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En comunidades de México, cientos de personas trabajan para proteger a las tortugas marinas (Ilustración: René Zubieta).

Campamentos tortugueros: la lucha contra la extinción y la precariedad

Salvar de la extinción a la tortuga marina es la meta en común de los campamentos tortugueros en México. Con recursos propios y donativos, los campamentos operan durante todo el año para salvaguardar a la tortuga de su peor depredador: el ser humano. 

Por: Paola Flores Solis
Mentoría: Alejandro Castro
Fecha de publicación: 23 de abril, 2024

Al llegar la primavera, la especie más pequeña de tortuga marina que anida en México, se arrastra entre camastros y turistas para conseguir enterrar sus huevos en la oscura arena de la playa Las Barras, en la costa norte de Veracruz. 

A diferencia del resto de los quelonios esta tortuga, conocida como Lora, sale a depositar sus huevos de día, cuando el sol está en su punto máximo, lo que incrementa las dificultades para que consiga su objetivo, ya sea por la actividad humana o por los depredadores. 

Para proteger esta especie, que pesa apenas 49 kilos, y lograr que eclosione la mayor cantidad de huevos posibles, es necesario el trabajo de la bióloga Adriana Yañéz y su familia, que operan el campamento tortuguero Las Barras, en el poblado de Tuxpan.  

Tortuga Lora desovando en las playas de Tuxpan, Veracruz (Foto: cortesía de Adriana Yañéz). 

Este campamento lo fundó el abuelo de Adriana hace más de 30 años y desde hace 15, ella encabeza la misión de proteger a esta especie,  que es de las más vulnerables porque su distribución se restringe al Golfo de México y sureste de Estados Unidos. 

La tortuga Lora está catalogada como especie en peligro de extinción por la Norma Oficial Mexicana-059-SEMARNAT-2010. Yañez dice que en 2023, se registraron únicamente 107 nidos en su campamento. 

Pero no es la única amenazada. En México llegan a desovar seis de las siete especies de tortugas marinas que existen en el planeta. Se trata de las comúnmente conocidas como Golfina, Laúd, Prieta, Lora, Verde, Caguama y Carey, todas incluidas en la lista roja de especies en peligro. 

Como Las Barras, otros campamentos en México se dedican a la conservación de tortugas marinas. Son tan importantes, que si no existieran, varias especies estarían ya localmente extintas, afirma la especialista Gisela Maldonado Saldaña, vicepresidenta del Grupo Tortuguero del Caribe AC, asociación civil creada para compartir conocimiento, proteger y conservar a las tortugas marinas.  

Maldonado explica que en zonas pesqueras, históricamente las tortugas eran capturadas para aprovechar su carne, piel y huevos. Esto las puso en peligro y a partir de 1990, se estableció una veda total e indefinida, pero esto no detuvo por completo los riesgos a los que se enfrentan las tortugas. Por eso,  en diferentes puntos del país se han instalado campamentos para su conservación y protección. 

Pero estos campamentos no reciben ningún apoyo económico de parte del gobierno federal. Los campamentos operan con recursos propios o donativos que obtienen a través de actividades turísticas, como la liberación de las crías y quienes trabajan ahí, lo hacen principalmente de forma voluntaria. 

En el campamento Ventanilla Santa María Tonameca Pochutla, ubicado en la costa de Oaxaca, los voluntarios obtienen recursos del turismo comunitario, la venta de artesanías y la pesca. 

Con esos recursos, se sustentan y compran herramientas necesarias para el cuidado de los nidos, como termómetros y malla ciclónica, cuenta Faustino Escamilla, el responsable de la brigada. 

A este campamento arriban las especies Golfina, Laúd y Verde, que anidan principalmente en el verano y otoño. 

Crías de tortugas laúd siendo liberadas en Oaxaca (Foto: Cortesía de Faustino Escamilla). 

Además de no recibir dinero público, Escamilla cuenta que quienes tienen campamentos se enfrentan a la burocracia para el trámite de servicios de operación. 

Corriente Alterna solicitó una entrevista a la institución encargada del Programa Nacional de Conservación de la Tortuga Marina, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), a través de su oficina de comunicación social, pero tras dos meses y al cierre de esta publicación, no se concretó.  

Aunque las tortugas marinas están protegidas por dos Normas Oficiales (059 y 162, Semarnat), la Conanp opera únicamente 40 centros tortugueros, mientras que comunidades y organizaciones de la sociedad civil operan por lo menos otros 174, según datos de la Semarnat.

Maldonado Saldaña apunta que las tortugas marinas son importantes porque son parte de las cadenas alimenticias que mantienen en equilibrio los ecosistemas. 

Por ejemplo, la tortuga Carey se alimenta de esponjas de mar y los trozos que caen cuando come son aprovechados por otros peces pequeños. En el caso de la tortuga Laúd, es  una controladora de poblaciones de medusas, pues se alimenta de ellas, lo que a su vez evita que haya un decremento en poblaciones de peces que comen las medusas. 

También son indicadores de cambio climático. “Las tortugas son como el canario en las minas, podemos saber que pasa en el ecosistema a través de ellas”,  puntualizó Maldonado, ya que por su alimentación pueden almacenar microplásticos y toxinas que se encuentran en el mar, lo cual permite conocer el estado de contaminación en el ecosistema. 

Retos que las tortugas marinas enfrentan por causa humana. 

Faustino Escamilla dice que ellos no protegen a las tortugas de sus depredadores naturales como aves, cangrejos y peces, sino de las amenazas humanas. 

A pesar de que cada zona tortuguera del país tiene desafíos distintos, hay peligros generalizados, como la pérdida de los ecosistemas por actividad humana.  

Por ejemplo, Héctor Lizarraga, director ejecutivo del Centro Ecológico Akumal, ubicado en el norte de Quintana Roo, dice  que una de las principales problemáticas en su zona son los cambios de uso de suelo. 

“En la zona de dunas se quita la vegetación nativa y se pone arena externa y plantas no nativas, se cambia el perfil de playa y esto incide en una mayor erosión”, puntualiza. 

Se promueve el turismo, dice, pero aleja a las tortugas por factores estresantes como  el ruido y las luces.

También las poblaciones de tortugas se han visto afectadas por la pesca incidental con redes de arrastre  y los saqueos de nidos, dice Gisela Maldonado. 

La experta añade que la presencia de microplásticos es otro de los grandes desafíos, pues se ha identificado su presencia incluso en embriones de tortuga.

Otros escenarios son posibles

Para detener la extinción, Maldonado apunta que la educación ambiental es clave. Indica que los responsables de los campamentos tortugueros son conscientes de ello y desde hace algunos años acompañan su trabajo con actividades de liberación de crías y explicaciones sobre el papel de las tortugas en los ecosistemas. 

La liberación de tortugas se ha vuelto una actividad turística cuyo objetivo es crear consciencia (Foto: Cortesía de Faustino Escamilla). 

Adriana Yañez coincide en que  se requiere más difusión para ayudar a la conservación de las tortugas. 

Faustino Escamilla da un ejemplo de cómo los campamentos han propiciado cambios. En la Ventanilla, Oaxaca, donde se solía capturar a las tortugas marinas, se cambió la cacería por la conservación, pues los antepasados de las personas  que hoy protegen los nidos, eran quienes  se dedicaban a la extracción y comercio de huevos. 

“La presencia de campamentos es un factor muy importante para la especie”, concluyó. 

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