El partido que se disputaba en el estadio Neza 86 era tan reñido que ninguno de los dos equipos conseguía anotar. La tensión subía a cada minuto en la cancha. El equipo que dirigía Emilio Rosado, por fin, logró el primer gol. El entrenador de los rivales explotó y no se contuvo para lanzar el reclamo: “¿Cómo es posible que un entrenador joto nos esté ganando?”
Ese día de julio del 2020, en Ciudad Nezahualcóyotl, en el Estado de México, se jugaba la sede de la final del torneo juvenil FRAMAG.
Emilio no olvida ese día. El comentario no le causó molestia, sino empoderamiento. El equipo que dirigía estaba a minutos de salir victorioso del torneo, y la frustración de los rivales era tanta que, al no tener argumentos deportivos, recurrieron al ataque a su orientación sexual.
Con el triunfo de ese día, Emilio se dio cuenta de que también se había ganado un lugar en un deporte “heteronormado”, en un deporte de machos.
Desde que era niño, Emilio se enganchó al futbol; solía leer los periódicos deportivos al derecho y al revés, de ida y vuelta. A los seis años recibió un balón como regalo de Reyes Magos. Durante un juego, por accidente, su primo le estrelló ese mismo balón en la cara: de su nariz fluía un río de sangre, pero también las ganas de mejorar para jugar como todo un profesional.
Hoy, a sus 36 años, Emilio trabaja en la Escuela de Futbol Filial Oficial del Pachuca Tuzos Calero, de la que es parte el equipo Academia Tuzos “C” que él dirige en su categoría juvenil. Además, desde hace cinco años, es el director técnico de Kraken Deportivo, un equipo de futbol sin distinciones: hay jugadores LGBTI y también quienes se identifican como heterosexuales.
Para Emilio, los partidos de futbol “son once personas contra once personas y digo personas porque no sabemos si son hombre, mujer, no binario, gay, heterosexual, bisexual. Personas. Somos personas y tenemos la misma capacidad de poder desarrollar este deporte como lo tienen las personas heterosexuales”.

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Es un sábado de marzo del 2025. Son las 19:45 horas y está por comenzar el último partido de la noche de la Liga Delegacional Benito Juárez, que se juega en el deportivo del mismo nombre. En esta cancha, el pasto no es verde, sino azul, el mismo tono que identifica al Partido Acción Nacional (PAN) que gobierna esta alcaldía de la Ciudad de México.
Ballenitas, un equipo conformado principalmente por adolescentes, son los rivales de hoy; significan un gran reto para los jugadores de Kraken Deportivo, que tienen entre 22 y 42 años.
Los atletas de Kraken Deportivo se hacen un espacio sobre el campo azulado para repasar la estrategia. Aplausos y vítores no se hacen esperar entre los jugadores, buscan animarse frente a la incertidumbre: uno de sus compañeros aún no llega.
Dan las ocho en punto y el árbitro llama a los integrantes de los equipos a presentar sus acreditaciones. Kraken Deportivo deberá ganar a como dé lugar: son los últimos en la tabla de posiciones del torneo.
El onceavo jugador llegó sólo un par de minutos después del silbatazo inicial. En segundos, pasó de una playera verde y un pantalón de mezclilla al uniforme del equipo: shorts negros y camiseta morada con grecas negras, en el pecho lleva el logo del equipo y, en el torso, los colores de la bandera de la diversidad.
El jersey es distinto al que ocupan cuando entrenan que, aunque también es morado, está lleno de palabras que aluden al amor, la diversidad, la inclusión y otros valores que defienden desde su trinchera: la cancha.
Los jugadores de Ballenitas burlan fácilmente a los defensas de Kraken; después de varios intentos, consiguen el primer gol. Esa ventaja dura poco. Aunque con dificultades, Kraken Deportivo, empata. El árbitro marca el final del primer tiempo.

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Neri Acosta fundó Kraken Deportivo un 24 de agosto de 2019. Su objetivo fue crear un equipo en donde las personas que se identificaran de la diversidad sexual pudieran desarrollar actividades deportivas sin ser juzgadas o discriminadas.
Inició como futbol soccer, pero con el paso del tiempo han creado equipos de natación, básquetbol, cheerleading (porristas), atletismo y vóleibol. En estas disciplinas, se reúnen hombres, mujeres y personas no binarias de distintas edades y profesiones, con el objetivo de fomentar y darles visibilidad como deportistas orgullosos de su identidad sexo-genérica.
