Cien lámparas por los 100 años de Rosario Castellanos
Prendida entre las lámparas: una conversación entre tres Rosarios Castellanos. Foto: Josue Chispan

Cien lámparas iluminan el escenario, una por cada año del nacimiento de la escritora Rosario Castellanos. Algunas son grandes, otras pequeñas. Algunas están encendidas, otras apagadas. Pero las que alumbran son de luz cálida.

Esta vez, el público no observa desde lejos, se sienta en el corazón mismo de la escena. No para estar cerca de las lámparas, ni para estar cerca de las actrices, sino para sentir —en toda su intensidad— la palabra de la de los cien años.

En ese espacio, compartido entre lámparas y butacas, se presenta la obra Prendida de las lámparas, escrita por Elena Guiochins y dirigida por Mariana García Franco.

Lámparas y documentos inéditos para contar la historia de Rosario Castellanos. Foto: Josue Chispan

Rosario embajadora, Rosario estudiante, Rosario niña

Esta puesta en escena es una conversación entre tres personajes, entre tres Rosarios: una que es embajadora, una que es estudiante y otra que es una niña.

Tres Rosarios Castellanos se cruzan en un tiempo escénico compartido. Foto: Josue Chispan

La conversación —repleta de citas y referencias de la obra de la escritora— es como un eco vivo de sus pensamientos que permite al público descubrir y redescubrir la palabra de todas las Rosarios que han leído y releído.

“En este barco le racionan a una el papel para escribir”. Foto: Josue Chispan

Por medio de esas voces, no solo se escucha: también se viaja. De pronto estás en Israel con la embajadora. De repente te trasladas por europa con la estudiante. De la nada estás en Comitán Chiapas con la niña. Un recorrido que permite conocer a la escritora a través de los tiempos, a través de sus tiempos.

La corriente eléctrica que interrumpió a Chatita

Chatita murió en Israel y fue Israel —su chofer— quién la encontró. Así comienza esta obra: con una lámpara que no alcanzó a encenderse, con unos zapatos que quedaron a un lado, con un nombre que resuena dos veces, con una corriente eléctrica que interrumpiría una vida.

Luz, palabra y memoria: tres voces de Rosario Castellanos habitan en Prendida de las lámparas. Foto: Josue Chispan

Pero la obra no reproduce la muerte de Chatita. Es una historia afectiva contada desde tres momentos de su vida, que permiten al público transitar por sus gestos y sus letras, por todas sus preguntas sin respuesta y sus certezas a medias.

Todo viaja en el tiempo arrebatado

Fotografías que parecían olvidadas —y que ahora resurgen como parte de un archivo inédito— son el mapa de esta puesta en escena. Junto a extractos de su poesía y de sus cartas, las tres Rosarios dibujan una arqueología de sí misma: una biografía no lineal, una constelación de tiempos y palabras que se entrelazan.

Fotografías se proyectan como testigos del tiempo en Prendida de las lámparas. Foto: Josue Chispan

Páginas arrancadas del tiempo caen sobre las cien lámparas y se suspenden en el aire como si fueran estelas de humo de cien velas que celebran a Rosario. Son fragmentos de sus ensayos, de sus clases, de sus conferencias: que nos buscan, que nos tocan de muchas maneras.

Ensayos, cartas y estractos de los textos de Rosario Castellanos cubren el escenario de Prendida de las lámparas. Foto: Josue Chispan

En Prendida de las lámparas todo viaja en el tiempo —la memoria, el recuerdo, el público— arrebatado por las tres Chatitas y sus palabras que siguen aquí entre nosotros —en este tiempo— dialogando.

La de los cien años no se fue ni ha vuelto, porque siempre ha estado aquí: descalza, encendiendo lámparas.