Restauración ecológica: recuperando nuestro pedregal
Pedregal Física y Matemáticas adoptado por la Facultad de Ciencias, se encargó de su restauración ecológica (Foto: Paola Flores Solis).

En medio de un lugar con constante movimiento urbano, como es Ciudad Universitaria, en la Facultad de Ciencias se encuentra “El Molotito”, un espacio donde puedes escapar del sonido de los carros para escuchar el de las aves, enmarcado por los colores representativos del pedregal: el verde de las plantas y el negro de la roca volcánica, recuperado por la restauración ecológica que se han hecho desde 2019.

“Se le llama Molote porque es un lugar que parece tener una roca muy consolidada, roca única”, explicó el Dr. Pedro Mendoza, técnico académico del laboratorio de Ecología de la Restauración de la Facultad de Ciencias de la UNAM

Voluntarios en una jornada de restauración en el Molotito. Foto: Cortesía de Bruno Barrales 

El área de 80 kilómetros cuadrados que cubrió la lava del volcán Xitle hace 1670 años, desde las faldas del Ajusco hasta lo que hoy es la Avenida Miguel Ángel de Quevedo, se conoce como pedregal.

El volcán Xitle (xictli=ombliguito en Náhuatl) visto desde la Facultad de Ciencias. (Foto: Paola Flores Solis)

La Dra Pilar Ortega, académica del Instituto de Geología explica que de toda esta zona, se dinamitó un 70 por ciento para construir casas y edificios, entre ellos Ciudad Universitaria.  

Como estrategia de protección del espacio restante, en 1983 se creó la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel (REPSA), pero  fue hasta abril de 2005 que se inició un proyecto de restauración. 

La Restauración Ecológica (RE) de acuerdo a la Sociedad de Restauración Ecológica (SER por sus siglas en inglés) es una actividad deliberada que inicia o acelera la recuperación de un ecosistema degradado con respecto a su salud, integridad y sostenibilidad. 

Bruno Barrales, miembro de la Comisión de Pedregales Ciencias integrada por personas voluntarias y de la academia, señala que es mucho más barato, fácil y efectivo conservar que restaurar, ya que esta última requiere más tiempo. 

Cuando la restauración se hace necesaria,  es porque el ecosistema llegó a un grado de degradación en el que no puede recuperarse por sí mismo.

Restaurar permite recuperar los servicios ecosistémicos como la recarga de los mantos acuíferos, disminución de la temperatura y los ruidos e incrementa la polinización. 

“Es útil para cuidar la biodiversidad y también para cuidarnos a nosotros mismos como parte de ella”, señaló Roberto Márquez, maestro en Ecología y Manejo de Recursos Naturales.

¿De qué va la restauración ecológica? 

“Muchas veces se confunde el término de restauración con el de reforestación,  algunos creen que la restauración solamente se limita al poner árboles y ya pero es mucho más amplio que eso”, puntualizó Márquez.  

La reforestación se refiere a la plantación de especies principalmente arbóreas y puede ser una de las estrategias que se empleen dentro de la restauración, pero no es la única. 

Márquez y Barrales coincidieron en que en una buena práctica de restauración deben estar involucradas todas las partes interesadas, la comunidad, las autoridades y los expertos. 

Pasos para lograr una restauración: 

  1. Evaluar previamente el sitio, para conocer las características afectadas dentro del ecosistema. 
  2. Mitigar la degradación, controlar lo que modifica el entorno como las especies exóticas (las que originalmente no formaban parte de la flora y fauna del lugar). 
  3. Rehabilitar el sitio, tratar de igualar las características originales del ecosistema como con la propagación de especies nativas.
  4. Monitorear el ecosistema, para asegurarse que las prácticas de restauración han funcionado. 

Adopción y restauración de un pedregal

Dentro del proyecto de restauración está el Programa de Adopción, una iniciativa que intenta promover que las dependencias y entidades universitarias aledañas a la Reserva adopten el área con la que colindan.  

Silke Cram, Secretaría Ejecutiva de la REPSA, explica que la intención de involucrar a las y los universitarios en esta tarea es que los fragmentos restantes del pedregal no se transformen en jardines o sitios para poner edificios. 

