Fotos: Eunice Adorno/ Texto Violeta Santiago
La ciudad amanece de noche y sus calles silenciosas empiezan a poblarse de pasos veloces, de luces que se encienden, de personas en las que aún pesa el sueño mientras van en el transporte público. Son las 6 de la mañana, pero todavía está oscuro. Entre la prisa de la gente y la pereza de los rayos del sol: así es como se vive un amanecer en el horario de verano.
Este domingo 30 de octubre amaneceremos con el reloj atrasado una hora para regresar al horario tradicional, también llamado horario de invierno u horario estacional. Pero eso no es todo: por una iniciativa del presidente Andrés Manuel López Obrador, que aprobó el Congreso, en este 2022 se eliminará el horario de verano. Es decir, después de este cambio de horario no volveremos a adelantar el reloj en verano ni a atrasarlo en otoño.
Pero, ¿por qué solíamos adelantar o atrasar el reloj una hora, dos veces al año?
Esto ha ocurrido en México desde 1996. A partir de entonces, cada primer domingo de abril se adelantaba el reloj y cada último domingo de octubre, se volvía atrasar. La idea detrás de esta iniciativa, de acuerdo con el Fideicomiso para el Ahorro de Energía Eléctrica (FIDE), era que hubiera un ahorro de energía eléctrica porque en el horario de verano el atardecer suele ocurrir entre las 7 y las 8 de la noche. Es decir, que era posible salir a las 8 de la noche y notar que aún había algo de luz. La propuesta también auguraba que habría beneficios como “el mejor aprovechamiento de luz natural para realizar actividades sociales y productivas” o “acceso a una hora más de sol y luz natural”, que a su vez se relacionaba con “mayor seguridad pública”.
La medida, no obstante, no fue bien recibida por todas las personas. Incluso, desde 2002 a la fecha —de acuerdo con El Financiero— hubo cerca de 40 intentos por quitar el horario de verano a nivel nacional o en ciertos estados.
En 2015, el Gobierno de México envió un comunicado donde se exponía que el horario de verano logró un ahorro en el consumo de energía eléctrica de 1,035.52 gigawatts hora, lo equivalente al gasto anual de electricidad de poco más de medio millón de casas con un consumo muy bajo (289 kilowhatts hora, por bimestre). Para 2021 este ahorro habría caído a la mitad.
El argumento para quitar el horario de verano, según la actual secretaria de energía, Rocío Nahle, es que el ahorro actual no representaría ni el 1% del consumo energético nacional y que esto se debe al avance tecnológico y la eficiencia energética de nuevos productos: los focos y aparatos que usamos, en teoría, consumen menos energía que hace dos o tres décadas.
De acuerdo con el investigador del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM, Raúl Aguilar Roblero, las personas sí podría resultar afectadas por el horario de verano. La principal afectación se localizaría en el ciclo del sueño, no obstante, las molestias del horario de verano en algunas personas tampoco representarían “un gran daño”, según Aguilar.
Esto no significa que todas las personas están en contra del horario de verano. Hay estados como Quintana Roo que, desde 2015, mantiene el horario de verano como permanente, pues el gobierno local considera que tener más horas de luz por la tarde beneficia al turismo. Sonora también ha convertido el horario de verano en su horario de siempre.
A pesar de las discusiones —a favor o en contra— el fin del horario de verano es un hecho en este 2022. Eso significa que el próximo abril ya no habrá que adelantar el reloj ni “perder una hora de sueño”. Para quienes acostumbran levantarse temprano verán que amanece pronto; para quienes terminan sus actividades por las tardes, verán caer el sol más temprano. Mientras se discuten los pros y contras, lo único seguro es que podremos conocer el impacto de esta medida hasta el próximo año.