Pocos dolores de cabeza se asemejan al de tener muchas opciones. La lucha interna por encajar en moldes rígidos de masculinidad es un tema que cada vez más hombres jóvenes enfrentamos con una mezcla de curiosidad, resistencia y, a veces, confusión.
Abro la conversación recordando las palabras de mi abuela: “El hombre debe ser feo, fuerte y formal”. Este mandato, que quizá en su momento parecía inofensivo, hoy resurge como una carga pesada que muchos llevamos sobre los hombros.
A mis 24 años, no estoy solo en esta búsqueda de nuevas formas de ser hombre; junto con otros jóvenes de mi generación, desafío esas expectativas tradicionales que dictan cómo debemos comportarnos. ¿Debo ser duro, sin mostrar nada que se salga de ese molde?
Para iniciar, recurro a la guía de Óscar González, un experto en masculinidades que comparte su experiencia en la academia y su compromiso ético-político con la transformación de las realidades de género. Óscar subraya la importancia de los círculos de reflexión, espacios donde los hombres pueden cuestionar sus propios roles y construir nuevas masculinidades.
“Cuando doy el primer semestre de esa asignatura, sucede el boom feminista, el tsunami feminista en la universidad, lo que me lleva a reorientar el tema, porque ya no podía quedarme solo con una visión teórica, sino que también había un compromiso político con lo que las estudiantes estaban exigiendo”, explica.
Jóvenes como Ethan, Gabriel y Eduardo, participantes en estos círculos de reflexión sobre nuevas masculinidades, cuentan cómo exploran las tensiones entre las expectativas tradicionales y la necesidad de crear nuevas expresiones de masculinidad. Por ejemplo, Ethan comparte cómo, al escuchar las experiencias de sus compañeras, comenzó a cuestionar su propio papel en términos de género.
Gabriel profundiza en la importancia de la “deconstrucción”, un proceso que nos invita a cuestionar todo lo que damos por sentado sobre la masculinidad, desde lo más superficial hasta lo más profundo. “El mismo círculo buscaba ir trabajando eso: malestares de ser hombre y cómo te van educando, o cómo este clásico de no lloras o no te puedes relacionar a profundidad, de amistad, con mujeres o con otros hombres”.
Alan Hernández, un apasionado de la fotografía y el arte, ha encontrado en la terapia psicocorporal una herramienta para explorar su identidad masculina a través de su cuerpo y sus emociones. “El proceso físico es muy bonito porque tiene que ver con aprender a darte cariño y a dar cariño de una manera donde no está implícito lo sexual, sino simplemente lo afectivo”.
Este podcast es una invitación a reflexionar sobre lo que significa ser hombre en este tiempo, a reconocer la importancia de la vulnerabilidad y a aceptar que podemos ser mucho más que lo que se nos ha dicho. El viaje no es sobre abandonar quién soy, sino más bien sobre encontrar nuevas formas de serlo.
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