Tras la belleza ética: alternativas veganas en la industria cosmética
Maquillaje vegano junto a pines de metal en defensa de los animales contra la industria cosmética. (Foto: Abraham Saldivar)

Valeria Herrara dejó de consumir carne cuando cumplió 18 años. Tras varios días de sobrepensar el maltrato para saciar el hambre de las personas, decidió, de golpe, no volver a comer carne ni otros productos de origen animal. Incluso, tener una postura política frente a la industria cosmética.

Cuatro años después, busca apartar el sufrimiento animal no solo de su dieta, sino de sus productos de maquillaje. 

“Porque me parece injusto, cruel, violento, porque no me siento bien haciéndolo. Y porque no puedo seguirme haciendo sorda y ciega ante una realidad que está ahí”, explica.

La mayoría de los productos de maquillaje, rubor, labial o máscara para pestañas utilizan ingredientes de origen animal para su fabricación y también son probados en animales no humanos.

Según la organización de Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA, por sus siglas en inglés), cada año mueren en el mundo 100 millones de animales utilizados en pruebas de laboratorio. 

Como Valeria, Abril Quesada también decidió no consumir más animales en su comida, ropa y maquillaje. 

Durante una videollamada se balancea en una silla de oficina. Cruza el brazo izquierdo mientras utiliza el derecho para enfatizar su interés por los principios del veganismo en su identidad.

Distingue un bálsamo labial por un sello que indica que es libre de crueldad animal. 

Lo sostiene frente a la cámara para mostrar que la marca que usa está certificada por PETA, aunque destaca la importancia de prestar atención a los detalles.

“No tiene testeo animal (pruebas de calidad con animales), pero está hecho a base de miel. Entonces, pues diría que no es contra el maltrato animal, no es vegano”, dice.  

Valeria retoca su labial en un espejo de mano. (Foto: Abraham Saldivar)

No solo dañan a los animales, también se destruye su hábitat

Valeria saca de su bolsa un labial mate rojo. En la misma mano, sostiene la tapa y un espejo. Se mira. Desliza el lipstick sobre sus labios con la mano derecha.

Optar por marcas que eviten el uso de ingredientes de origen animal y que en su elaboración no realicen pruebas en ellos no es fácil: no hay mucha oferta de estos productos en el mercado nacional, son más caros y es difícil tener garantías de que, efectivamente, son veganos. 

La estudiante de comunicación y periodismo busca los sellos en los empaques y googlea los ingredientes.

“Estas etiquetas son más difíciles de leer porque contienen muchos compuestos químicos desconocidos (…) mencionan los elementos y la fórmula química, pero nunca de dónde provienen”, dice Valeria.

Un estudio publicado en 2020 por Multidisciplinary Digital Publishing Institute (MDPI), una revista especializada en difusión científica, concluyó que las sustancias más recurrentes para elaborar estos cosméticos provocan daños a los ecosistemas. 

Restos de parabenos, cloruro de benzalconio, microplásticos, dioxano, formaldehído, imidazolidinil urea y diazolidinil urea o silixanos y siliconas son algunos de los compuestos que representan un riesgo para la naturaleza.

Los residuos de productos cosméticos van directo a los sistemas acuáticos con prácticas tan comunes como lavarse la cara, o por las prendas que están en contacto directo con la piel. Estos residuos pueden tener impactos bioactivos, toxicológicos y de bioacumulación. Además, los sistemas de tratamiento de aguas residuales no logran eliminar estos restos por completo.

Una publicación de la organización internacional Greenpeace hecha en 2023 señala que la devastación de ecosistemas para conseguir ingredientes utilizados en cosméticos, como el aceite de palma, se relaciona de forma directa con la deforestación en países como Indonesia, Malasia e incluso en México. 

Paquete de cosméticos veganos de Abril Quesada. (Foto: Abraham Saldivar)

El auge de la cosmética vegana: tendencias e impacto

Según la consultora estadounidense Grand View Research,  señala, en una investigación de mercado, que en 2021, la cosmética vegana a nivel mundial se convirtió en mercado con proyección favorable principalmente para consumidores de la generación Z.

A nivel mundial, se espera que crezca a un ritmo anual del 6.3 por ciento hasta 2030. Esto, refiere el estudio, es consecuencia de tres hechos: la concientización de la explotación animal; la preocupación por el cuidado del medio ambiente y las necesidades de autocuidado explotadas en la pandemia.

