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Un canto en el Metro, para poder vivir
Pedro Rangel en el Canal de la Mancha

El nadador Pedro Rangel Haro fue el primer atleta paralímpico mexicano en cruzar el Canal de la Mancha. / Foto: Guillermo Marro / Cortesía

Pedro Rangel Haro: la incertidumbre de un campeón paralímpico

Pablo Emilio Padilla González, becario / Corriente Alterna el 13 de diciembre, 2020

Pedro Rangel Haro aprendió a nadar a los 18 años, después de que casi se ahogara en un balneario junto al Lago de Chapala. Nunca se alejaba de las orillas de la alberca, pero ese día de 1997 se subió en un colchoncito inflable; uno de sus amigos le hizo la broma y jaló el plástico. Pedro cayó hasta el fondo.

No podía impulsarse hacia la superficie porque no tenía piernas. Las había perdido diez años antes. 

Luego de la experiencia, se propuso aprender a nadar. Y lo hizo en las piscinas del Consejo Estatal para el Fomento Deportivo (Code) de Jalisco, ubicado en Guadalajara, donde vivía. 

Hoy tiene cuatro medallas paralímpicas —un oro y tres bronces— en 100 metros pecho y fue el primer atleta paralímpico mexicano en cruzar a nado las aguas heladas del Canal de la Mancha.

Desde chico mostró grandes habilidades físicas; hacía ejercicio con su padre, un militar retirado que trotaba todos los días. Uno de sus sueños era escalar el Everest con él. La ilusión se nubló en 1987, cuando perdió ambas piernas en un accidente en las vías del tren cerca de su casa. Jugaba con sus amigos a treparse al lento vagón, pero resbaló y quedó debajo de las ruedas. Tenía ocho años y pasó más de seis meses en terapia intensiva. Fueron dos años de tratamiento médico y reconstrucción terapéutica. 

Pedro cuenta que nunca le gustó usar prótesis, prefirió moverse en silla de ruedas. Creció junto a sus cuatro hermanos y siete hermanas, él es el sexto hijo. Terminó la primaria y decidió no seguir con estudios formales. Era un atleta y adaptaba el deporte a su favor: si salían en bicicleta, se movía en la avalancha. Jugaba béisbol y básquetbol, lanzaba pases de fútbol americano. Al cumplir 16 años su papá lo mandó al taller de joyería de su tío para que aprendiera un oficio, pero Pedro prefirió dedicarse al deporte. 

Retrato de Pedro Rangel Haro
Pedro Rangel Haro aprendió a nadar a los 18 años, después de que casi se ahogara en un balneario junto al Lago de Chapala.  / Foto: Guillermo Marro / Cortesía

En 1998, por iniciativa presidencial, se creó el Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento (Fodepar) que otorga becas vitalicias a los medallistas olímpicos y paralímpicos, además de otros tipos de beneficios económicos a paratletas de alto nivel. Pedro, ya convertido en nadador profesional, comenzó a recibir la beca vitalicia en 2004, al ganar su primera medalla de bronce en la Paralimpiada de Atenas. Cuatro años más tarde empezó a recibir apoyo y cobertura del programa integral de Fodepar, que consistía en atención médica, psicológica, nutricional, especialización en campamentos deportivos y otro estímulo económico, además del vitalicio.

A diferencia de la beca vitalicia, la cobertura del fideicomiso está condicionada a su desempeño internacional y profesional. Es decir, que Pedro debía refrendar y cumplir con metas del ranking mundial para continuar dentro del programa. No tiene otro empleo, su sustento y el de su familia dependen completamente de la beca vitalicia. Al día de hoy, no sabe si dejará de recibirla tras la extinción del Fodepar.

Este es uno de los 109 fideicomisos que desaparecieron el 21 de octubre de 2020. Las dos cámaras del Congreso de la Unión respaldaron la iniciativa presidencial que los extinguió, bajo el argumento de que eran opacos y proclives a la corrupción, por lo que sus recursos serán concentrados en la Tesorería de la Federación. 

“Fodepar me hizo el atleta que soy”

El Fodepar se formó junto con el Compromiso Integral de México con sus Atletas (CIMA), un programa educativo y profesional para apoyar a los mejores deportistas del país. 

