Archivos de la Resistencia: la memoria contra el olvido
Cartel de militantes de grupos guerrilleros y víctimas de desaparición forzada.

La idea nació a finales de la década de los 70, en la cárcel de Santa Martha Acatitla, donde a un grupo de exmilitantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre (LC23S) y otras agrupaciones políticas disidentes se les ocurrió hacer un libro sobre su experiencia como presos, aprovechando que fueron asignados a trabajar en la imprenta de la prisión. 

Escribieron cuentos y poemas, pero imprimir fue imposible, así que guardaron los textos para que nadie, especialmente el Gobierno, los encontrara, y ese acto los hizo reflexionar: ¿quién guardaba la memoria de la resistencia en México?

Al quedar libres, y con el paso de los años, los exguerrilleros fueron recolectando papeles, piezas de memoria, que les donaban antiguos militantes o familiares de víctimas de violaciones graves a los derechos humanos, como desaparición forzada. 

Cada persona había guardado los materiales en secreto por temor a que fueran confiscados por las autoridades. Pero ese no era el único riesgo. La humedad, los insectos, las mudanzas o la falta de conservación también acechaban a los objetos. 

Ahora, casi cinco décadas después y tras múltiples periplos, los Archivos de la Resistencia son una realidad. Albergado en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCUT), de la UNAM, el acervo cuenta con más de 58 mil piezas documentales –escritos, pósteres, fotografías, audio casetes– sobre los movimientos guerrilleros en México, pero también sobre la represión sistemática que el Gobierno mexicano ejerció, entre 1960 y 1992, en contra de los movimientos disidentes.

Fondo Archivos de la Resistencia, integrado por 5530 documentos históricos sobre el periodo de represión y violencia sistemática por parte del Estado mexicano entre los años de 1960 y 1980.

El fondo incluye documentación de la LC23S, el Partido de los Pobres, la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), entre otros, y fue gracias a la intervención de la organización Artículo 19 y el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) que, ahora, la Universidad Nacional los ha puesto a consulta pública de forma física y digital.

Los Archivos de la Resistencia son un rompecabezas colectivo que nos muestra el pasado de resistencia y represión en México.

El pasado

Manuel Anzaldo es exmiembro del Frente Estudiantil Revolucionario y de la LC23S, y uno de los presos en Santa Martha Acatitla que comenzó la labor de recolectar los pedazos de memoria de la resistencia.

La Liga Comunista 23 de Septiembre, fundada el 15 de marzo de 1973 en Guadalajara, Jalisco, fue una organización guerrillera que, a través de la lucha armada, defendió la liberación del proletariado, los derechos del territorio y el acceso a la educación. También fue protagonista de detenciones y desapariciones forzadas por parte del Estado, como es el caso de Alicia de los Ríos. 

“Tener un documento en aquellos años significaba la vida. Tranquilamente te ejecutaban, te secuestraban, te desaparecían. El propio documento en sí implica una historia de esfuerzos para la conservación de la memoria”.

Manuel Anzaldo, exmilitante de la Liga Comunista 23 de Septiembre

“Tener un documento en aquellos años significaba la vida. Tranquilamente te ejecutaban, te secuestraban, te desaparecían. El propio documento en sí implica una historia de esfuerzos para la conservación de la memoria”, dice.

Archivos visuales, audio casetes, música, volantes, cartas y recortes de periódicos conformar el acervo.

Hacia 1989, Anzaldo y sus compañeros hicieron realidad su libro de cuentos y poemas, bajo el título Sobrevivimos al hielo. Literatura de presos políticos. Y a la par, fundaron el Centro de Investigaciones Históricas de los Movimientos Armados (CIHMA) que operó durante la década de los noventa en una casa de la colonia Reforma Iztaccíhuatl, en la Ciudad de México, como imprenta, centro documental y refugio de los integrantes de la LC23S.

Pero la casa que albergó el CIHMA había sido usada, anteriormente, como centro de operaciones por la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS), la policía secreta que reprimía a combatientes y protegía a delincuentes. Que fuera usada por antiguos militantes que fueron perseguidos por la DFS, representaba un pequeño acto de justicia.

Durante ese tiempo, los exguerrilleros recolectaron y conservaron documentación que organizaron en cajas, pero en 1998 el Gobierno los despojó del inmueble, y el archivo acabó en Tijuana, Baja California, hasta donde Anzaldo eventualmente viajó para recuperar la parte que aún se conservaba.

El rescate

En 2020, Armando Rentería, exmilitante del Frente Estudiantil Revolucionario y de la LC23S y colega de Anzaldo, comenzó a dialogar con Artículo 19 y el CIESAS para la donación, limpieza, digitalización y catalogación del archivo que habían formado. Los materiales fueron cargados en la plataforma archivos de resistencia.org, de acceso público. 

Posteriormente, Artículo 19 y el CCUT gestionaron que la UNAM recibiera las más de 5 mil piezas que integran el archivo físico en el Centro Documental (CEDOC) del CCUT.

José Espitia, jefe del Centro de Documentación del CCUT, que alberga cuatro fondos históricos puestos a disposición pública. 

Agustín Muñoz, normalista egresado de Ayotzinapa y exmiembro de las FAR, recuerda que, en el estado de Guerrero, algunos documentos de grupos guerrilleros resguardados en una casa de madera y paja, se perdieron durante un incendio. De ahí la necesidad de que estuvieran en un lugar seguro para su conservación.

José Espitia, jefe del CEDOC, comenta que recibir los archivos de los grupos armados y disidentes es una gran responsabilidad, pues “es algo que las personas cuidaron por tantos años y tenían miedo de que se pudiera perder o desaparecer”. 

Vestir la represión

En abril pasado, la UNAM y las organizaciones aliadas presentaron de manera pública los Archivos de la Resistencia, junto con la exposición temporal Vestir la represión, que busca recrear el ambiente de los años 70 y 80, mostrando ropa y zapatos de época, incluido un uniforme policiaco que presuntamente perteneció a Arturo “El Negro” Durazo, jefe policiaco que se convirtió en el arquetipo de la corrupción. 

En la última parte de la exposición, se exhibe el documental Los vuelos de la muerte, que muestra cómo el Ejército arrojaba al mar a personas activistas y participantes de grupos políticos desde un avión después de ser torturadas o asesinadas en el Centro Clandestino de Detención, ubicado en Pie de la Cuesta, Acapulco.

“La ropa es, digamos, el soporte para entrar a la temporalidad de los primeros años de la Guerra Sucia en México”, explica Alesha Mercado, subdirectora académica del CCUT. 

Entre recortes, cartas, volantes, informes, periódicos, fotografías, grabaciones e incluso música, los Archivos de la Resistencia ahora se encuentran permanentemente bajo el cuidado del CEDOC y a disposición pública para quienes busquen conocer ese pasado que estuvo a punto de desaparecer.