Aún hay muchas mujeres en el ámbito circense que tienen que posponer o eliminar la maternidad de sus planes de vida, para no perder sus carreras profesionales.
Bailarinas, trapecistas, y otras profesionales del circo, año con año posponen la decisión de embarazarse por miedo a dejar atrás trayectorias de diez años o más.
Ser artista circense implica un estilo de vida para toda persona que se dedica a serlo, pero ser mujer circense es vida, pasión, amor a su trabajo y sacrificios personales que debe tomar. Entre dejar a la familia, irse lejos de casa, tener muy pocos amigos, reducir el tiempo de descanso y diversión, también hay sueños que deben aplazarse o pensar en que nunca llegará el momento de poder cumplirlos.
En el caso de las mujeres artistas circenses la idea de formar una familia, de cumplir la etapa de convertirse en madres, es un ideal que se percibe como algo lejano cada vez que se inicia un año nuevo.
Que una mujer decida convertirse en mamá dentro del circo, tan solo tiene dos caminos: dejar de lado y abandonar toda su carrera artística por las condiciones sociales y laborales de las que depende o sentirse “afortunadas” y encontrar apoyo dentro de su relación de pareja para que puedan continuar ejerciendo su profesión.
Glenda, Giovanna y Heidi, artistas circenses con más de 10 años de experiencia, cuentan cómo se han enfrentado al ideal de poder ser madres algún día, aunque no se descarta poder cumplir esta etapa en sus vidas, consideran que podría no suceder, aunque sea lo que más anhelan.
El miedo es constante y el pensamiento gira en torno a no perder sus trabajos y no poder volver a tener la fuerza y elasticidad para regresar al circo, dejar de escuchar los aplausos, no poder regresar a los escenarios, incluso perderse a ellas mismas, a raíz del rol que tendrían que tomar como madres.
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