Desde abril el escultor mexicano Ricardo Atl puso a disposición de los médicos su “caja de aerosol”, para protegerlos del contagio de covid-19 durante la maniobra de intubación de pacientes graves. Corriente Alterna conversó con médicos que la han puesto a prueba.
5 de julio de 2020. Las formas de contagio por SARS-CoV-2 se dan al toser, estornudar o al hablar. Sin embargo, para los médicos, uno de los mayores riesgos se produce cuando someten a los pacientes a ejercicios respiratorios y la intubación. En medio de esas maniobras, los pacientes expulsan aerosoles altamente infecciosos.
Antes de la pandemia, los instrumentos para prevenir estos contagios eran caros y escasos. El pasado 23 de marzo, Lai Hsien-Yung, un médico taiwanés, diseñó una caja de aerosol de bajo costo y manufactura, y liberó el diseño para que los hospitales de todo el mundo lo implementaran.
Cuando vio esta noticia, Ricardo Atl, artista plástico de Tlaquepaque, Jalisco, quiso diseñar su propia versión. “Al tratar de emplear esa caja, muchos médicos se dieron cuenta de la incomodidad de trabajar con ese diseño (taiwanés)”, cuenta Atl y rediseñó la caja de aerosol. Para la tarea, Atl se valió de sus habilidades aplicadas usualmente a la escultura y al diseño gráfico. Desde una demostración de tallado en piedra para la BBC en marzo del año pasado, hasta la reciente edición del Recetario para épocas de pandemia, en colaboración con su madre, Piedad Ramírez Corona, y la Cooperativa Tetlcalli.
Para concretar la idea, Atl se contactó con la doctora Amanda Ghenno, amiga de su familia y anestesióloga del sector Salud. Ella narra: “Ricardo estaba deseoso de saber cómo sus habilidades podrían ser de utilidad en la pandemia, por eso nos pusimos en contacto y me consultó para orientarlo a aterrizar la idea”, dice Ghenno.
La caja de aerosol del taiwanés Hsien-Yung obliga a los médicos a adoptar posturas incómodas. Además es inestable sobre la mesa de operación y no cuenta con orificios para introducir conductos de anestesia. Con ese diseño original, Atl y Ghenno hicieron pruebas en quirófano con modelos anatómicos. Ese proceso permitió un consenso sobre los beneficios que debería brindar la caja. Luego vino el proceso de creación.
El resultado fue el rediseño de Atl.
El artefacto parece a simple vista un poliedro de lados pentagonales. Tiene cinco caras, una ubicada frente al médico, lo que permite manipular las vías respiratorias cómodamente, y la inferior que tiene pestañas para mayor estabilidad. La caja de aerosol está diseñada con láminas de acrílico y bolsas de plástico desechables acopladas a los orificios, y pesa aproximadamente kilo y medio. Se limpia con toalla estéril y desinfectante quirúrgico. Cuenta Atl que con herramientas normales de carpintería como sierra y torno se puede producir una en un día, o en menos, si se cuenta con cortador láser.
Escultura social
Debido a su origen colaborativo, el proyecto ha sido denominado por Atl como “escultura social”, pues, según dice, su principal objetivo es que el diseño de su artefacto sea de uso libre y se difunda. Pero esa no es la única orientación, se necesita también administrar económicamente la idea: recaudar fondos y donar la mayor cantidad de cajas posibles. Así que, con ese objetivo en mira, el artista buscó apoyo mediante la plataforma de crowdfunding Patreon.
Desde que comenzó, Ricardo se mostró gratamente sorprendido. En el proceso aparecieron personas interesadas en ayudarle. Entre ellos, la agencia Hibridarte, encargada de potenciar la difusión mediática de agentes de la “economía naranja”. Erick Castillo, uno de sus fundadores, entró en contacto con Ricardo. Al igual que la doctora Ghenno, seguía al artista en redes sociales. Fue así como le propuso dirigir la campaña en medios para visibilizar la caja de aerosol mientras Ghenno seguía participando en la revisión del protocolo médico para el rediseño de la pieza. Según la especialista, en medio del proceso, tanto el artista como ella notaron que mucha gente quería lucrarse con el objeto. “Entre todos hicimos cuentas y descubrimos que las cajas de aerosol estaban siendo vendidas entre 2 mil 600 a 2 mil 900 pesos. En cambio, nosotros encontramos un taller en el que nos sale en 1,100 pesos”.