“La mejor educación que podemos dar, deportivamente, es que otros vean que, sin importar el género o la orientación, nosotros podemos competir”, reflexiona Acosta, quien también es director general de esta iniciativa.
En seis años, Kraken Deportivo ha crecido por toda la Ciudad de México: hoy son alrededor de 150 deportistas que entrenan en deportivos como el Plutarco Elías Calles (futbol), en la alcaldía Venustiano Carranza; el Azcapotzalco (atletismo), y el Vicente Saldívar (vóleibol), en la alcaldía Benito Juárez.
También practican básquetbol en el Parque Velódromo de la alcaldía Venustiano Carranza y natación en la Alberca Olímpica Francisco Márquez, en Benito Juárez. Además, tienen presencia en Puebla y Querétaro con equipos de futbol siete, que solo se diferencia del soccer porque se juega con siete jugadores.
La mayoría de los deportistas se unieron gracias a las redes sociales. A quienes se acercan, Neri les explica que el respeto dentro del equipo es primordial y remarca que es un espacio seguro para las personas LGBTI.
Las personas interesadas en alguno de los deportes que ofrece Kraken deben pagar una mensualidad, la cual es distinta según el deporte. En el caso del futbol, por ejemplo, el costo es de 250 pesos al mes. Ese dinero se ocupa para el pago de arbitrajes, mantenimiento y renta de la cancha donde entrenan.
“La mejor educación que podemos dar, deportivamente, es que otros vean que, sin importar el género o la orientación, nosotros podemos competir”
-Neri Acosta
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Seguidor del América, Humberto Rivera, de 35 años, trabaja en el área de desarrollo organizacional de un contact center. Su profesión en nada se relaciona con lo que hace todos los miércoles: ser portero de Kraken Deportivo. Ahí también juega su novio, Pablo Pérez, quien tiene 26 años y es estudiante de la licenciatura en comunicación.
La forma en que Pablo miraba el futbol cambió gracias a Humberto, él lo invitaba a su casa a ver algunos partidos en la televisión o lo llevaba a los entrenamientos y partidos con Kraken. Un día, Pablo se animó a formar parte del equipo. Cuando anotó su primer gol durante un partido oficial, dejó de mirar a ese deporte como algo aburrido. Ahora es una actividad que le ayuda a lidiar con el estrés, lo mantiene en buena condición física y le permite pasar tiempo con su novio.
“Un estigma que yo tenía, antes de entrar aquí, es que las personas de la comunidad no saben jugar. Pero entrando aquí, me enseñaron totalmente lo contrario”, explicó Alejandro Martínez, de 30 años. Él juega como defensa en Kraken.
Alejandro trabaja como desarrollador de software por las mañanas y es futbolista por las tardes. Es fanático del Cruz Azul. Desde los doce años practica este deporte en equipos integrados solo por personas heterosexuales, ahí sentía que no podía ser él: “A diferencia de los equipos heterosexuales, aquí puedes ser tú mismo, sin necesidad de tener que estar fingiendo, de comportarme de cierta manera. Aquí tienes esa libertad de expresarte en todos los sentidos”.
Por recomendación de un amigo, hace un año, Alejandro llegó a Kraken. En su nuevo equipo no tiene que pretender ser quien no es.
Ángel Amador, con 29 años, se identifica como heterosexual, pero eso no le ha impedido jugar en Kraken. Dice que en sus compañeros ha encontrado una amistad que va más allá del campo. Ferviente admirador de los Pumas, también es comerciante y, aunque en ocasiones el trabajo lo supera, mueve cielo, mar y tierra para poder llegar a los partidos y convivir con sus amigos.
Ser heterosexual no lo ha blindado de recibir críticas. Cuando algunas personas se enteran que juega en un equipo de personas LGBTI le dicen que se podría “feminizar”, que va a perder “ciertas características masculinas”, como los “que creen que las tienen”. Él cuenta que hace oídos sordos a esos comentarios.

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Muchos jugadores LGBTI no pueden aún revelar su identidad sexo-genérica, debido a ciertos prejuicios que giran en torno a este deporte “heteronormado”, como lo considera Emilio.
Casos como el de Josh Cavallo —jugador australiano del Adelaide United Football Club, que recibió amenazas de muerte tras hablar abiertamente sobre su orientación sexual— recuerdan lo difícil que aún es para algunos deportistas abordar el tema en su vida pública.
