La gente aplaude cuando, por fin, llegan las vacunas al Centro Cívico de Múzquiz, en Ecatepec.
La ovación no es para los trabajadores del municipio que entregan las hieleras blancas con las dosis, sino para los propios habitantes que presionaron y evitaron que la inmunización se suspendiera el martes 23 de febrero.
Poco antes de las 24:00 horas del 22 de febrero, el alcalde de Ecatepec, Fernando Vilchis, reconoció que no había concluido la capacitación de los voluntarios que integran las brigadas de vacunación y que la logística debía mejorar. Por ello, anunció en redes sociales que el martes operarían únicamente los dos módulos de la colonia Las Américas y no los nueve que originalmente se tenía planeado abrir en todo Ecatepec.
El problema fue que, para entonces, alrededor de 400 personas ya estaban formadas en el Centro Cívico Río de la Luz y centenas más, en el Centro Cívico Melchor Múzquiz en espera de la vacuna. Se formaron desde las seis de la tarde del lunes, inmediatamente después de concluida la primera jornada de vacunación, y pasaron la noche afuera de las sedes. Las familias se organizaron para hacerlo. Llevaron sillas, bancos y cobertores. La hermana se formó de 10 a 12 de la noche; el tío se quedó en la madrugada; la prima llegó a sustituirlo en la mañana. Todo por una ficha que garantizara una vacuna para la abuela de 94 años.
Así que, cuando estas unidades de vacunación no abrieron a las ocho de la mañana del martes y la Policía Municipal anunció por altavoz que no habría dosis ese día, las familias no lo pensaron dos veces y bloquearon la Avenida Central, a la altura de la colonia Río de la Luz.
“¡Queremos la vacuna, queremos la vacuna!”, exigían.
–Tenemos un año sufriendo, un año viendo que nuestros seres amados, nuestros amigos y vecinos se están yendo. No nos vamos a mover hasta que nos vacunen –dice Amalia Juárez, una contadora de 62 años.
Esta actitud es colectiva. El municipio más poblado del país es, también, uno de los más afectados por la pandemia. Acostumbrados a ser botín electoral, los ecatepenses resisten desde hace décadas entre calles sin luminarias y asaltos constantes. Hoy, el miedo de perder a los seres queridos a causa de un virus más pequeño que una partícula de polvo sacude a los habitantes.
–Que nos cumplan la vacuna que prometieron –exige un joven de 22 años, quien “le aparta el lugar” a su padre de 65.
El plan gubernamental es vacunar a 200 mil adultos mayores del municipio en tres semanas. Pero ni los elementos de la Guardia Nacional que custodiaban las sedes, imponentes con sus armas largas, lograron poner orden durante el primer día. Pese a todo, 5,700 personas fueron vacunadas.
Casi una hora después del bloqueo intermitente que cerró el paso al Mexibús (la versión mexiquense del Metrobús), la Secretaría de Bienestar del Estado de México anunció que siempre sí se aplicarían vacunas en estos módulos, pero a partir de las 11 de la mañana. Pronto arribaron los Servidores de la Nación, el personal del Instituto de Salud del Estado de México (ISEM) y trabajadores del municipio. Los adultos mayores ingresaron al Centro Cívico de Múzquiz y ocuparon las sillas con poca distancia, pese a que el lugar es cerrado.
Afuera, los brigadistas exhortan a las otras personas a regresar al día siguiente y a no formarse desde la madrugada, pero pocos se mueven.
–Estamos con hambre y desveladas, pero a mi mamá la vacunan hoy –advierte Tania, una estudiante de 21 años.
Lo que quieren, dice Angélica Morales, de 64 años, es dormir tranquilos, sin ansiedad y estrés. Han puesto tanta esperanza en la vacuna contra el nuevo coronavirus que están dispuestos a sortear el riesgo de contagio que supone estar entre cientos de personas, algunas con tapabocas en la barbilla o sin cubrir la nariz.
–Sí tememos a un virus, pero emocionalmente estamos peor, padecemos ansiedades –explica.
Al medio día inicia la vacunación en Múzquiz con 1,200 dosis. En Río de la Luz arrancará alrededor de la una de la tarde.
—¡Bravooo! —gritan las personas cuando ven las hieleras que llegan con las vacunas.
Aplauden. Se aplauden.
En segundos, se corre la voz. Cientos de adultos mayores llegan al módulo de vacunación al ritmo que les permiten las andaderas y los bastones; algunos van en brazos de sus familias. Forman una fila inmensa que ocupa toda la acera de la Secundaria Oficial 15 de Septiembre, de una estancia infantil del DIF y de la primaria Benito Juárez, contiguas al centro de vacunación. Se calculan unas 1,500 personas formadas, además de quienes llegan con comida, suéteres, almohadas, bolsas de plástico —por si llueve— o con más cobijas. Y, apenas, son las dos de la tarde.
