Es lunes 28 de septiembre, dos y media de la tarde, y cientos de mujeres marchan del Monumento a la Revolución rumbo al Zócalo para exigir la despenalización del aborto a nivel nacional, en el Día de Acción Global por el Acceso al Aborto Legal y Seguro.
Avanzan durante 13 minutos. Caminan unas cuantas cuadras sobre Avenida Juárez, hasta que cientos de policías les cierran el paso, las rodean entre Balderas y Humboldt, y las encapsulan por poco más de cuatro horas.
“¡Déjennos salir, déjennos salir. ¡Esto también es secuestro!”, gritan las manifestantes.
Encaran a las personas policías. Pero las mujeres que protestan en ese primer contingente no logran romper el cerco.
La presencia policiaca era abrumadora: había mil 750 policías mujeres del Grupo Atenea, según un reporte de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC). A ellas había que sumarle un número no especificado de oficialas de tránsito, policías hombres, elementos del grupo de Operativos Especiales, y efectivos de la Policía Bancaria e Industrial (PBI). Estos últimos protagonizaron otro encapsulamiento de un contingente de unas 200 manifestantes.
El cubrebocas no protege contra el gas de la policía
Entre Balderas y Humboldt, las policías de Atenea hicieron el primer encapsulamiento. Entre las 14:50 y las 17:00 horas, las manifestantes permanecieron rodeadas por los elementos que, con escudos y extinguidores en mano, impedían el paso a quienes quisieran incorporarse a la manifestación.
Vestidas de negro, con pañuelos verdes y pasamontañas, las jóvenes encaran a las policías. Les avientan agua, botellas de plástico y golpean sus escudos con tubos y martillos. El grupo policial responde rociando con gas a las mujeres. Los cubrebocas –un requisito explícito para participar en la protesta en plena pandemia de COVID-19– no impiden que el humo irrite los ojos, la garganta y la nariz. Las propias Ateneas retroceden unos pasos para alejarse del humo.
“¿A dónde van? ¡No se muevan, ya no se muevan!”, les grita un policía en jefe y las Ateneas refuerzan el cerco.
Las manifestantes aprovechan para seguir avanzando hacia las policías. Forcejean con ellas para quitarles sus escudos y, entre la niebla provocada por los gases, explota un cohete. Las jóvenes corren hacia atrás con un triunfo en las manos: lograron arrebatar 23 escudos a las policías. Avanzan con ellos y arman su propia valla para protegerse, justo en el centro de los cuatro grupos policiacos que las rodean. El resto de manifestantes se coloca detrás de ellas y canta: “Cantamos sin miedo, pedimos justicia / Gritamos por cada desaparecida/ Que resuene fuerte: ¡Nos queremos vivas! / Que caiga con fuerza el feminicida”.
En el extremo derecho, las policías se hincan y colocan los escudos frente a sus rostros y encima de sus cabezas, como si formaran unas pequeñas cápsulas para protegerse. Una de las manifestantes camina hacia ellas, se quita la blusa, levanta las manos y las cuestiona: “¿por qué, si sólo pedimos respeto?”
Encapsulada pero libre
A los pies de las policías que impiden el avance de la marcha, un letrero: “Jocelyn. Lesvy. Fátima. Ingrid. Mariana. Guadalupe. Jessica. Monse”. Nombres de mujeres víctimas de feminicidio. También hay nombres de mujeres criminalizadas por abortar.
Nadia observa y llora mientras escucha a sus pares que, sentadas ahora a media calle, exigen justicia. Ya transcurrieron dos horas y permanecen encapsuladas. La policía las roció varias veces con gases verdes, blancos, naranjas y rosas.
“Es muy catártico”, dice.
Es la primera vez que Nadia acude a una protesta feminista y la emoción la desborda. Hace unos meses abortó, también, por primera vez. Llora porque está libre, dice.
Y en medio de los dos frentes policiacos, 20 manos la abrazan.
“¿Y por qué marchan?”
Esta mañana, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, ha deslizado una acusación grave contra las mujeres que mantienen tomada las oficinas de la CNDH en la calle República de Cuba, en el Centro Histórico. Las relaciona con una empresa facturera vinculada con políticos del PRI. Exhibe supuestas pruebas: fotos de redes sociales de una empleada de esa empresa que les entrega víveres a las okupas.
Por la mañana, también, ha dicho: ¿por qué marchan a favor del aborto en la Ciudad de México, si aquí el aborto es legal desde hace 13 años? La respuesta de feministas y activistas en las redes sociales es contundente: la acusan de criminalizar la protesta. Por la tarde, con el encapsulamiento a las mujeres en Avenida Juárez, la acusación es más fuerte aún: de traición a la agenda feminista que prometió llevar al Palacio del Ayuntamiento.
Quemar una bandera
Son las cinco de la tarde y la Policía deja avanzar a las mujeres hacia la Antimonumenta (un monumento de protesta por la violencia de género y de homenaje a la memoria de las víctimas de feminicidio). Las mujeres avanzan a paso lento, rodeadas todavía. Apenas llegan a la altura del Palacio de Bellas Artes y de nuevo son encapsuladas.
Mientras tanto, en Eje Central, otro contingente de mujeres realiza un mitin y exige el retiro de la Policía. Ellas están cercadas también.
Avenida Juárez, el Eje Central y las calles de Madero y Cinco de Mayo están cerradas por cientos de policías.
Resignadas, las jóvenes inician un carnaval. Bailan en círculo y queman una bandera. Son rociadas otra vez con gases. Responden y se enfrentan con las Ateneas.
“Esto también es por ustedes, ¿no se dan cuenta? Cuando te pase algo, ¿quién va a salir a gritar por ti?”, lanza una de las manifestantes a las mujeres policías.
La Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) asegura en Twitter que no se ha utilizado gas lacrimógeno ni gas pimienta, pero Diego Romo, voluntario de la Brigada Humanitaria Paz Marabunta lo duda: han atendido a mujeres con afectaciones en la vista, con problemas para respirar, síntomas que observan cuando se utilizan esos gases, así como con daños por esquirlas.
“Tenemos evidencia para que vean que es real que la Policía es quien está intentando provocar para que las chicas respondan y se dé el enfrentamiento”, explica.
Otras participantes se sientan en la calle. Preguntan la hora, mueven los pies, corren e intentan no quedar en medio de los enfrentamientos.
“¿Por qué tanto tiempo encapsuladas? ¿Quieren esperar a que llueva? Ya nos cansaron, qué más quieren hacer”, cuestiona una joven.
Después de al menos tres enfrentamientos, en los que resultaron lesionadas 43 mujeres policías y 13 manifestantes, alrededor de las 19:15 horas, la Policía por fin rompe el cerco y permite que las mujeres avancen libremente.
Las jóvenes toman entonces Eje Central, se dirigen a Garibaldi, giran a la izquierda, marchan por Paseo de la Reforma y en Avenida Hidalgo concluyen la protesta.
Con los pañuelos verdes y morados ondeando gritan: “¡Sí se pudo, sí se pudo!”.