En la cocina y en las recetas hay recuerdos que deben resguardarse. La fotógrafa Zahara Gómez Lucini, directora del proyecto Recetario para la memoria, dice que su trabajo consiste en “encontrar actos contra el olvido”.
–No es tanto construir memoria, es trabajar contra el olvido todo el tiempo – dice en entrevista–. En el momento en que una mamá comienza a nombrar a su hijo desaparecido como “mi hijo fue desaparecido” ya está haciendo un acto de memoria. Y una vez que empieza eso es imparable, no hay vuelta atrás.
Recetario para la memoria, un proyecto gastronómico, fotográfico y social es un trabajo de autoedición en coautoría con Las Rastreadoras del Fuerte. En él se reúnen 30 recetas desde las que se busca nombrar a través de sus platillos favoritos a las y los familiares desaparecidos de algunas de las mujeres que conforman este colectivo. Las ganancias de las ventas del libro son divididas al 50% con las Rastreadoras del Fuerte. Ingreso con el que planean construir una casa que sirva de oficina.
De familia argentina, para Zahara el tema de la desaparición forzada resulta familiar. Por eso le sorprendía que en México las mujeres que buscan a sus familiares no supieran que en Latinoamérica también hay casos similares.
–Ahí hay un vínculo que hacer –dice–: entender que hay otras personas que han pasado por ahí antes que tú, que han construido redes de reclamo, redes para pedir justicia, para construir, para no olvidar, te hace sentir menos sola. Desde sus platillos y los ingredientes cotidianos, las mujeres que buscan a sus familiares construyen esos puentes.
Recetario para la memoria surge de cuestionarse su oficio como fotógrafa y de la inquietud de crear un proyecto en donde el motor fuera generar un impacto directo más allá de lo estético. La necesidad de un formato que invitar a la acción pero desde la intimidad de cada persona, explica, no desde el llamado a transformarte en otra persona y abandonarlo todo.
Fotos: Zahara Gómez
Texto: Karina Feliciano y Eunice Adorno
Fue por eso que la idea de un recetario podía ayudar a mover el tema del mundo del activimsmo, el periodismo y quienes ya están enterados de la existencia de víctimas de desaparición forzada.
–Empecé a pensar que era como un poco una trampa: hacer un poco caballo de Troya, producir un formato que pareciese inofensivo de alguna manera, pero que pudiese tener la posibilidad de sí ser ofensivo una vez que estás dentro, no antes – comenta Zahara.
Así es como las Rastreadoras del Fuerte convirtieron los sabores familiares y la labor culinaria en un acto contra el olvido: “Alrededor de la comida definimos quienes son los nuestros”, se lee en la página del recetario.
Los tiempos de la cocina se parecen a los tiempos de la memoria. En el recetario se llega a un lugar desde donde todas las mujeres involucradas en el proyecto pueden hablar. Un punto más allá del tema de la desaparición
– Porque cada una tiene un oficio o un recorrido y cada una es diferente a la otra. En este caso son muchas mamás y hay un tema con el cocinar, el alimentar, dar de comer. Y más allá de que seas una gran cocinera o una cocinera mala, como que de repente eso (el vínculo que implica la maternidad, la comida) pasa a segundo plano.