El efecto Matilda es una práctica de minimización y borrado de las mujeres científicas. Descubrimientos revolucionarios de investigadoras como la matemática Sophie Germain, la física Lisa Meitner y la química Rosalind Franklin fueron inicialmente atribuidos a hombres.
“Las mujeres en algún tiempo escaseaban en la ciencia no tanto porque no estuviéramos interesadas sino porque era más difícil llegar a esos lugares”, explica Paula Ximena García Reynaldos.
Las historias de estas y otras científicas borradas de la sus propios descubrimientos fueron compiladas por García Reynaldos, doctora en química y profesora en la UNAM.
La antología Mujeres en la ciencia, rescata 28 biografías de mujeres europeas y estadounidenses que cambiaron el curso de la ciencia, a pesar del difícil acceso que enfrentaron a los espacios investigativos, reservados durante siglos para los hombres.
La compiladora detalla que trató de encontrar vínculos entre las biografías para crear una narrativa cohesiva en el libro, que se organiza en cinco capítulos, desde Hipatia de Alejandría hasta el siglo XX. “En química somos muy buenos en encontrar cosas que no se ven a simple vista, en hallar conexiones invisibles”.
El quinto y último capítulo se centra en el efecto Matilda, un concepto introducido por la historiadora Margaret Rossiter en 1993 en honor a la sufragista Matilda Joslyn Gage, para describir cómo las contribuciones de las mujeres a menudo han sido ignoradas o atribuidas a hombres. Este capítulo arranca con la historia de Sophie Germain, que usó el seudónimo “Sr. LeBlanc” para presentar sus trabajos matemáticos, incluyendo una correspondencia notable con Carl Friedrich Gauss que impactó la teoría de números que seguimos utilizando hoy.
También se examina la vida de Caroline Herschel, la astrónoma alemana que descubrió varios cometas y nebulosas, pero que quedó eclipsada por su hermano. Su reconocimiento solo llegó después de su muerte en 1848.
Rescata, además, la historia de Rosalind Franklin: a pesar de su contribución crucial para el modelo de la doble hélice del ADN, el reconocimiento fue a parar a Watson y Crick, que ganaron el Premio Nobel en 1962 con este hallazgo.
El capítulo también hace mención de la injusticia hacia Lise Meitner, que, junto a Otto Hahn, descubrió los principios de la fisión nuclear en la década de 1930. Cuando llegó el momento de otorgar reconocimientos, solo Hahn recibió el Premio Nobel de Química en 1944, mientras que el trabajo de Meitner quedó en gran parte olvidado.
La problemática del efecto Matilda refleja una desigualdad que persiste en la actualidad. Según datos del INEGI de 2023, solo el 39% de las personas investigadoras en México son mujeres, debido, según el informe, a barreras de entrada y promoción, así como a una falta de reconocimiento de sus contribuciones. [Más información aquí].
El Global Gender Gap Report 2023 del World Economic Forum estima que, al ritmo actual, se necesitarán más de 131 años para cerrar completamente la brecha de género a nivel mundial. [Consulta el informe completo].
Las biografías en Mujeres en la ciencia fueron inicialmente publicadas en la revista ¿Cómo ves? por diversas autoras y autores. Gloria Valek, jefa de redacción, destaca la importancia de revertir las inequidades de género en la ciencia. “No reunimos artículos según las distintas temáticas de la ciencia sino que lo hacemos a partir del género, no solo para festejarlas sino para darles voz y justicia”, explica Valek.
García Reynaldos destaca que, aunque se ha avanzado en reconocer a mujeres en campos científicos, la lucha contra el olvido y la desigualdad está lejos de terminar. “No porque no existieran muchas historias de mujeres en la ciencia, sino porque una parte de mí quería encontrar más”.
Un ejemplo del borrado en México que no aparece en el libro es el de la bióloga Luz María Villarreal de Puga, pionera en estudiar la flora en zonas áridas del norte del país. Su obra, aunque esencial para entender la adaptación de las plantas a climas extremos, recibió reconocimiento muchas décadas después de su trabajo inicial.
Algunos nombres más de científicas mexicanas que no están en la antología y cuya memoria está por recuperarse son Matilde Montoya, la primera mujer en titularse de la carrera de Medicina; la bióloga María Agustina Batalla Zepeda, fundadora del herbario de la Facultad de Ciencias; Alejandra Jáidar, la primera física mexicana o Enriqueta González Baz, la primera mujer en recibir un título en Matemáticas.
Durante la presentación del volumen en la Fiesta del Libro y la Rosa, una lectora expresó su entusiasmo por la importancia de estos esfuerzos: “Es un libro para mí y le llevo otro a mi nieta porque me parece importantísimo motivar a las niñas a seguir el camino de la ciencia”.