Sin embargo, el apoyo a los paratletas de alto rendimiento llegó hasta  2008, año en el que Rangel ganó su primera medalla de oro en los Juegos de Pekín. Fue entonces cuando los paratletas contaron con los mismos beneficios de los atletas convencionales: asesoramiento médico, terapéutico y deportivo, campamentos de entrenamiento y financiamiento económico. “Por esos años comenzó a crecer de manera fuertísima el movimiento de paratletas”, explica el nadador tapatío. “Debido a la presión de la comunidad paralímpica se garantizó el apoyo equitativo e integral para atletas convencionales y del deporte adaptado”.

La cobertura del Fodepar es diferente a la beca vitalicia por ganar medallas en las Olimpiadas y Paralimpiadas. Dentro del presupuesto del fideicomiso estaban considerados los recursos económicos para los 99 campeones olímpicos y 81 paralímpicos, que recibían el sustento vitalicio.

“Fodepar me hizo el atleta que soy. Eso y los entrenadores, que me dan la otra mitad de lo que no soy”.

Pedro Rangel Haro

Pedro Rangel Haro acarrea una lesión desde 2008: un dolor punzante que le brinca del hombro izquierdo al derecho, después baja a la nalga izquierda y, al final, sube al cuello. Con la cobertura del fideicomiso pagó cinco resonancias magnéticas y atención médica y psicológica durante ocho años. Le detectaron una hernia discal entre las vértebras C6 y C7, que están en el cuello. La solución de los doctores era una operación, pero él sugirió un tratamiento menos invasivo, pues en su infancia había pasado mucho tiempo en quirófanos y había jurado que jamás volvería a entrar a cirugía. Sin embargo, el procedimiento de “infiltración por ozono” le fue negado por razones administrativas, pues no formaba parte de los lineamientos de cobertura médica del Fodepar.

A principios del 2016 se le retiró el apoyo del fondo por no cumplir con un evento clasificatorio en la Ciudad de México, al que no pudo asistir debido a la lesión y a que estaba en proceso de divorcio. Después de ganar medalla de bronce en Río de Janeiro tuvo que alejarse de los entrenamientos para recuperarse física y emocionalmente. 

Pedro Rangel y Marianne Álvarez
Pedro Rangel Haro acarrea una lesión desde 2008: un dolor punzante que le brinca del hombro izquierdo al derecho, después baja a la nalga izquierda y, al final, sube al cuello. / Foto: Guillermo Marro / Cortesía

Nadar sin piernas en mar abierto

Pedro pasó 16 años dedicándose únicamente al deporte de alto rendimiento, bajo los entrenamientos de la misma persona que le enseñó a nadar y lo ha acompañado a todas las Paralimpiadas: Margarita Hernández. 

“En el alto rendimiento todo el tiempo tienes el reloj y el cronómetro encima de ti”, explica el nadador. “Incursioné en aguas abiertas, lo que me dio pauta para darle otro tipo de trabajo a mi cuerpo. Es muy diferente, requiere mucha más técnica en respiración y un ritmo más relajado. Eso fue lo que me rescató… Ni Code ni Conade ni Fodepar… Fue el amor por el agua, por el entrenamiento y por la natación”.

En 2018, Rangel fue el primer nadador paralímpico mexicano en cruzar el Canal de la Mancha. Geográficamente y en línea recta, el canal mide 32 kilómetros; debido al mal clima, él nadó 50 kilómetros durante casi 16 horas seguidas, acompañado de su entrenadora de mar abierto, Marianne Álvarez, quien lo alimentó, asesoró y cuidó durante la travesía. Alimentar a Pedro fue difícil porque si él tocaba la nave sería descalificado. Mientras flotaba sobre olas de dos y tres metros tenía que atrapar la botella y tragar el alimento líquido. Rangel cuenta que, cuando pudo comer por primera vez, a la primera hora de nado, estaba mareado y alucinaba con dos naves imaginarias junto a la verdadera.  