En México, desde hace más de 50 años, varios equipos LGBTI han tomado la cancha sin tener que ocultarse. Así lo hicieron Las Gardenias, en el barrio de Tepito, de la alcaldía Cuauhtémoc, en Ciudad de México. También los Lobos México, un equipo donde se conocieron Neri y Emilio. Y en años más recientes, el Club Deportivo Muxes, el primero en certificarse como profesional al jugar en la Tercera División Profesional, una liga oficial administrada por la Federación Mexicana de Futbol (FMF).
Las personas de la diversidad sexual que comparten la pasión por el balompié en México han logrado posicionar torneos: en 2004, la LIGAY MX fue pionera en ello, aunque empezó sólo con equipos de la capital mexicana. En la actualidad, el Circuito Nacional de la Diversidad Sexual o Pateando la Transfobia son competencias que ya se realizan a nivel nacional. Otras iniciativas son la Copa LGBT+, en la Ciudad de México; el Torneo Gay de Futbol Relámpago, en Chiapas, o la Copa de la Visibilidad Play Boy LGBT+, en el Estado de México.
En el contexto internacional, eventos como los Gay Games, el Campeonato Mundial IGLFA o el Whitmore Indoor Clasic colocan al futbol como un deporte que busca combatir prejuicios.
Kraken Deportivo ha destacado en algunos de esos eventos: en 2024, obtuvo el primer lugar en el Circuito Nacional de Diversidad y en el torneo Pateando la Transfobia. Ese mismo año consiguió el bronce en la COPA LGBT+. Y en 2023 consiguió el cuarto lugar en los Gay Games de Guadalajara.

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El entrenador del equipo de futbol de Kraken Deportivo estudió la licenciatura en dirección técnica, en la Universidad del Futbol y Ciencias del Deporte, en Hidalgo. Antes, cursó la licenciatura en medicina en la UNAM. A Emilio le gustan los retos: ser el primer médico y el primer director técnico en una familia de abogados y contadores, constituyen una prueba de ello.
Dice que han existido avances significativos en la notoriedad del deporte LGBTI, pero no los esperados: “El futbol LGBTI se ha vuelto más visible, eso es cierto, pero no deja de ser una comunidad o un grupo vulnerable que desarrolla un deporte”.
Aplaude que Kraken no sea sólo un equipo en donde únicamente participan personas LGBTI, y que los partidos que juegan no sean sólo en ligas con otros equipos abiertamente LGBTI. Cuando a estos equipos se les limita solamente a tener torneos entre ellos, apunta, es como si les dijeran: “Te apoyo a que desarrolles el futbol, pero aparte”.
Para impulsar un futbol que no divida, que no sea excluyente, Emilio menciona que es necesario que entre toda la diversidad sexo-genérica, jugadores y hasta entrenadores tomen la iniciativa de construir espacios deportivos seguros, sin esperar a que el gobierno o las organizaciones privadas lo hagan.
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En los diez minutos del medio tiempo, la seriedad invade a los jugadores de Kraken. Algunos intentan sacudir la tensión del empate con algunas bromas. Este es uno de los momentos que Emilio considera de los más difíciles para un entrenador, pues debe separar su amistad para convertirse en la cabeza del equipo.
Los insta a jugar como lo hicieron en el entrenamiento del miércoles; les dice que si tienen problemas, los dejen de lado durante la siguiente media hora y se concentren en ganar.
El partido se reanuda. Las palabras de aliento y la nueva estrategia tienen efecto: ocho minutos después, llega el segundo gol, anotado por El bicho, como llaman de cariño a Ángel Amador.
La amenaza de que Ballenitas pueda empatar es alta.
A pesar de ello, llega el tercer gol y Kraken aventaja. Los gritos de Emilio resuenan en toda la cancha: “¡Cabrón!”, “¡Súbete!”, “¡Pasala!”.
Con el pitido final, Kraken Deportivo gana el partido. Los festejos son moderados. Los jugadores saben que deben empeñarse aún más en las siguientes jornadas. La seriedad se rompe cuando familia y amigos bajan de la tribuna para saludar y celebrar el triunfo.
En cada partido y en cada entrenamiento, la bandera que representa a la diversidad sexual, de género y de características sexuales, junto con la del equipo acompañan a los jugadores. Para Emilio, el siguiente reto será “ir a ganar torneos heterosexuales”.