Radio Aguilita: dialogar para transformar La Merced
Foto: Carlos Acuña

Siete minutos necesita Joaquín Aguilar Camacho para captar la atención de la gente. En la Plaza Juan José Baz, mejor conocida como La Aguilita, los locatarios bajan el volumen de sus bocinas, los diableros y transeúntes se detienen un rato, los adultos se acomodan para tomar el sol: así inicia la conversación que, desde hace 17 años, Joaquín mantiene con el barrio de la Merced a través de Radio Aguilita.

Aguilar, un músico y gestor cultural de 59 años, describe su proyecto como un “dispositivo socio-cultural”. El dispositivo es simple: dos micrófonos, dos bocinas, una mesa, poco más. Con sólo esto, cada dos miércoles Aguilar conversa durante dos horas con cualquier interesado en el barrio de La Merced y lo transmite a quien quiera escucharlo, simulando un programa de radio en vivo. 

Radio Aguilita es un proyecto de “radio bocina comunitaria”, una pausa entre el ritmo acelerado de locatarios y clientes de La Merced. La “radio bocina” comenzó como una iniciativa del centro cultural Casa Talavera, junto a estudiantes de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). El primer objetivo era promover las actividades del centro;, sin embargo, al instalarse notaron que vecinos y comerciantes de la plaza querían un espacio de diálogo permanente. 

—Radio Aguilita no la hace Joaquín —dice Aguilar mientras saborea una orden de churros sopeados en café caliente—, la hacen todos: Casa Talavera, los estudiantes de la UACM, la comunidad dándome luz, sombra y su autorización. La hacen los que van caminando y se detienen a compartir su palabra. La hacen un chingo de aliados creadores que, sin un peso, vienen y tocan un instrumento o presentan un libro.

Escándalo

Según reza una placa de cerámica instalada en el muro de una de las vecindades que rodean la plaza, La Aguilita debe su nombre a que en este lugar “estuvo el islote donde los aztecas hallaron el águila posada sobre un nopal devorando una serpiente”, en 1325. Aquí nació Tenochtitlán, de acuerdo con esta versión.

Para Joaquín Aguilar todo comenzó en 2006. En aquella época, la plaza era habitada por una multitud de personas en situación de calle; predominaba la basura y un desorden sonoro compuesto de gritos y música que brotaba desde distintas bocinas, una en cada comercio. El escándalo hacía de la plática algo difícil y, de tantas bocinas sonando al mismo tiempo, ninguna canción se entendía.

Para su primera emisión, Joaquín habló con los 41 locatarios de aquel entonces, les pidió el visto bueno para hacer el programa y moderar el volumen por un par de horas. A través del micrófono solicitó una cubeta con agua y una escoba para barrer a su alrededor. Con el paso de las semanas, más personas se sumaron a la limpieza de la plaza. 

Alejandra Hernández, una de las actuales colaboradoras de Radio Aguilita. Foto: Hugo Salvador Bollo

—La recuperación no era poner bonita la plaza, sino que la gente se apropiara de su espacio público —asegura Aguilar—. Hoy no necesitamos autoridades para regularnos y tener un espacio decente.

Los vecinos coinciden:

—Es bueno para que la gente pueda opinar —dice Víctor Hernández, taquero de Tripolandia—. Se han unido los locatarios y, gracias a eso, ha cambiado la luz, el jardín y la vigilancia.

—Muchos comerciantes de aquí tenemos hijos. Luego, Joaquín trae cosas de manualidades y está bien, porque los niños están un rato ahí y se distraen —cuenta una locataria que atiende una tienda de regalos desde hace 15 años—. Y, ahora, los policías están más al pendiente.

El diálogo es una herramienta de paz. Joaquín está convencido de ello. Entre enero de 2019 y enero de 2023 se han registrado sólo dos robos a transeúnte en la plaza, algo que contrasta con los altos índices delictivos que presentan las calles aledañas. Los registros muestran que esta plaza es más segura que el mismo Zócalo de la Ciudad de México, ubicado a ocho cuadras: se registraron ocho robos en el mismo periodo, según datos de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México.

Parlanchín y dicharachero, obsesionado con la conciencia ciudadana, enamorado del barrio de La Merced y de su historia, Joaquín Aguilar se declara un abierto opositor a las dinámicas de gentrificación en los barrios de la ciudad y un defensor del espacio público: Radio Aguilita y su ejercicio comunitario son sus armas.