Este crecimiento se refleja, por ejemplo, en las líneas veganas que han desarrollado grandes marcas comerciales y el surgimiento de nuevas marcas, que han logrado incluso obtener un certificado de PETA (estos se otorgan a los productos sometidos a una evaluación química y en su proceso de elaboración).

En México, en septiembre de 2021, se reformó la Ley General de Salud para prohibir el uso de animales para análisis de seguridad o toxicología en la industria cosmética, con excepción de los casos en los que no haya un método alternativo validado.

La multa por no respetar esta norma es  de quince mil hasta veinte mil veces el valor de la Unidad de Medida y Actualización.

Te Protejo es una organización sin fines de lucro fundada en Chile en el año 2012. Surge por la necesidad de crear contenido en español sobre la protección de los derechos de los animales. Además, impulsa reformas e iniciativas legislativas en favor de estos derechos en diferentes países de la América Latina, entre ellos la reforma de 2021 en México.  

Nicole Valdebenito, periodista, cofundadora y directora de Te Protejo, explica el reto que representa impulsar estas reformas. 

“Es un desafío porque requiere un análisis exhaustivo de cómo funciona o está regulada la industria cosmética en cada uno de los países donde estamos presentes. Además, implica trabajar con los actores clave de la industria cosmética para mostrarles que prohibir estas prácticas también es beneficioso para ellos”.

Pin por la liberación animal en bolso de Valeria Herrera. (Foto: Abraham Saldivar).

¿Qué alternativas hay?

Abril señala que el veganismo y el consumo ético son dos conceptos que van de la mano, pero reconoce que las condiciones del mercado lo dificultan.

“Los ingredientes veganos y las pruebas de calidad que no se hacen en animales encarecen los precios”, indica. 

Para consumidoras como ella, los productos locales son una mejor opción.  

Rosmery Martínez, ingeniera química egresada del Instituto Politécnico Nacional (IPN), fundó su propia empresa hace 10 años, y explica el proceso de formación de cosméticos veganos. 

“Lo veo como un proceso más largo sin la cera de abeja. Por ejemplo, sí extraño ese ingrediente (…) en las máscaras de pestañas, proporciona mayor resistencia contra el agua, y en los labiales, los hace más asequibles y resistentes al calor, evitando que se derritan en la bolsa. Todos estos desafíos de formulación pueden abordarse con ceras vegetales, y ahora hay una mayor oferta en el mercado”, dice.

Conservas, fibra de nopal, astringente, champú y crema corporal fueron los primeros productos que sacó a la venta. Dice que al principio sus productos no eran veganos. Inició con emulsiones básicas que aprendió a hacer durante la carrera y que contenían ingredientes de origen animal.

Conforme la demanda del mercado cambia, Rosmery y sus socios han atendido la solicitud de eliminar ingredientes como la baba de caracol, la cera de abeja y el colágeno. Actualmente, su marca vende únicamente productos de origen vegetal. 

Para confirmar este cambio, Rosmery realizó sondeos entre su clientela para determinar si preferían productos con ingredientes de origen animal para mejorar la calidad y duración, o si que siguieran siendo totalmente veganos. La mayoría prefirió productos totalmente veganos.

Como alternativa vegana, el testeo animal es una de las prácticas que se trata de erradicar.

“Nosotros no probamos en animales, hemos estado haciendo las carpetas y los dossiers de los productos para que entren a prueba in vitro”. 

Con “prueba in vitro” se refiere a un método que utiliza tejidos parecidos a la piel o polímeros, en lugar de animales. También lo hacen con personas voluntarias. 

Quienes siguen el estilo de vida vegano apelan a que las marcas, tanto consolidadas comercialmente como alternativas, tengan sentido ético en la fabricación y distribución de sus productos, principalmente sobre el bienestar animal y el cuidado ambiental. 

Valeria Herrera enfatiza que el veganismo, si bien es difícil en el día a día, por las pocas ofertas que hay en el mercado,  es una postura antiespecista y una decisión política.  “Al final de cuentas nosotras y nosotros no somos las víctimas realmente. Las víctimas son los animales que sufren todos los pinches días”.