El cuarto a oscuras y los asistentes en silencio. Únicamente se escuchan de fondo las cuerdas del violonchelo.
Las luces rojas comienzan a iluminar el espacio de paredes blancas que, con la expansión de humo de hielo seco, aluden al momento en que ocurrió el incendio en la Estancia Provisional Lerdo-Stanton conocida como la estación migratoria ubicada en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Al centro del espacio el bailarín Eugenio Rubio expresa gemidos y gritos mientras su cuerpo, de torso desnudo, se mueve como si sintiera dolor. Como si estuviera atrapado en el fuego.
El performance No nos dejen morir aquí, realizado en la Casa Refugio Citlaltépetl de la Ciudad de México el 8 de abril de 2024, da vida a una representación escénica que provoca el silencio prolongado de los asistentes.
El hielo seco se propaga y el acto escénico les traslada a la tragedia ocurrida el 27 de marzo de 2023, a la desesperación, el miedo, la angustia y el horror que debieron experimentar ahí, en el que se convirtió en el hecho donde más personas migrantes han perdido la vida bajo resguardo de autoridades mexicanas.
Los sonidos del violonchelo se detienen mientras Eugenio camina hacia las escaleras internas de la Casa Refugio. Por unos segundos, la oscuridad vuelve y el silencio se acentúa. La imagen simboliza el inicio del recorrido para encontrar justicia y reparación integral para las víctimas del incendio donde 67 personas migrantes estaban en calidad de retenidas en una celda bajo llave.
Cuarenta de ellas murieron porque los funcionarios a cargo de la vigilancia del lugar, no usaron las llaves que podían abrir el candado sobre la cerradura que los mantenía privados de la libertad.
Así lo documenta el informe No nos dejen morir aquí. Incendio en la estancia migratoria de Ciudad Juárez, elaborado por Asylum Access México, Fundación para la Justicia y el Estado Democrático de Derecho (FJEDD), Clínica Jurídica para los Refugiados “Alaide Foppa”, Derechos Humanos Integrales en Acción (DHIA) y el Instituto para las Mujeres en Migración (IMUMI), organizaciones de la sociedad civil.
De acuerdo con el informe, al momento del incendio, dentro de los barrotes, el miedo se hizo presente. La mayoría de los migrantes corrieron hacia el área de los baños, que estaba al fondo de la celda, uno de los sobrevivientes relata en el informe:
“Al ver que los guardias se burlaban, entró al baño y se apagó la luz, abrió el grifo de agua, lo cual le hizo pensar que eso también los salvó. Dentro del baño había varios de sus compañeros que buscaban mojar su cara o su ropa con la intención de no asfixiarse con el humo del incendio”.
Durante el incendio todo estaba oscuro, relata otro de los sobrevivientes: “No podías identificar a tu compañero, solo escuchar cuando comenzaron a caer las personas, se desmayaban… Todos estaban en el piso. Yo, de pie, me recosté en la pared caliente, ahí fue donde me quemé mi oreja izquierda”
Fueron 27 personas de las que estaban en esa celda, quienes lograron sobrevivir, pero viven con lesiones y secuelas de por vida.
El informe consigna que, cuando el equipo de bomberos comenzó a realizar tareas de rescate, ingresaron por la fuerza a la celda donde se encontraban, ya que el candado que la cerraba imposibilitaba el paso. Finalmente, optaron por romper y abrir un “boquete en una de las paredes de la celda para ventilar el humo y el calor al interior”.
También sobrevivieron 15 mujeres migrantes, ubicadas en otra celda, que fueron liberadas por la puerta principal por la guardia encargada de su custodia, antes de que el fuego las alcanzara. Ellas no han sido reconocidas como víctimas por las autoridades mexicanas.
Dejaron morir a los migrantes
La representación escénica fue el preámbulo de la presentación de No nos dejen morir aquí, realizado por la FJEDD, el IMUMI, DHIA, Asylum Acces México y la Clínica Jurídica para Personas Refugiadas “Alaíde Foppa”, organizaciones que han brindado acompañamiento y asesoría legal a 17 de las víctimas del incendio (ocho sobrevivientes y nueve familias de fallecidos).
“Hubo una deliberada decisión de no abrir la puerta a las personas detenidas, es decir, de dejarlas morir”, concluye el informe, que a su vez destaca “graves violaciones” a los derechos humanos de las personas en movilidad, cometidas incluso antes del incendio, como “detenciones arbitrarias, desaparición forzada de corta duración, tortura y malos tratos”.
Jerónimo del Río, representante de la Fundación para la Justicia, dice que la tragedia es una de las consecuencia de las políticas migratorias implementadas por el Estado mexicano a través de instituciones como el Instituto Nacional de Migración (INM), “la cual ha dejado de tener una política de corte humanitario y ha optado por hacer uso de la fuerza armada, para detener a las personas migrantes”.
El informe destaca que el incendio en la estancia migratoria de Ciudad Juárez “estuvo lejos de ser un hecho aislado, pues es resultado de políticas migratorias que matan”.
La documentación de 14 incendios previos —uno de ellos en la misma estación migratoria—, son prueba de que el INM “se ha convertido en la tercera institución más violatoria de derechos humanos en México”, según el documento.
Añade que “hubo una deliberada decisión de no abrir la puerta a las personas detenidas, es decir, de dejarlas morir, afirmación que coincide con lo documentado en la investigación transfronteriza de del diario La Verdad de Juárez, Lighthouse Reports y El Paso Matters en marzo de este año, titulada “A ellos no les vamos a abrir” y publicada a un año de lo sucedido en la estación migratoria, cercana a la frontera con Texas.
“Es necesario que paren estos actos deshumanizantes, que no vuelvan a repetirse, y que México se convierta en un canal humanitario. Antes el muro era Estados Unidos, ahora el principal muro es: México. Exigimos reparación y justicia”, sostiene Stefan Arango, sobreviviente del incendio en Juárez en 2023, durante la presentación de “No nos dejen morir aquí”.
Conoce más en nuestro podcast “Vivimos una tortura”: sin justicia por el incendio la estación migratoria de Juárez.