—Hacemos terrorismo cultural, que es irrumpir en la formación individualista, gandalla y desinteresada que forman las instituciones. Nuestro modelo se basa en humanizarnos, ponerle un rostro más humano al corazón. Ahí, la radio bocina es un medio de comunicación ciudadana donde, a través de la palabra, buscamos generar procesos de reconfiguración individual y colectiva.

La “radio bocina” como proyecto de vida

Es miércoles por la tarde en Plaza La Aguilita: los comerciantes corren cargando la mercancía, una señora en silla de ruedas escucha con atención, los vendedores ambulantes bajan el volumen de sus bocinas. El Café Bagdad le presta una toma de corriente eléctrica a Aguilar y, una vez instalado, se toma unos minutos para pedirle a una persona en situación de calle que deje de maltratar una de las áreas verdes de la plaza. Después, saluda a la taquería Tripolandia y a algunos vecinos que van pasando. Así da inicio el cuarto programa de la nueva temporada de Radio Aguilita.

La primera experiencia de Aguilar en una radio comunitaria fue en 1995, cuando se dedicaba a difundir las actividades del Centro de Arte y Cultura Circo Volador, en la alcaldía Venustiano Carranza. En el año 2000, la Secretaría de Cultura del Distrito Federal lo invitó a participar en las actividades del recién creado Faro de Oriente, en la alcaldía Iztapalapa. Allí también usó el formato de radio bocina para difundir el trabajo artístico de los estudiantes.

Guitarrista veracruzano
Bartolo Rosas Flores, un guitarrista veracruzano, pide espacio para interpretar unas piezas. Foto: Carlos Acuña

Este 2023, dos jóvenes lo acompañan en Radio Aguilita: Alejandra Hernández, estudiante del doctorado en Estudios Latinoamericanos en la UNAM, graba el programa con ayuda de su celular y un tripie; y Eduardo Rincón, gestor cultural en formación, apoya en la instalación del equipo de audio.

—El secreto de Radio Aguilita es el diálogo. Yo fui a hablar con cada uno de los locatarios para preguntarles si me daban permiso de hacer una radio bocina un día a la semana con música, actividades artísticas y diálogo, mucho diálogo. A la gente le pareció bien la idea. 

Para la emisión del primero de marzo de 2023 Aguilar invitó a tres estudiantes mujeres a platicar de violencia de género y feminismo. El debate provocaba reacciones evidentes en los vendedores de dulces o cigarros, en las comerciantes, los barrenderos y diableros. Una vendedora de quesadillas se acerca y toma el micrófono; luego, un guitarrista veracruzano —bonachón, de camisa y sombrero— pide un chance para cantar “Una página más”, del compositor Gabriel Ruiz Galindo. 

En cada emisión Aguilar combina un poco de radio tradicional —entrevistas a especialistas, debates entre invitados y discusión de noticias— con una característica propia de la radio comunitaria: hablar de los presentes, integrar al territorio. “Somos como un Frankenstein, un híbrido de varios formatos de medios de comunicación”, asegura.

Mercado de La Merced: el incendio y la amenaza

El 27 de febrero de 2013, el Mercado de La Merced enfrentó un incendio que destruyó 70% la Nave Mayor: el mercado más grande, de los once, que conforman la Merced. El entonces jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, detalló que el siniestro afectó cerca de siete mil metros cuadrados del mercado, el equivalente a mil 300 locales. Fue entonces que Raúl Mejía, coordinador del colectivo Keren Tá, le pidió a Aguilar llevar Radio Aguilita al interior de los mercados. 

—La gente en los mercados empezó a hablar de sus problemas —asegura—. Empecé a invitar a especialistas al mercado para hablar de las problemáticas que me pedía la gente o de lo que tenían dudas. Entonces, la radio bocina se volvió una asesoría legal, filosófica y ética en los mercados. Pero a los académicos los bajamos de su nube —matiza—, así la palabra se vuelve no rimbombante sino común. 

Eduardo Rincón, colaborador de Radio Aguilita. Foto: Carlos Acuña

Por otro lado, sigue Aguilar, frente a los intereses partidistas, “la radio bocina se volvió el actor que unificó a todos los mercados”. 

