Una luz amarillenta comienza a caer sobre el mármol blanco y gris. Las hojas de las jacarandas tapizan lentamente los corredores de la Alameda Central, en el corazón de la Ciudad de México, considerado una de las áreas verdes o parque más antiguo del continente.
Este parque cubrió las demandas de la alta sociedad novohispana como un sitio de recreo y socialización del siglo XVI. A la fecha, es uno de los pocos sitios que hay en la capital del país donde gente de todos los estratos sociales se puede reunir para pasar el rato.
A inicios del siglo XX, las áreas verdes ocupaban apenas el 2% de la superficie total de la Ciudad de México. Esta cifra se fue elevando gradualmente tras la ampliación del bosque de Chapultepec o la inauguración del bosque de Aragón.
Aún así, las áreas verdes en las que es posible jugar un partido de fútbol o sentarse a leer son limitadas en la ciudad.
Una constante en estudios y opiniones expertas es el reconocimiento de una tendencia por concentrar este tipo de espacios en la zona poniente y centro de la ciudad. La doctora Cristina Ayala, especializada en el estudio de las áreas verdes urbanas desde una perspectiva de bienestar social, destaca que poco más de la mitad de estas zonas se ubican solamente en tres alcaldías.
“Las alcaldías Miguel Hidalgo, Gustavo A. Madero y Coyoacán (…) Entre esas tres juntan el 51.4% de las áreas verdes con potencial de uso en la Ciudad de México”, afirma la doctora Ayala. En cambio, Xochimilco, Cuajimalpa y Tláhuac juntan, entre las tres, apenas el 6.6% de espacios verdes.
Cuando se habla del potencial de uso dentro de un área verde se refiere a la facilidad que tiene una persona para utilizar y, de cierta manera, apropiarse del espacio para su bienestar. Por ejemplo, puede usarla para ejercitarse, jugar, convivir con otras personas o hacer cualquier actividad recreativa.
7.5 metros cuadrados de áreas verdes por habitante
Esto contrasta con la definición de un área verde para la “Ley Ambiental de Protección a la Tierra en el Distrito Federal” (LAPTDF), modificada en el 2017, que la define como “toda superficie cubierta por vegetación natural o inducida que se localice en la Ciudad de México”.
Es decir, no se distingue entre parques, jardines o alamedas donde la gente puede descansar, bailar o hacer ejercicio, sino que también incluye panteones, vialidades e incluso barrancas. Esto se comprueba al entrar a bases de datos como el Inventario de Áreas Verdes de la Secretaría del Medio Ambiente (SEDEMA) del año 2017, donde la superficie de área verde promedio por habitante es de 7.54 metros cuadrados.
“Lo que pasa [con estas bases de datos] es que dentro de ese cálculo están incluyendo justo áreas de conservación, que es todo el sur de la Ciudad de México, muy lejos de la realidad que vive alguien en Iztapalapa, por ejemplo. Están [por ejemplo] las barrancas, que no significa que las barrancas no sean importantes, pero la gente no va a las barrancas a jugar fútbol”, afirma la doctora Ayala.
Otro factor a considerar es su accesibilidad; con rampas y senderos seguros, indicaciones para andar por el sitio, iluminación sobre caminos y camellones, así como rutas de fácil acceso al transporte público.
“No es lo mismo que yo diga: ‘bueno, es que tú puedes ir al parque de Aragón’, de que puedes puedes, pero me toma cinco peseros, yo vivo en Xochimilco. Es decir, existe la posibilidad de ir pero, qué tan accesible es su distribución en la ciudad para que la gente realmente tenga la posibilidad de acceder a ellas y beneficiarse de los servicios que ofrecen”, añade la especialista.
Las colonias con más parques están en Miguel Hidalgo
Según datos de la firma DD360 – dedicada al financiamiento inmobiliario en línea – las cuatro colonias con más parques en la ciudad se ubican en la alcaldía Miguel Hidalgo. Las colonias Bosques de las Lomas y Lomas de Chapultepec son las que tienen más parques: trece cada una. Le sigue Argentina Antigua, con nueve, y Lomas de Reforma, con ocho.
Cada habitante de la alcaldía Miguel Hidalgo tiene acceso, en promedio, a 15.4 metros cuadrados de áreas verdes, el número más alto en la capital del país. En cambio, Milpa Alta, la segunda alcaldía con mayor territorio de la ciudad, el promedio es de 2.2 metros.
Mientras que Iztapalapa, la alcaldía más poblada en la ciudad con cerca de un millón 8oo mil habitantes, ofrece en promedio 5.4 metros de área verde por habitante.
Visitar un parque en el Poniente y el Oriente
Para el ecólogo Luis Zambrano, existe una relación entre las zonas con alto nivel económico y la cantidad de áreas verdes que hay a disposición de sus habitantes. Como consecuencia, “hay zonas de la ciudad que son más beneficiosas de las áreas verdes, por lo general las zonas de alto nivel económico. Está la Miguel Hidalgo, Coyoacán y un pedazo de la Cuauhtémoc, [zonas] donde está la gente que tiene mayor capacidad económica”, subraya.
Esta desigualdad se comprende de mejor manera cuando se observa, por ejemplo, la primera edición de la Radiografía Chilanga 2024, elaborada por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO). En este ejercicio, el IMCO ordenó las 16 alcaldías de la ciudad con base en su nivel de competitividad, tomando aspectos como la economía, los servicios y la infraestructura.