Nadie está dispuesto a abandonar la fila. No importan las horas o las noches que deban acampar afuera de la sede. “¿Por qué? Porque vale la pena por esa emoción”, dice Óscar Martínez, mientras señala a una mujer que sale del centro de vacunación en brazos de dos jóvenes, cada uno cargando una pierna. “Ya estuvo”, dice uno de ellos. “¡Ya estuvo!”, repite un coro de tres mujeres que espera a la señora. Una se lleva las manos a la cara. Las otras aplauden, se aplauden.
Sin documentos
María Antonieta Gómez no tiene INE, tampoco credencial INAPAM, pasaporte u otra identificación con foto. Explica que no lleva acta de nacimiento, solo un recibo de luz como comprobante de domicilio. Los brigadistas presentes en la colonia Ahuatenco, dentro de la Secundaria No. 19 de Cuajimalpa, le explican que es necesario presentar su CURP, le piden que la descargue de internet pero ella no sabe hacerlo. Una mujer de 33 años, que acompañaba a su madre a vacunarse, se ofrece a buscar el documento en su celular. María Antonieta repite su nombre completo, dice que nació en 1947, en Querétaro. Pero su CURP no aparece. Entonces confiesa que nunca la inscribieron en el Registro Civil.
Las personas que, como María Antonieta, no cuenten con documentos oficiales deben anotar sus datos en un formato que, a estas horas, se ha terminado. Así que los brigadistas le piden que regrese el viernes. Si acaso sobran dosis, le aplicarán la vacuna.
Pero el viernes 19 de febrero los módulos de vacunación de la Ciudad de México no abrirán sus puertas porque la meta de inmunización se alcanzará hoy mismo, 18 de febrero. Esta noche se anunciará que 83 mil 37 personas están ya vacunadas, solo 10 menos de las planeadas. 400 de ellas recibieron su dosis dentro de asilos o en su domicilio, pues eran incapaces de acudir a los módulos por cuenta propia, debido a la edad y sus padecimientos.
La jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, prometió registrar y contactar a las personas que aseguran no tener documentos de identidad apenas llegue un nuevo cargamento de vacunas. En México se calcula que el 0.8% de la población no cuenta con acta de nacimiento, alrededor de un millón de personas, lo que complica la obtención de otros documentos de identidad y su acceso a la vacunación.
Escapar de la estadística
–Me siento más seguro, pero me debo seguir cuidando –dice Jesús Martínez, 63 años.
–Esto es por el bien de la humanidad y por los hijos –comparte María Amparo Piñón, de 66 años.
–Tenía mucho miedo porque en mi familia hubo muchos enfermos que fallecieron –cuenta Ana Lilia Segura, 61 años.
–Quiero llorar de la emoción –agrega Teresa Aguirre, de 70.
Estas son algunas de las personas que recibieron la primera dosis de la vacuna AstraZeneca. La esperanza se apodera del ambiente, algunos barajan la posibilidad de ver a sus hijos y hacen planes para salir de nuevo. Dos jóvenes y una adolescente, que acompañan a la abuela a vacunarse, se sienten tan agradecidos que ofrecen comida a los brigadistas. Una torta, un refresco, lo que gusten, para que aguanten.
Con bastones, en silla de ruedas, a pie, apoyados en familiares o solos, miles de adultos mayores salen de las unidades de vacunación un poco más ligeros, sin el peso del miedo a cuestas. Sobrevivientes de una pandemia que hasta la segunda semana de febrero de 2021 había matado a 111 mil 83 adultos mayores en México, la primera dosis de la vacuna contra el virus SARS-CoV-2 representa más que un respiro. Se trata de la posibilidad concreta de escapar de la estadística de muertes.
Angustia innecesaria
Este jueves 18, el Gobierno de la Ciudad de México abrió únicamente 10 módulos de vacunación pues en los otros 60 se había alcanzado ya la meta de inmunización. Como en la capital se vacunó en tres días al 96% de la población objetivo, estimada con base en los registros del INE, el gobierno federal asignó 7 mil 770 dosis adicionales de AstraZeneca.
Otros estados de la República no avanzaron tan rápido. Por esas mismas fechas, Oaxaca y Chihuahua habían aplicado sólo el 30 y 20%, respectivamente, de las dosis asignadas, y Quintana Roo poco menos de la mitad. En Nuevo León y Tamaulipas se retrasó el operativo dos días por las bajas temperaturas.