Para  adoptar un pedregal, es necesario proponer un plan de trabajo y una vez aprobado, se firma un convenio.  “Esto es para que no quede en el aire, sino que quede ese compromiso ahí, para darle seguimiento” explica Cram, que además es académica del Instituto de Geología. 

La Facultad de Ciencias se sumó a ese programa el 5 de junio del 2019, con el objetivo de preservar esos remanentes de pedregal y evitar así la construcción de un estacionamiento en el Molotito.

Comparación del pedregal Física y Matemáticas antes y después del retiro de especies exóticas. (Foto: Bruno Barrales izquierda y Paola Flores Solis). 

Dentro de sus instalaciones, se acogieron los fragmentos del pedregal bajo los nombres de  el Lagartijero, Pedregal Norte, Pedregal Física y Matemáticas, Lu’um, Cactareo/La Serpiente, Fachada Edificio “O” y el Molotito. 

Aunque la adopción “formal” fue en 2019, Mendoza dice que convocó a una primera jornada de restauración, junto con sus estudiantes en 1995, como parte de las actividades de la materia optativa del mismo nombre. 

A través de los años, se han realizado diversas jornadas con ayuda de personas voluntarias. 

Las actividades que se realizan varían dependiendo de la temporada. Si es en los primeros meses del año, se prepara el sitio con el retiro de basura y de especies exóticas como el pasto kikuyo, muérdago, entre otras, esto con el fin de abrir espacio para la especies nativas como la manfreda y el tepozán. 

Después, se preparan las semillas y plantas a trasplantar en el vivero que tiene la facultad para que en julio, agosto y septiembre se reforesta con  especies nativas y el ciclo se renueva en los meses de noviembre y diciembre donde se recolectan semillas. 

Mendoza calcula que el avance de la restauración en los pedregales ciencias es del 80 por ciento, aunque precisa que hay áreas a reforzar, pero también reconoce la ardua labor que se ha realizado y que ha permitido que ya existan ciertos espacios dentro de los pedregales donde crecen sin intervención humana  plantas del pedregal como la trigidia, palo dulce y los mayitos. 

Mayitos (Zephyranthes fosteri) en el Pedregal Lagartijero. (Foto: Paola Flores Solis)

Las bases: el Geopedregal 

‘Mendoza señala que el “abuelito” de los proyectos de restauración es el Geopedregal, un espacio restaurado que se encuentra entre los Institutos de Geología y Geografía de la UNAM. 

“Yo calculé que me iba a tardar diez años en restaurarlo y dicho y hecho fueron 10 años. Bueno fueron ocho, porque la pandemia nos hizo quedarnos un poco atrás” dice la investigadora Pilar Ortega, responsable del proyecto desde su inicio en 2012. 

Ortega apunta que el  proyectó tuvo tres fases: la primera consistió en quitar toda la basura superficial del espacio durante el periodo del 2012-2013, después se propagaron especies nativas como el emblemático Palo Loco, cuyas poblaciones se ven cada vez más afectadas y por último generaron los indicadores de servicios ecosistémicos como mediciones sobre la filtración de agua y la captura de carbono. 

Sendero dentro de el Geopedregal. (Foto: Paola Flores Solis)

Dentro del Geopedregal es posible conocer el Geopatrimonio, las geoformas que nos indican los procesos geológicos dentro del pedregal.  Actualmente dentro del geopedregal se realizan diversas actividades de divulgación y recreación.

Reconocer nuestros espacios

Mendoza señala que a pesar de que la mayoría de universitarios sabe de la existencia de la REPSA, no muchos conocen la riqueza que albergan los pedregales. “A eso se le llama ceguera botánica, pues sí, ahí están las plantas, lo verde, pero ¿y qué son?, no las conocemos”. 

Conectar con el espacio que transitamos diariamente, promueve un bienestar mental, los pedregales restaurados permiten no sólo recuperar los servicios ecosistémicos, si no que proporcionan una identidad a los universitarios y de ahí radica la importancia de dignificar los espacios de acuerdo con Pilar Ortega. 

“Tenemos un campus bellísimo, muy natural y muy propio, no queda de otra que cuidarlo como es, ¿no?”, concluye Mendoza.