La “invención” de la identidad árabe en México
Luis Xavier López Farjeat, Carlos Martínez Assad, Jacobo Dayánen en el conversatorio El exilio que hizo árabes a los libaneses (Foto: Sofía Santiago)

El exilio no se deja atrás: se carga en la entraña, en el corazón o en la cabeza.

Así lo recordaron los escritores Carlos Martínez Assad, Jacobo Dayán y Luis Javier López Farjeat en un conversatorio que atravesó historia, migraciones e identidades: tres voces conectadas por herencias sirias y libanesas, reunidas para hablar de un pasado que, en México, cambió de nombre para llamarse árabe.

Los autores recordaron que al inmigrante libanés o sirio que llegó a finales del siglo XIX no se le llamó por su origen. Para la población en México, en general, eran simplemente “árabes”, aunque hablaban arameo, leían francés y rechazaban cualquier asociación con el mundo islámico.

Llevar la tierra consigo

La caída del Imperio Otomano, la creación del Estado de Líbano y la intervención de Francia en la región terminaron de complicar los papeles: pasaportes emitidos en francés, identidades impuestas, confusiones asumidas.

“El inmigrante no abandona su tierra. La lleva consigo”, dijo Carlos Martínez Assad al abrir la charla. 

Martínez Assad es ensayista, sociológo por la UNAM y profesor de historia en la Facultad de Filosofía y Letras, ha plasmado la tierra de sus ancestros en el libro Libaneses. Hechos e imaginarios de los inmigrantes en México (2022), resultado de años de investigaciones en archivos franceses y libaneses, de entrevistas y de memorias familiares.

Luis Javier López Farjeat, profesor de filosofía islámica en el Posgrado en Filosofía de la UNAM y miembro del Sistema Nacional de Investigadores, invitó a pensar las identidades no como esencias fijas, sino como construcciones frágiles: “¿Quién puede realmente decir qué es ser libanés?”, preguntó.

La comunidad libanesa en México se formó de los lazos de solidaridad entre inmigrantes del Líbano. Sin embargo, legalmente, señaló Carlos Martínez Assad, era el consulado francés el que establecía: “Fulano de tal es libanés”. Aquello porque Líbano no tenía embajada y los pasaportes los expedía la embajada de Francia en México, mencionó.

Jacobo Dayán, especialista en derecho penal internacional, justicia transicional y derechos humanos, aportó la perspectiva de la migración siria: cómo los desplazamientos de Alepo y Damasco modelaron nuevas pertenencias en América Latina.

Jacobo Dayánen finalizó el conversatorio con hablar de la recuperación de la memoria migrante libanesa que hacen Carlos y Luis Xavier desde la academía mexicana (Foto: Sofía Santiago)

Dayán recordó la importancia del francés como lengua identitaria —su abuelo fue profesor de francés en México— y cómo la identidad judeo- árabe se vio fracturada tras la creación del Estado de Israel.

¿Por qué Francia tenía esa incidencia sobre los pasaportes libaneses? Martínez Assad indicó que eso venía desde el siglo XII con el Rey Luis de Francia, quien proclamó a los maronitas (comunidad libanesa católica), “como el pueblo protegido de los franceses”.

“Ustedes son árabes”

En un momento del conversatorio, Martínez Assad recordó un hito decisivo: la creación de la Liga de los Estados Árabes en 1945 en el Cairo por parte de siete estados, entre ellos Líbano, con el objetivo de servir al bien común para todos los países árabes.

“Fue la orden, así, para los libaneses: ustedes son árabes”, dijo Martínez Assad. 

Según el investigador, la entrada del Líbano en la Liga Árabe ayudó a imponer esa identidad, hasta que en países como México se empezó a usar una sola palabra para describirlos: árabes.

Remarcó que buena parte de los libaneses no se sentían árabes: “Muchos no hablaban árabe, hablaban siriaco, hablaban el arameo como otros muchos grupos de ahí”.

Martínez Assad recordó que al preguntar a un inmigrante libanés si hablaba árabe, le respondió: “No, yo el árabe lo conocí en México. Yo hablaba arameo, a mí en mi escuela, el profesor nos hablaba en arameo siempre. Cuando hablábamos en árabe nos castigaban, porque no querían que habláramos la lengua de Mahoma”.

Los sabores se colaron en la conversación: la comida mexicana influenciada por las comidas de personas migrantes de medio oriente etiquetada como “árabe” popularmente —tacos al pastor incluidos— en realidad es de raíces libanesas. “La comida árabe como tal no existe en México”, aclaró Martínez Assad, medio en broma, medio en defensa de su memoria familiar.

Jacobo Dayánen, Carlos Martínez Assad y Luis Xavier López en el Festival del Libro y la Rosa 2025 (Foto: Sofía Santiago)

Después del conversatorio, en el marco del Festival del Libro y la Rosa 2025 de la UNAM, preguntamos a los especialistas en qué parte del cuerpo sienten la migración. Luis Javier López Farjeat dijo que la lleva en el corazón. Jacobo Dayán, en el estómago. Carlos Martínez Assad, en la cabeza, cruzada de recuerdos, estudios y viajes.