La caja y las manos
Es jueves, 14 de mayo de 2020. La doctora Ameyalli López asiste el proceso de intubación de una mujer de 60 años, madre de una de las enfermeras del hospital en el que trabaja, que padece diabetes y sobrepeso. Tiene Covid-19 y requiere ventilación mecánica. Parece un proceso usual, sin embargo, a los médicos les está tomando más tiempo del esperado. Pasan 10, 15, 30 minutos y los anestesiólogos se muestran ansiosos. Todos intercambian miradas bajo las gafas de protección. No dicen nada.
Las dobles batas que viste la doctora Ameyalli, junto con un traje Tyvek ––diseñado para la protección contra partículas sólidas–– acumulan calor debido a la transpiración corporal. Los guantes dificultan la maniobrabilidad acostumbrada. Ahora, con la caja puesta para aislar al paciente, la incomodidad se acrecienta. Los lentes de protección se empañan. La doctora Ameyalli no resiste más. Se siente asfixiada. Sin decir una sola palabra, sale de la habitación.
Con el traje desabrochado la doctora ve salir y entrar personal de la habitación. No sabe qué hacer. Tose. Se toca la garganta. Le falta aire. Los nervios la mantienen estupefacta. Después de unos minutos ve salir a sus compañeros. Todos, cabizbajos, devastados. Lo que debió ser un procedimiento rápido, terminó en el fallecimiento de la paciente. “Y todo debido a una hipoxia”, dice la doctora Ameyalli.
A partir del suceso, el personal del hospital se percató de la importancia de que todos estuvieran capacitados en el manejo de la caja diseñada por Ricardo Alt y en el Equipo de Protección Personal (EPP).
“No es lo mismo manipular el equipo con las manos desnudas a tener que usar hasta tres pares de guantes y varias capas de batas, además del calor acumulado por la transpiración en un traje sellado”, dice la doctora Ameyalli y confía, al igual que su tutora jefa del servicio, la doctora Amanda Ghenno, en las ventajas de protección ante el contagio que brinda la caja rediseñada, siempre y cuando se capacite al personal para escenarios que requieran urgencia y presión.
El doctor Óscar Castrejón, anestesiólogo del IMSS, fue de los primeros en intervenir pacientes apoyado de la caja de aerosol rediseñada por Atl y en comprobar su efectividad. A su parecer, los “micro procesos” ––aquellos movimientos necesarios con cada aparato quirúrgico–– pueden realizarse cómodamente. “He realizado procedimientos con el diseño original y el mejorado, que no choca el mentón al acercarse al paciente ni fuerza una postura incómoda al momento de trabajar”, comenta el doctor, quien trabaja en dos hospitales públicos de la capital.
Además, Castrejón confía en que la caja reduce las posibilidades de contacto con los fluidos del paciente, sin embargo, aclara que se necesitaría un proceso largo de pruebas médicas para estandarizar su eficacia: “La efectividad de la caja la conocemos desde nuestro expertise médico, harían falta de estudios que la certifiquen”.
El medio de contacto con los hospitales que soliciten las cajas es la página de Facebook del diseño: ‘CajaAerosol / Aerosol Box”. Sin embargo, señala Atl: “El principal objetivo es que, quien quiera, pueda descargar los planos y mandarla a hacer”. Gracias a las donaciones recibidas en Patreon, hasta el 8 de mayo el equipo de Ricardo había entregado 26 cajas en seis hospitales de la Ciudad de México y uno del Estado de México.
“Es una carrera contrarreloj. Lo que queremos es que se done la mayor cantidad de cajas posibles”, destaca Ghenno al respecto de la fase 3 del, decretada en México el 21 de abril. La doctora comenta que, en tiempos de pandemia no hay medida de prevención que sobre, mucho menos en un país acostumbrado a la insuficiencia de insumos médicos.