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Primera línea contra covid-19

Testimonios desde la primera línea de lucha contra el Covid-19

Médicos a punto del burnout: en la guerra contra el covid-19, el estrés, el insomnio y la depresión acechan. Lee a quienes combaten al virus.

Emiliano Ruiz Parra, reportero / Corriente Alterna el 23 de mayo, 2020

Los médicos del país lo están dando todo. Pero en la batalla contra el SARS-CoV2 deben aprender a lidiar ya no sólo con la precariedad laboral y la falta de insumos sino con el insomnio, con la depresión, las jornadas cada vez más extenuantes en hospitales desbordados de pacientes, el alto riesgo de contagio y los compañeros caídos. Esta es la primera parte de una serie de testimonios vivos de quienes miran al virus de cerca. Son los testimonios de tres médicos residentes y un doctor que vio morir a su colega infectado de Covid-19.

“Nos dijeron que compráramos nuestro equipo”

María Fernanda es médica residente en un hospital regional del IMSS en una entidad que colinda con la Ciudad de México. Los médicos residentes representan la base de la pirámide en el sistema de salud. En 2015 eran más de 22 mil, y son aquellas médicas y médicos que terminaron su licenciatura y trabajan en un hospital para aprender una especialidad. En el hospital de María Fernanda laboran unos 80 residentes con salarios de alrededor de 12 mil pesos mensuales, y sobre ellos recae la mayor carga de trabajo. Según este testimonio, fueron expuestos al contacto con pacientes sospechosos de Covid-19 sin la protección adecuada. Corriente Alterna verificó la identidad de María Fernanda y accedió a cambiar su nombre para proteger su anonimato. Este es su relato: 

Al principio de la contingencia no dimensionaba la situación. La carga de trabajo es excesiva: entramos a las 5 de la mañana y salimos a las 7 de la noche. Pero si tienes la guardia sales a las 6 de la tarde del día siguiente, o sea que trabajas más de 36 horas seguidas. Descansas una noche y vuelves a tener la guardia 72 horas después.

Antes de la contingencia no había visto televisión ni leído periódicos porque estaba inmersa en el hospital por la carga de pacientes. Cuando empezaron los casos de Covid-19 nos dieron una plática de dos horas. Los residentes estábamos tan cansados de las guardias que casi todo el auditorio estaba dormido.

Entonces  se desocupó un piso para dejarlo exclusivo a pacientes Covid. A nosotros como residentes nos dijeron que no teníamos de qué preocuparnos porque éramos la población más joven y no estábamos en riesgo. No teníamos equipo y pasaron semanas sin que nos dieran equipo de protección personal.

Una cosa que a los residentes nos impactó mucho fue que uno de nuestros compañeros se infectó de Covid-19. Tenía antecedentes de enfermedades respiratorias y terminó en terapia intensiva. Oficialmente no nos comunicaron nada. Nos enteramos porque una enfermera nos avisó. Desde entonces nos dieron la instrucción de ya no presentarnos todos los días sino de sólo ir a las guardias.

La primera semana de abril nos dijeron que compráramos nuestro equipo de protección nosotros. El cubrebocas N95 cuesta de 90 a 100 pesos. Los reutilizamos varias veces pero no es lo recomendable, tiene ciertas horas de vida útil. Los goggles deben estar entre 100 y 150 pesos. Y nos recomendaron que nos compráramos los overoles de plástico, que en internet cuestan 700 pesos. Guardamos silencio pero fue obvio que nadie quería comprar su propio equipo. Terminamos cediendo y nos compramos el cubrebocas entre nosotros.

A los residentes de Urgencias los retiraron por completo del hospital pero antes de eso sí tuvieron contacto con pacientes Covid-19 y no tenían ninguna protección. Preguntaron qué iba a pasar con ellos y [el área administrativa] les dijo: o podían renunciar o podían seguir ahí.

[Lo que molesta] es la falta de insumos, la falta de información. El que nos hayan ocultado que teníamos un compañero en terapia intensiva a todos nos molestó bastante. En general los compañeros dijimos que si se ponía más grave o se llegaba a morir nos íbamos a paro. Este médico tiene menos de 30 años y está en terapia intensiva. Eso de que somos jóvenes y nada nos va a pasar no es cierto.

Nos proporcionaron equipo de protección porque nuestra coordinadora consiguió donaciones de algunas organizaciones. Y hace una semana el Instituto empezó a darnos cubrebocas N95, aunque el equipo completo está reservado para aquellos que entran al área Covid.

Este último mes (mayo de 2020) varios residentes hemos estado expuestos a por lo menos tres pacientes confirmados. No llevábamos equipo de protección personal, sólo cubrebocas N95, dado que eran pacientes que habían ingresado por diagnósticos diferentes a Covid. Una de ellas era enfermera de este mismo hospital, quien falleció hace dos semanas.