Pedro y Marianne
Pedro Rangel y su entrenadora de mar abierto, Marianne Álvarez, quien lo alimentó, asesoró y cuidó durante el cruce del Canal de la Mancha. / Foto: Guillermo Marro / Cortesía

Antes de su cruce individual, Pedro Rangel Haro cruzó el canal en 2014 junto con el equipo Honu, compuesto por otros cinco nadadores con discapacidad, todos pupilos de Marianne Álvarez. Este fue el primer relevo de Paralímpicos en cruzar el Canal, además de registrar el tiempo más rápido de esa temporada, ganándoles a los equipos convencionales: “Imagínate, la bola de chuecos tirando el traje a los nadadores convencionales”, dice Pedro. 

La entrenadora Marianne Álvarez, quien estudió veterinaria en la UNAM, conoció a Pedro Rangel Haro en Vancouver, Canadá, en una competencia clasificatoria para los Paralímpicos de Londres 2012. Ella fue la primera mujer mexicana en intentar el nado del Canal de la Mancha en 1985, por lo que Pedro se animó a entrenar con ella. Marianne obtuvo el financiamiento para ambos eventos, así como para el entrenamiento y supervisión, y lo acompañó en el viaje: “Pedro dijo que lo más difícil fue cuando lo ayudamos a subir al barco después del cruce. Tras nadar todas esas horas, no quería nuestra ayuda para subir a cubierta”. 

De acuerdo con Rangel, el nado en aguas abiertas es una opción para los paratletas de alto nivel que, por alguna razón, no tienen condiciones para ser medallistas: “Hay muchos paratletas que no van a ganar una medalla olímpica, aunque sean de alto rendimiento, porque las características de un atleta paralímpico son únicas. El equipo Honu es la idea base para la inclusión de atletas que no podrán figurar, incluirlos a la disciplina del nado en aguas abiertas”. 

Equipo de nado Honu
/ Foto: Guillermo Marro / Cortesía

Deporte, política y corrupción

Después de ser reconocido por la Asociación de Natación del Canal de la Mancha por la hazaña del cruce, Pedro regresó a México y quiso postularse al Premio Nacional de Mérito Deportivo. Fue imposible porque en los lineamientos del premio se establece que solo se reconocerán logros obtenidos “dentro” de las federaciones mexicanas del deporte. Para su mala suerte, el cruce es considerado como deporte extremo y no está contemplado entre las disciplinas de ninguna federación nacional. También intentó obtener la beca del Fodepar para prepararse para los Juegos Parapanamericanos de Lima 2019 y los Paralímpicos de Tokio 2020. 

“A principios del 2019, aproveché y abordé a Alfredo Castillo —el entonces director de la Conade—. Él me dijo que tuviera por seguro el resguardo, pues cumplía con todos los logros y el perfil meritorio. Me dirigí con Arturo Contreras, director de Alto Rendimiento, y me consiguió solo tres meses de beca antes de Lima, con la mitad del dinero que recibía en 2016, pero la perdí totalmente después de quedar en segundo lugar”. 

Pedro Rangel Haro estaba en Cozumel, en un evento clasificatorio para los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020, cuando se desató la emergencia sanitaria por la pandemia de COVID-19: “Ya andaba encaminado, entrené lo bastante como para entrar a podio. Lo hice muy bien y tuvimos que retrasar un año más”.

Línea de tiempo de Pedro Rangel
Imagen: René Zubieta
Línea del tiempo de Pedro Rangel
Imagen: René Zubieta

Los Juegos Paralímpicos se pospusieron un año debido a la pandemia. Se llevarán a cabo entre el 24 de agosto y el 5 de septiembre de 2021. Se espera la participación de, por lo menos, 4 mil 400 deportistas con discapacidad, de los cuales hasta 120 podrían ser mexicanos. Sin embargo, el pasado 9 de noviembre se anunció la cancelación de todos los encuentros del deporte adaptado a cargo de la Conade, así como eventos de clasificación nacional. 

Mientras tanto, Rangel no ha bajado la guardia. Comienza a nadar a las cinco de la mañana y regresa a las ocho, cuando sus dos hijos inician clases en línea y él los acompaña. Durante el día hace calistenia y en la tarde suma a sus hijos a su segunda sesión de entrenamiento: van al parque o al cerro, hacen ciclismo y practican escalada. En las noches, cuando los niños duermen, él sale a dar más vueltas en su bicicleta adaptada, pedaleando con sus brazos, en la incertidumbre  tras la extinción del Fodepar.