Es decir, para el IMCO aquellas alcaldías que ofrecen una mejor calidad de vida para sus habitantes, una mejor infraestructura, mayores inversiones a negocios de la zona o más participación ciudadana, por mencionar algunas, tienen un mayor nivel de competitividad.
El resultado favoreció a las alcaldías Benito Juárez, Miguel Hidalgo y Coyoacán, quienes encabezaron la lista. Destacan por tener mejor infraestructura, economía y oferta educativa, respectivamente. En cambio, las demarcaciones consideradas menos competitivas según el IMCO, con Tláhuac y Milpa Alta al fondo de la lista, reportan una menor participación ciudadana, menor calidad en la infraestructura y menor oferta educativa.
“La ciudad es muy inequitativa en muchos sentidos, se nota en agua y transporte público, pero también el manejo territorial que incluye a las áreas verdes”, enfatiza Zambrano. Por tanto, si una colonia no tiene acceso a servicios básicos como agua o transporte, tampoco contará con acceso a áreas verdes en buen estado.
Mientras tanto, los parques ubicados en colonias de alto nivel económico cuentan con una mejor planificación, mantenimiento y calidad de materiales en su construcción.
Visitar La Mexicana desde el Oriente de la CDMX
El parque La Mexicana ubicado en la colonia Santa Fe, considerada una de las zonas más caras de la ciudad, ejemplifica esta situación. A diferencia de otros parques, para este parque el gobierno de la Ciudad de México otorgó una concesión a la Asociación de Colonos de Santa Fe, para que lo operen y mantengan.
Desde su inauguración en 2017, no ha dejado de recibir premios, destacando el Green Flag Award que reconoce a aquellos parques y jardines que satisfacen las necesidades de su comunidad. Una comunidad que cuenta con una densidad poblacional de 1,767 personas por kilómetro cuadrado. El promedio de densidad poblacional en la capital fue de 6,163 personas por kilómetro cuadrado en el año 2020.
Si una persona que vive al oriente de la CDMX quiere visitar La Mexicana, tiene que usar tres medios de transporte distintos, o recorrer un promedio de 30 kilómetros en auto. Sin considerar la inversión total, tanto el costo de traslado, las comidas o gastos extra.
Un parque ayuda a la salud, el ecosistema y hasta la empatía
Tener un parque cerca de casa trae múltiples beneficios: mejoran el ecosistema y ambiente de una colonia, captan el carbono del aire, filtran el agua o regulan la temperatura. Estos beneficios se relacionan con una mejora en el bienestar de la comunidad, tanto en la salud física, mental y emocional, como en la construcción de lazos con el entorno.
En este último apartado, la doctora Amaya Larrucea, directora responsable del Laboratorio de Áreas Verdes y Espacios Públicos (LAVEP) de la UNAM, considera que este beneficio es de gran relevancia para ver a los parques como punto de socialización y comunicación comunitaria. Destaca que “en un espacio público hay personas que pueden venir de cualquier lugar y ser más empáticas con otras poblaciones, incluso hacer cadenas de seguridad”.
Pero así como un parque puede traer múltiples beneficios a una colonia, si no recibe mantenimiento o está abandonado, puede resultar contraproducente para la población. La urbanista Claudia Reyes explica que “los parques en algunas ocasiones te pueden brindar la sensación de seguridad y en otras lo contrario”.
Esto se debe a factores como la ubicación, las características físicas del lugar, su mantenimiento o la sanidad. “Si el parque está deteriorado, en malas condiciones, los usuarios no van. Lo que provoca que esté solo, por lo que genera la sensación de inseguridad e inclusive de violencia”.
“Vender” a los parques como prestación inmobiliaria
Para el doctor Zambrano, a la falta de mantenimiento de los parques hay que sumar la especulación en el uso de suelo.
Subraya que “cuando los especuladores de terreno están en una zona de alto poder adquisitivo saben que para la persona que les va a comprar el departamento, el valor agregado es muy importante y el valor agregado involucra áreas verdes”. Es decir, reservar estas locaciones con áreas verdes para quienes puedan pagar por ellas provoca que se concentren aún más en las mismas alcaldías.
Esto provoca, un cambio en la concepción del parque, que es visto como algo que proporciona valor económico a la zona y no como un derecho ciudadano.
Por consiguiente, en las zonas con menos capacidad económica, donde la prioridad es buscar un lugar donde vivir, tener áreas verdes pasa a un segundo plano y deciden no pagar ese valor agregado. Por lo que se construyen “casas o departamentos de costos muy bajos, porque saben que la cantidad de ganancia va a ser mucho menor, exigiendo tener la mayor cantidad de terreno para poder construir. Eso involucra quitar las áreas verdes”, explica Zambrano.
Limitar el acceso a los beneficios de las áreas verdes se relaciona con el concepto de “injusticia ambiental”. Para la doctora Cristina Ayala, la accesibilidad diferenciada a estos beneficios ha provocado una desigualdad sistémica no provocada por los parques, sino por las desigualdades en la ciudad.
“Una persona que tiene mucho acceso a los espacios verdes, en comparación a una persona que no tiene acceso, probablemente su vida va a ser muy distinta”. En primera instancia, no accede a los beneficios que parques o jardines ofrecen: mejoras en la salud física, mental y emocional, por ejemplo. Pero además, “las áreas verdes están siendo el reflejo de las dos realidades que conviven en un, relativamente, mismo espacio. Evidencian esa desigualdad y la agravan también” sentenció.