Internet feminista: las consecuencias reales de la lucha “online”
El #MeToo mexicano impulso el crecimiento del activismo feminista en internet. Hoy en día, en ese espacio virtual se hacen las convocatorias a marchas y acciones contra la violencia de género. / Marcha del 8M en Ciudad Nezahualcóyotl. Foto: Andrea Murcia

El estallido en redes sociales del #MeToo mexicano en marzo de 2019 reabrió viejas heridas para Claudia y Estefanía, dos reporteras jóvenes que vivieron acoso sexual en el trabajo. Ambas se vieron reflejadas en los casos que circulaban de manera anónima en Twitter y esto les dio el empujón que necesitaban para contar sus historias. Como centenares de mexicanas, se apropiaron de las redes sociales para convertirlas en un espacio de lucha feminista contra la violencia de género, una lucha que sostienen hasta el día de hoy.

El 23 de marzo de 2019, la colectiva Periodistas Unidas Mexicanas (PUM) abrió una cuenta en Twitter para compartir señalamientos de acoso y hostigamiento sexual laboral en el gremio periodístico. En dos semanas publicaron 250 señalamientos acerca de 197 presuntos agresores —12 de ellos tenían entre 3 y 5 denuncias.

Claudia Ocaranza, periodista de investigación que hoy tiene 31 años de edad, cree que para ella fue más fácil hablar porque para entonces ya no trabajaba en medios tradicionales. Desde 2016 forma parte de una organización regional donde investiga el impacto social y económico de empresas latinoamericanas en comunidades locales. Su labor periodística es independiente, enfocada en el respeto a los derechos humanos y con perspectiva de género. 

Antes de este puesto, trabajó en distintos medios y en uno de ellos vivió una situación de acoso que le tomó varios años asimilar. Compartió su historia en marzo de 2019, de manera anónima, a través de una de las cuentas del movimiento #MeToo mexicano. No se atrevió a poner nombre y apellido y se sintió culpable: ella tan independiente, tan radical, ¿no era tan valiente como creía? 

“Si yo dijera el nombre de mi acosador no pasaría nada porque ya no estoy en esos espacios, pero aún así no quise hacerlo”, explica. Quiso protegerse de comentarios revictimizantes, como los que cuestionan por qué no había denunciado antes. 

—No entienden que estabas bajo el poder de alguien y que crees que, si hablas, tu carrera puede acabar en ese momento.

Estefanía, por su parte, dudó en denunciar porque podría dificultar su contratación. Estaba en busca de empleo después de trabajar casi seis años en redacciones web. En uno de esos trabajos vivió la situación de acoso sexual laboral que relató en video para AJ+ sin mencionar el nombre de su acosador.

“Tuve miedo porque me iban a correr; luego tuve miedo de hacerlo porque nadie me iba a contratar”, dice. Le preocupaba que la tacharan de argüendera y revoltosa. 

Fanny tiene 28 años: “hago periodismo feminista”, escribe en su perfil de Medium. Al ver las denuncias en Twitter advirtió una diferencia sustancial: esta vez no estaba sola.

A partir del hashtag en Twitter ambas se unieron con varias decenas de reporteras y ayudaron a construir una red sorora que se mudó a aplicaciones de mensajería instantánea y siguió creciendo en estas.

#MeToo mexicano
El movimiento feminista en México también se ha consolidado en redes sociales. / Marcha del 8M en Ciudad Nezahualcóyotl, Estado de México. Foto: Andrea Murcia

#MeToo mexicano: “Estamos juntas y no estamos calladas”

El 21 de marzo de 2019, el movimiento #MeToo mexicano surgió como un escrache virtual, señalamientos contra posibles responsables de acoso y abuso sexual contra mujeres especialmente en entornos literarios, periodísticos y artísticos. La acción se concentró en delitos sexuales, pero también salieron a la luz declaraciones de violencia doméstica, económica y emocional. 

En sus primeras dos semanas en línea, los hashtags relacionados con el movimiento #MeToo reunieron alrededor de 424 mil tuits de más de 230 mil usuarias, de acuerdo con datos presentados el 11 de abril de 2019 en el Foro #MeTooMx, realizado en la Comisión Nacional de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) con la participación de representantes de las cuentas vinculadas al movimiento.

“Fue una muestra de que las mujeres ya no estamos dispuestas a tolerar”, dice Silvia Nuñez, vocera del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio en Sonora. Muchas veces habían intentado denunciar por la vía legal y les había fallado el sistema.

Seis de cada 10 mujeres mexicanas mayores de 15 años ha sido víctima de alguna forma de violencia. Solo una de cada 10 denunció a su agresor por la vía legal. De cada cien denuncias, solamente dos tuvieron una resolución a favor de la víctima. (Fuente: Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endhire) 2016.)

#MeToo mexicano
“Vivas nos queremos” es una consigna de las manifestaciones feministas que se replica constantemente en internet. / Marcha del 8M en Ciudad Nezahualcóyotl. Foto: Andrea Murcia

¿Para qué denunciar legalmente si en la mayoría de los casos no servirá para nada? La abogada feminista guerrerense Yelitza Ruiz señala: 

“Nadie habla de lo complicado que es para la víctima que la señalen como que está inventando y la revictimicen quienes son los y las encargadas de la impartición de justicia”.

Silvia Núñez afirma que “la lucha feminista en internet ha hecho que no sea lo mismo hablar de feminicidio, de acoso sexual y violencia sexual hace diez años que hacerlo ahorita (…) Ahora todo mundo tiene claro que existe, (y facilita) que los medios traten el tema de forma más respetuosa, abundante y le den seguimiento”.

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Casi dos años después del #MeToo mexicano, el grupo de periodistas feministas del que Claudia y Estefanía forman parte suma a más de 200 integrantes. Su chat es un espacio seguro en el que pueden refugiarse de las violencias de género que se replican en el entorno digital. Durante el 2020, ante las dificultades para trabajar en campo debido a la pandemia de COVID-19, su grupo ha tenido una doble función como espacio de colaboración profesional y como red de apapacho en tiempos difíciles. 

En los momentos más tensos de la represión policial a las manifestaciones feministas de este año, el chat se convirtió en monitor de las reporteras encargadas de cubrir los sucesos. Ninguna de ellas está completamente sola cuando sale a documentar una marcha: lleva en el bolsillo a un grupo de mujeres que se mantendrán pendientes de su regreso y que no dudarán en ayudar si está en riesgo.

Quizá la red se construyó en línea, pero hace eco en los espacios físicos de su vida diaria. Juntas, siguen levantando la voz con acciones que protegen su ámbito laboral y que les aseguren mejores condiciones de trabajo. “Es una lucha que se tiene que dar todos los días, desde la trinchera y en la medida que podamos —dice Claudia—. Son victorias a nivel colectivo y simbólico: si estamos unidas, nunca nos vamos a volver a callar.”