Aquí las personas siempre están corriendo, para llegar a una consulta médica o para ganarle al reloj checador e iniciar una ardua jornada de trabajo. Es la zona de hospitales del sur de la Ciudad de México, donde conviven miles de personas dedicadas a la salud.
Este 8 de abril es un día distinto en Tlalpan, en la zona que alberga cuatro de los hospitales más importantes de la capital del país. El eclipse solar concentra las conversaciones y el personal espera tener unos minutos libres para asomarse al cielo.
Alrededor del mediodía, al acercarse el punto máximo del fenómeno astronómico, que provocó un oscurecimiento del 79 por ciento en la Ciudad de México, personal médico, de enfermería y auxiliares se fueron turnando para presenciarlo.
Algunas personas proyectaron la luz del sol a través de un agujerito hecho en una hoja de papel. El resto, llevaron una máscara para soldar o lentes con filtro certificado.
En un día común, el personal de salud no descansa, tampoco tiene tiempo de esparcimiento, a veces ni siquiera para moverse de su espacio de trabajo. Pero hoy no es un día común.
Francisco Vargas, del área de epidemiología, presenció por primera vez un eclipse solar. “Es bastante emocionante ver cómo se va oscureciendo y cómo va cambiando el clima, se empezó a sentir más frío”.
Pavel Vazquez, de apoyo administrativo, dice que fue divertido vivir el ambiente de compañerismo.
Diana Ávila, médica pasante del Hospital Gea González, se encontraba en la consulta por la mañana. Contó que estaba triste por no tener filtro especial para la observación del eclipse, pero al salir a la explanada y terraza, se asombró al ver la proyección de la luz del sol a través de las hojas de los árboles. También dice que se emocionó al ver cómo otros compartían sus filtros.
En el Hospital Infantil de México se organizó una observación en la que participaron también pacientes y familiares.
“Fue un trabajo en conjunto con el personal del hospital, porque hasta niños de hospitalización estables salieron acompañados de las enfermeras, estaban muy emocionados”, describió Karla Marín, médica pasante del Hospital.
Con jornadas extenuantes, filas de personas por atender y situaciones de crisis constantes, el eclipse fue un respiro en la tensión cotidiana.
“Fue muy relajante darme unos minutos y subir al cuarto piso a disfrutar de este evento astronómico”, dijo el interno Javier Andrés Gallegos antes de volver a su guardia de 24 horas.
El oscurecimiento máximo duró aproximadamente cuatro minutos. Después de las 12:20, el personal regresó a los consultorios y áreas de cuidados, a la normalidad.