Guadalupe Quintana, de 65 años, se vacunó en este último estado, en el Centro de Salud Servicios Ampliados Leona Vicario, una unidad a 40 minutos de su casa. Debía llegar a las tres de la tarde pero mejor acudió al mediodía. Hizo bien, las 300 fichas se acabaron a la 1. Quienes acudieron a la hora citada no fueron vacunados en esa fecha.
A nadie se le pidió el folio que les arrojó el portal mivacuna.salud.org.mx, donde debían registrarse los adultos mayores. La angustia que saturó la página del gobierno federal resultó innecesaria. La Ciudad de México incluso habilitó su propia página de internet para asignar el turno de las vacunas.
Entre júbilo y sospechas
–No quiero que me tomen fotos y que digan que Morena me dio la vacuna.
Quien habla es una señora recién vacunada. Le reclama a unos periodistas que entrevistan a miembros de la brigada de vacunación. Confundida con los chalecos guinda que portan los entrevistados –y por la leyenda “Gobierno de México” estampada en la espalda–, cree que todos son funcionarios públicos. “No quiero que tomen fotos y que digan que Morena me dio la vacuna.
–¡No quiero que me saquen en la mañanera! –insiste.
Los señalamientos por un supuesto uso electoral de la campaña de vacunación contra COVID-19 sustituyeron pronto las quejas por las largas filas. A muchas personas les genera suspicacia que los Servidores de la Nación les tomen fotos a ellas y a su credencial de elector antes de salir del módulo, cuando el personal médico ya cuenta con el registro de sus datos. Muchos acusan que, incluso, les condicionaron la aplicación de la segunda dosis si no aceptan que se les fotografíe.
Hoy es miércoles, 17 de febrero. Han pasado tres días desde que arrancó la campaña de vacunación en la Ciudad de México y esta tarde, en la conferencia vespertina, Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de la Secretaría de Salud, reconocerá que no es necesario recabar esas fotos, sólo presentar una identificación oficial que comprobara su residencia, pasaporte, cartilla militar o tarjeta del INAPAM:
“Soy enfático: en ninguna circunstancia se debe restringir el acceso a la vacuna a una persona que tome la decisión libre y soberana de que no se le tome la fotografía a su credencial o a su persona”.
Los ciudadanos y el propio Instituto Nacional Electoral (INE) aplauden esta decisión, aunque para esta noche estarán ya vacunados y registrados 318 mil 358 adultos mayores en el país.
Arrancan las vacunas
Alicia Baz llegó a la escuela Alfredo Uruchurtu, en la colonia Pueblo Nuevo Bajo de la alcaldía Magdalena Contreras, a las 8:45 horas y ya había 152 personas delante de ella. Con sus 64 años, esperó cuatro horas y media antes de entrar al módulo de vacunación, donde le explicaron el seguimiento médico y le regalaron un ejemplar de la historieta ¿Qué te estás tragando?, con la que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador promueve su estrategia de atención a la obesidad. Alicia fue una de las primeras personas en la Ciudad de México en recibir la primera dosis de la vacuna de AstraZeneca.
Hoy es lunes, 15 de febrero. La campaña de vacunación para personas mayores de 60 años arrancó en uno de los días más fríos del año. Las largas filas y el desorden fueron la norma. Para muchos de quienes hoy se formaron desde la madrugada, hombres y mujeres de hasta ochenta o noventa años, el año entero ha sido así: una larga y solitaria espera que por fin comienza a romperse.
El gobierno de la ciudad de México anunció que las 70 unidades de vacunación de adultos mayores serían instaladas en las alcaldías Cuajimalpa, Magdalena Contreras y Milpa Alta de la Ciudad de México desde las nueve de la mañana. Pero sólo 20 módulos comienzan más o menos puntuales; el resto tarda una hora y media o más en comenzar a vacunar.
No importa. Las filas y el frío no logran empañar la felicidad de quienes sí alcanzan a vacunarse.
–Me siento muy afortunado –dice Joaquín Ramírez.
Jubilado, de 68 años, llegó desde las 6 de la mañana al módulo de vacunación instalado en la Secundaria 19 de Cuajimalpa. Esperó dos horas. Antes de las nueve, la fila comenzó a avanzar. Los brigadistas revisaron su credencial del INE y su CURP, le tomaron la temperatura, le aplicaron gel antibacterial y lo sentaron en una silla en el patio, bajo una carpa.
Cuarenta minutos después, sonríe:
–Ahora podré ver a mis hijos, que no me querían visitar por el miedo a infectarme.