Además, a la emergencia del incendio se sumaba otra preocupación: los intentos gubernamentales y empresariales por apoderarse de la economía que mantiene en pie el mercado y en el barrio de La Merced. Se trata de un capital gigantesco que, para 2020, de acuerdo a la actual jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum,  genera mensualmente más de 205 millones de pesos. 

La amenaza tenía un nombre: Plan Maestro de Rescate Integral de la Merced.

El Plan surgió del Concurso del Anteproyecto Conceptual para el Plan Maestro de la Merced, que en 2013 premió la propuesta coordinada por los arquitectos Carlos Marín y José Muñoz Villers. El proyecto ha realizado una inversión de 240 millones de pesos para “repoblar la zona y mejorar la convivencia social” y “delinear una estrategia de diversificación económica para el sector gastronómico y turístico”.

Luego de tres años de diálogo, en 2016 los locatarios del mercado se unieron para frenar el Plan Maestro. Hoy está en suspenso, pero en los documentos mantiene vigencia hasta el año 2030. Joaquín Aguilar afirma que ha buscado información del Plan y sólo ha encontrado documentos incompletos. “A veces pienso que ni es plan ni es maestro”, se ríe.

Según el doctor en urbanismo Víctor Delgadillo, profesor de la UACM y una de las personas que más ha investigado el territorio de La Merced, el Plan se funda en una premisa: el deterioro de los mercados requiere “modernización” a través de la inversión privada, con una lógica que pretende mercantilizar el patrimonio cultural de La Merced. 

“La voluntad del gobierno local por modernizar se traduce en atraer a otros consumidores —escribió Delgadillo en 2016—, dirigir las transacciones de compraventa tradicionales hacia flujos bancarizados”.

Radio Aguilita contra la gentrificación

En 2016, Joaquín fue invitado a llevar Radio Aguilita a España, como parte de un intercambio con la red Contested Cities y la Universidad Autónoma de Madrid. “Mi eslogan, allá, fue: ‘Vine a poner el desorden’”; y, aunque ríe, la broma va en serio: Madrid, explica, es una ciudad donde la regularización del espacio público es estricta. Su logro fue que, tras las actividades y conversatorios, comunidades en Margaritas y Getafe adoptaran la radio bocina como medio de comunicación local.

Durante una charla sobre la gentrificación en América Latina, Aguilar defendió la radio bocina como un proyecto de “in-gentrificación” o “contra-gentrificación“. Él define este concepto como el esfuerzo de las comunidades por resistirse o insertarse a la gentrificación para no ser desplazados y participar en los cambios a su espacio urbano. 

—Hemos aprendido que el espacio público conlleva, más allá de solo caminar placenteramente en tu ciudad, construir relaciones comunitarias bien tensas en la pura y cotidiana acción del encuentro con el otro.

Joaquín Aguilar en la Plaza del Aguilita
Joaquín Aguilar en la Plaza del Aguilita. Foto: Carlos Acuña

Hoy, la radio bocina ha regresado a la Plaza El Aguilita después de interrumpir el ejercicio durante varios años, a causa de la pandemia. Joaquín Aguilar cree que es tiempo de dar un siguiente paso. Con el propósito de mantener al ciudadano en el centro de las políticas públicas, la siguiente meta es crear un Observatorio Ciudadano de Cultura en La Merced. Quiere incentivar la acción participativa, cuestionar a las autoridades e informar a las personas sobre las decisiones políticas en la comunidad.

—La educación no nos enseña a ser ciudadanos —dice—. Creemos que basta con votar cada día de elecciones, no asumimos una corresponsabilidad en nuestra plaza, en nuestra ciudad y nuestro país.

Una plaza es siempre un territorio menos abstracto que la patria. Construidas a escala de sus habitantes, las plazas son el lugar donde vecinas, niños, comerciantes, marchantes y trabajadores pueden encontrarse, reconocerse y organizar lo común. Casa Talavera y Radio Aguilita entienden que el uso de estos espacios es un derecho: a través de la radio bocina, buscan no sólo ejercerlo sino propiciarlo.

—Esos son los alcances de un proyecto sociocultural —afirma Aguilar—. Yo le diría a los funcionarios que siguen apostándole a que la lucha contra la inseguridad es sólo con más policías y más armamento que les falta barrio.