cada vez menos análisis. Hay cada vez menos investigación que es, creo, que es la base y para mí sería donde hay que invertir precisamente.
“Hay algunos medios de investigación en Latinoamérica que funcionan heroicamente y que también, obviamente, tienen que conseguir presupuesto como sea, ¿no?, subvenciones. Pero bueno, gracias a ellos, pues nos enteramos de cosas que los grandes medios no les gusta difundir. También evidentemente hay, ahora la información nos llega de otras maneras y no necesariamente pasadas por un filtro editorial, ¿no? Pero como te digo, no confío ni en el filtro editorial de los periódicos normales”.
¿Qué crees que es lo más crucial o crítico que se debería estar tratando por parte de la sociedad latinoamericana en este momento?
Bueno, hay que preguntarnos cómo se organiza el poder, ¿no? Hay que preguntarnos por qué lo estamos haciendo tan mal para que la gente de las bases populares voten a la ultraderecha. Por ejemplo, me gustaría preguntar por qué las izquierdas reales no existen, son una excepción donde están, y si hay otra manera de hacer política quisiera conocerla.
“Me pregunto también por qué en las coberturas periodísticas siempre están hechas por las mismas gentes; por qué no hay un periodismo migrante, no hay un periodismo afro, un periodismo indígena. Un periodismo así como hay un periodismo ya feminista, completamente establishment incluso. Cada vez más habría que intersectar, ¿no?, un periodismo antiracista por ejemplo, hace falta”.
Sí, totalmente. Igual creo que es importante el poder de las ficciones para poder darnos esas utopías y esas guías, ¿no?
Sí.
Y ahorita nos estamos preguntando, ¿cuál?
Así es.
Estamos a punto de retomar el encuentro-taller, este ejercicio político de dialogar sobre la fuerza de un yo nunca individual, pensar en nuestra experiencia en comunidad. Alcanzo a hacerle unas preguntas:
¿Dónde consideras que se encuentra tu escritura como parte de los procesos políticos?
¿De procesos políticos…?
Ajá, ¿en qué lugares de los procesos políticos se encuentra tu escritura?
Bueno, me parece que la literatura debe recuperar su potencia política. Creo que desde el recoger los discursos que están en las periferias, ¿no?
“Con tener esas voces, eso subvierte obviamente el orden cuando el protagonismo lo tienen finalmente otres; y que no son historias como las que escribía, no sé, Vargas Llosa, básicamente de revoluciones fracasadas o de culturas o comunidades atrasadas, ¿no? Que esa era la literatura de ideología neoliberal que se nos metió en la cabeza.
“Y sin embargo, cada vez más veo la importancia de rescatar también las obras de los escritores que tenían por supuesto una visión mucho más, pues desde el otro lado; que escribieron sobre las revoluciones, el sueño, y el romantizar las revoluciones como la única manera de participar y en que este mundo sea distinto.
“Entonces sí creo, creo que tenemos que producir, leer, y recuperar ese tipo de literatura que de verdad esté comprometida con el cambio, y que vaya hacia un momento revolucionario que es con el que mucha gente soñamos, ¿no?”.
Según Chat GPT Gabriela Wiener “es una escritora y periodista peruana destacada por su enfoque introspectivo y crítico sobre temas de identidad, sexualidad y género. Entre sus obras más destacadas se encuentran “Llamada perdida” (2009), una colección de relatos que exploran las relaciones y la vida urbana; “Nueve lunas” (2011), una novela sobre la maternidad desde una perspectiva personal; “Sexografías” (2015), un análisis crudo y reflexivo de la sexualidad y el género” Chat GPT no sabe que en 2023 publicó la novela autobiográfica Huaco Retrato, aunque LuzIA sí, y apunta que “explora temas de identidad, cultura y la relación con el cuerpo a través de un enfoque personal y poético”.