Aunque existen protocolos legales contra el acoso y la discriminación en el ámbito productivo, los y las trabajadoras del Valle de México enfrentan un fenómeno que la opinión pública desconoce. El miedo y la incertidumbre de encontrar un nuevo empleo limitan la posibilidad de denuncia.
Un chofer de autobús escolar acaba de abandonar su empleo después de ejercerlo durante 23 años. La migraña fue insoportable en los últimos días. La hora de entrada era a las 5 de la mañana y, casi siempre, los encargos de su jefe lo obligaban a terminar su jornada a las 11 de la noche.
En este episodio del podcast de Corriente Alterna se escuchan diversas voces de los y las trabajadoras de la zona metropolitana del Valle de México, quienes comparten sus experiencias en materia de violencia laboral.
Los entrevistados aceptan que el miedo a enfrentarse a sus “jefes” en términos legales y no encontrar otro empleo son las principales razones por las que no denuncian este tipo de prácticas.
Cifras sobre violencia laboral
La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Inegi reveló que, en el primer trimestre de 2022, 25,205 personas abandonaron su empleo por motivos de discriminación o acoso, y 124,355 lo dejaron porque las condiciones laborales se deterioraron o implicaban riesgos personales o a la salud.
Mónica Amilpas, doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM, explica que “estas prácticas de violencia laboral se han normalizado debido a la lógica del sistema capitalista que prioriza alta productividad, poco descanso, la valorización de las personas por lo que tienen, por lo que ganan”.
Héctor Muskus, experto en la detección e integración de requerimientos sociales y comunitarios en los sistemas de gestión empresarial, se realiza una reflexión sobre la importancia de hacer públicas las luchas contra la violencia laboral, especialmente la que se ejerce contra las mujeres.
“El miedo desarticula a las sociedades: no nos organizamos, no hablamos, pensamos que no hay alternativas. Sin embargo, existen organizaciones que crean manuales contra la violencia sociopolítica y llaman a generar una comunidad con el fin de que veamos que no estamos solitos, solitas, en esta lucha en contra de la violencia y así podemos ejercer un poder fáctico como grupo, en contra de esas personas que violentan”, dice Muskus, licenciado en sicología por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO).