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El día que amaneció dos veces

Don Miguel Flores, chinampero y profesor retirado, es uno de los habitantes de la zona lacustre de Xochimilco, que ha visto reducir la disponibilidad de agua. Foto: Eunice Adorno / UIP.

Xochimilco: cuando las canoas encallan

Abigail F. Torres, estudiante; Paris Martínez, mentoría / Corriente Alterna el 29 de mayo, 2022

Hasta hace algunas décadas, para recorrer los canales de Xochimilco, sus habitantes debían ocupar “los remos de ocho metros”. Así de profundos eran los canales de esta zona lacustre y agrícola de la Ciudad de México. Pero, ahora, “con una pala de dos metros ya te vas jalando del lodo”, explica Rogelio, mientras se peina el bigote canoso con las manos toscas por el trabajo de la tierra.

Rogelio y Paola, su esposa, una mujer de trenza gris-plata, cuentan que para su familia, así como para todos sus vecinos, algo es evidente: Xochimilco ha sufrido transformaciones a raíz de la sobreexplotación de sus mantos subterráneos de agua; como consecuencia, diversos puntos de su sistema de canales se están secando.

Rogelio, por ejemplo, sabe que las autoridades controlan artificialmente el nivel del lago y los canales mediante descargas de aguas tratadas; pero, “a pesar de que le están inyectando mucha agua a los canales, ahorita te sube así–explica, señalando la altura de su muslo–. Pa’ pasado mañana ya está hasta acá”, y baja para señalar la rodilla.

“Lo que está pasando en Xochimilco es el síntoma de un problema sistémico del Valle de México”, asegura Miguel Ignacio Rivas, biólogo de Chinampa Refugio, un proyecto del Instituto de Biología de la UNAM dedicado a la conservación, recuperación y cuidado de la fauna y flora de esta zona lacustre. La extracción de agua del subsuelo en esta región, detalla, ha sido tan intensa que provoca hundimientos y elevaciones diferenciales, es decir, provoca que el suelo descienda en algunos puntos y en otros se alce. Por esa razón, algunos canales han quedado por arriba del nivel del lago y, ahora, están secándose. Este fenómeno es llamado subsidencia.

“Donde hay más extracción hay más subsidencia –dice Rivas–. Todo esto hace que haya algunas partes de Xochimilco que se van para abajo y otras que se van para arriba, y por eso hay unos lugares que se secan.”

Xochimilco es una importante zona de producción agrícola de la Ciudad de México, gracias a que preserva un sistema prehispánico de agricultura basado en la siembra en islotes artificiales creados en las orillas del lago, conocidos como chinampas. Gracias a este sistema agrícola, toda la zona lacustre ha sido reconocida como Patrimonio Cultural de la Humanidad y, a nivel nacional, como Área Natural Protegida. Pero estos nombramientos no han detenido el deterioro.

Xochimilco
La extracción intensiva de mantos subterráneos en Xochimilco ha provocado hundimientos diferenciales, que dejan algunos canales por arriba del resto, y sin flujo de agua. Foto: Eunice Adorno / UIP.

Turismo, por encima de la ruralidad

En 1900, los cuerpos de agua de Xochimilco todavía se alimentaban de ríos y manantiales naturales. Sin embargo, durante la década siguiente fue inaugurado el Gran Canal del Desagüe, obra diseñada por el gobierno de Porfirio Díaz para concretar la desecación de los lagos de la Ciudad de México, iniciada durante la colonia española.

La primera desecación generalizada de Xochimilco fue declarada en los años 40 y, una década después, los manantiales que se explotaban habían desaparecido casi por completo. Para evitar el desecamiento total de Xochimilco, el entonces Departamento del Distrito Federal determinó inyectar aguas tratadas al lago y sus canales.

Actualmente, las aguas residuales que alimentan la zona chinampera en Xochimilco provienen de tres plantas de tratamiento: la planta “Cerro de la Estrella”, con un aporte de 35 millones de metros cúbicos al año; la planta “San Luis Tlaxialtemalco”, con un millón setecientos mil metros cúbicos, y la “San Lorenzo”, que inyecta un millón ochocientos mil, según el Programa de Manejo de Áreas Naturales Protegidas.

Después de inyectarse a los canales de Xochimilco, el agua tratada es distribuida mediante un sistema de compuertas diseñado para controlar su nivel y garantizar que ésta llegue a todos los canales. Este sistema, sin embargo, no es suficiente para mantener niveles adecuados en los terrenos que se han alzado debido a la subsidencia.

Don Miguel Flores, maestro retirado, quien ha sido chinampero toda su vida, empuja el remo a través del agua con sus manos gruesas y callosas por el trabajo del campo. Hace avanzar la canoa mientras habla de los cambios y los problemas que aquejan a quienes siguen trabajando estas tierras de forma tradicional.

Al llegar a su chinampa, cerca de la zona de Cuemanco, señala un dique construido por la alcaldía. Al meter un carrizo largo en el canal, muestra que de un lado del dique el nivel del agua es un metro más bajo que del otro lado. El carrizo mantiene las marcas de los dos niveles del agua, y las canoas, casi por encallar, lo confirman.

“Los canales con mejores niveles de agua se concentran en las zonas turísticas de Xochimilco —lamenta—, mientras que el abasto de agua y la rehabilitación de los canales de las zonas de cultivo no son considerados tan prioritarios”. Por eso, las personas chinamperas reman con miedo a encallar y se ven obligadas a buscar alternativas por cuenta propia, como el dragado de canales, para impedir que el desecamiento siga afectando a sus chinampas y la producción.

El dragado es una solución parcial y temporal contra el desecamiento por subsidencia porque, al retirarse sedimentos del fondo de los canales, éstos recuperan un poco de profundidad, permitiendo que el agua vuelva a las chinampas que se han elevado y que las canoas transiten sin riesgo.

No obstante, chinamperos y chinamperas consultadas coinciden en que cuando han solicitado la ayuda de la alcaldía para dragar canales y permitir que el agua vuelva a sus terrenos, la respuesta siempre ha sido negativa o, simplemente, no les dan respuesta.

Para saber cómo atiende la autoridad el problema de desecamiento por hundimiento diferencial, Corriente Alterna solicitó una entrevista con la alcaldía Xochimilco, petición que fue oficialmente ignorada.

A pesar de ello, de manera extraoficial, un representante de la alcaldía entró en contacto con esta redacción, a condición de mantener su identidad bajo reserva, para informar que Xochimilco sí cuenta con servicios de dragado y limpieza de canales, aunque reconoció que su operación es tan burocrática que una petición puede tardar un año o más en ser atendida… si acaso es atendida.

Rogelio, por ejemplo, ha ido varias veces a la Alcaldía Xochimilco a solicitar que le ayuden a limpiar el canal que lleva agua a su chinampa. “Ya nos tienen bien ubicados, ya saben dónde están los terrenos, en qué paraje; entonces, ya pueden llegar”. Pero, por más que insistió, no recibió la visita de la brigada pública de dragado.

Es por eso que Paola y Rogelio, sentados alrededor de la mesa de su comedor, cuentan que han tenido que ahorrar dinero y contratar un servicio privado para dragar el canal que corre junto a su chinampa, en la zona de Chicoco, para que así pueda llegar un poco más de agua. Pero la recuperación de profundidad de los canales mediante el desazolve es sólo una solución de corto plazo, porque la subsidencia continúa.

La vida sin agua y sin chinampas

Las consecuencias de la disminución del nivel de los canales, provocada por la subsidencia, las sufren directamente las personas chinamperas, que enfrentan dificultades para remar hasta sus siembras para regarlas y, en general, para seguir manteniendo una “vida chinampera”. Pero no son los únicos afectados.

La pérdida de la actividad agrícola por la falta de agua ha facilitado la proliferación de asentamientos urbanos irregulares y, con ello, se ha afectado a especies de flora y fauna nativa como el ajolote, las garzas de cuello de reata o la rana Tláloc, además de animales migratorios como el pato mexicano y otras 165 especies de aves que necesitan de los lagos y canales de Xochimilco para su tránsito reproductivo.

A lo anterior se agrega un dato clave: de desaparecer la zona lacustre de Xochimilco, la temperatura en la Ciudad de México aumentaría 2.5°C, según cálculos del proyecto Chinampa Refugio.

Por otro lado, se estima que una chinampa regular (de alrededor de 200 o 300 metros cuadrados) es capaz de producir cinco toneladas de alimentos al año.

De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), anualmente una persona podría consumir 0.65 toneladas. Esto significa que una sola chinampa promedio puede alimentar a dos familias de cuatro personas durante un año.

Además, una chinampa captura poco más de 113 toneladas de dióxido de carbono al año, por lo que una hectárea de estas tierras limpia el dióxido de carbono que producen 19 automóviles en ese tiempo.

Xochimilco
La dificultad para mantener la actividad rural en chinampas, motivada entre otras causas por la falta de acceso suficiente al agua, facilita el surgimiento de asentamientos irregulares en Xochimilco, entre 2010 y 2020 surgieron al menos 17 asentamientos nuevos en la zona, según el INEGI. Foto: Eunice Adorno / UIP.

Las casitas no reguladas

Don Miguel, Paula y Rogelio coinciden en que, debido a la dificultad para acceder al agua, el número de chinampas trabajadas de forma tradicional (abriendo surco y regando a mano las parcelas) es cada vez menor, mientras que el número de invernaderos, canchas de fútbol y, sobre todo, asentamientos irregulares, avanza sobre tierras que antes fueron de cultivo.

La comparación de los Censos de Población y Vivienda 2010 y 2020 revela que, en la década transcurrida entre ambos ejercicios, en Xochimilco surgieron al menos 17 “localidades” nuevas, la menor con dos habitantes, la mayor con 575.

El profesor Flores ha remado por los canales de Xochimilco toda su vida y sabe que la Alcaldía conoce esos asentamientos, pero no hace mucho al respecto.

“Fíjate, de este lado –señala un caserío que se extiende junto al canal, en un área de 400 metros cuadrados que antes fue para cultivo–, esta manzana o colonia, no sé cómo podríamos llamarle, ya está poblada. Cuando más, tendrá unos cuatro meses. No tiene mucho que la hicieron. Pero, te digo, vienen las autoridades, dan su recorrido en las lanchas, vienen diez, 15, 20 gentes en lanchas, pero no “ven”… Ninguna de esas gentes viene preparada para ver, no traen sus anteojos”, subraya con ironía.

“Eso es lo difícil de entender. Vienen a poner sellos a una casa (irregular) y a todas las demás no, ningún sello. Lo cierto es que toda es zona irregular, supuestamente de conservación ecológica, pero nada más una casa es la que está perjudicando, las demás no. Es la manera de actuar de las autoridades.”

Para las personas chinamperas, la preocupación constante es la imposibilidad de seguir sembrando sus tierras, de vender o comer lo que producen en ellas y, sobre todo, las consecuencias sociales, económicas y ecológicas que causaría la pérdida de la zona lacustre, que no sólo enfrentarán sus familias sino toda la población.

Más que una chinampa

En 2019 la FAO estimó que existen alrededor de 21 mil chinampas en Tláhuac y Xochimilco, pero solo 3,600 están activas, mientras que otras 17,400 están abandonadas. Así, aunque sólo se utiliza 17% de las chinampas, el valor de la producción que generan anualmente para la Ciudad de México se calculó en 245 millones de pesos, por alrededor de 19,213 toneladas de alimentos y 24 millones de especímenes de plantas de ornato. También estimó que, en 2018, al menos 12 mil personas trabajaban las chinampas, sólo para el cultivo.

Estos factores culturales, sociales, económicos y ecológicos son la razón principal de que el sistema agrícola chinampero fuera reconocido en 2018 como Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM) por la FAO.

En resumen, remata el biólogo Miguel Ignacio Rivas, “si no existieran todos los mecanismos y servicios ecosistémicos del suelo de conservación de Xochimilco, difícilmente esta ciudad tendría viabilidad”.

Don Miguel Flores cuenta que él y su esposa vieron en las noticias la declaración de Claudia Sheinbaum durante su tercer discurso de rendición de cuentas, el 8 de diciembre del 2021. “Dijo la jefa de Gobierno de la Ciudad que iban a regenerar Xochimilco… Hay que estar pendientes a ver cuál es la regeneración para ella: ¿Se van a sembrar los terrenos, se va a dotar de agua limpia, por lo menos se van a conservar los canales con más agua, aunque sean aguas negras tratadas? ¿O va a seguir bajando el nivel del agua?”

La importancia de mantener estas zonas va más allá de los reconocimientos internacionales. Rogelio concluye que, de desaparecer la zona chinampera, la población en general se vería afectada: “Todo mundo vamos a sufrir porque ya no va a haber verdura”.

Paola coincide: “Yo creo que va a haber mucha hambre. De los pocos campesinos que todavía hay, muchos viven del campo nada más”.

En medio de un proceso de urbanización creciente, aunado a la necesidad del agua para las personas, queda preguntarse si, efectivamente, se pueden dejar de explotar los pozos para evitar los efectos negativos de la subsidencia. El biólogo Rivas responde que no; más bien, la apuesta debería ser por una gestión ética de estos servicios ecosistémicos “para que haya agua y chinampas, hoy y mañana”.

FOTOGALERÍA: XOCHIMILCO: REFLEJOS SOBRE EL AGUA TURBIA

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