2009: pandemia de influenza A(H1N1), nuestro simulacro
Foto: Pedro Anza/ Cuartoscuro

La primera pandemia del siglo XXI golpeó a México antes que al resto del mundo. “Todo lo malo viene de México, las drogas, los virus… viven al lado de los puercos”, espetó un locutor en la radio pública de Canadá. Decenas de países cerraron sus puertas a productos o personas que procedieran de estas tierras y se recomendaba cancelar México como destino de viaje. Cuando se detectó el primer caso de influenza A (H1N1) en Hong Kong, el gobierno chino retuvo y aisló, en hoteles y hospitales, a medio centenar de mexicanos durante más de una semana. Ninguno presentaba síntomas.

El, todavía, Distrito Federal concentraba las hospitalizaciones: 776 para el 28 de abril. Pero las cifras de muertos eran contradictorias: se hablaba de menos de 19 muertos o de más de una centena. Y mientras los diplomáticos mexicanos acusaban xenofobia y exigían un trato digno a los connacionales, los periódicos locales informaban que los capitalinos no eran bienvenidos en Cancún o Acapulco: “apedrean autos de chilangos y camiones de turistas”.

De un día a otro todo cambió.

Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno, anunció el 25 de abril el cierre de escuelas, antros, restaurantes, bares y bibliotecas por tiempo indefinido en la Ciudad de México. A fin de mes, el presidente Felipe Calderón anunciaría el cierre de todo negocio no esencial en todo el país. “Lo más seguro es quedarse en casa”, insistía desde Los Pinos, como hoy repite Hugo López-Gatell en las conferencias vespertinas. 

Las pandemia de influenza desató las compras de pánico: se agotaron termómetros, comida enlatada, como ocurrió en 2020 con el papel higiénico. Las calles se vaciaron y las mascarillas cubrieron el rostro de los capitalinos. Las estatuas y monumentos del Centro Histórico amanecían, de pronto, embozadas por el rectángulo azul. La guerra contra el narco dejaba sus primeros miles de muertos. Pero durante aquellos días, el Ejército fue usado también para repartir cubrebocas en las calles.

“Se van a contagiar”

Es en las tragedias cuando la fe se pone a prueba. Aquel domingo, la misa del cardenal Norberto Rivera en la Catedral Metropolitana se celebraría a puerta cerrada y sería transmitida por televisión. La Arquidiócesis anunció la cancelación de ceremonias en 530 parroquias y más de mil templos de la capital. Pese a ello, al atardecer, unas cien personas se dieron cita en la Catedral Metropolitana y rezaron en procesión alrededor del templo. Cargaban en hombros una imagen peculiar.

2009: la pandemia de influenza
Foto: Eunice Adorno

El Señor o Cristo de la Salud velaba por los médicos y los enfermos. Patrono de la Cofradía de los Maestros en Cirugía, Flebotomía y Boticarios –hermandad fundada en el virreinato, a la cual los médicos debían afiliarse si deseaban ejercer su profesión–, el clero trasladó al santo a la Catedral Metropolitana desde la capilla de San Cosme y Damián, en la colonia San Rafael, con un único propósito: proteger a la Nueva España de las constantes pestes, plagas y epidemias. 

Habían pasado 159 años desde la última vez que el Cristo de la Salud se asomó a las calles de la Ciudad de México. Las crónicas periodísticas relatan cómo, aquella tarde del 26 de abril de 2009, las pocas personas presentes en el Zócalo se burlaban a gritos del novenario y los feligreses.

–¡Se van a contagiar! 

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Un virus bíblico

Con el tiempo se sabría que el nuevo virus de la influenza A (H1N1) había dejado ya contagios en Estados Unidos y China desde febrero. No obstante, los primeros casos fueron registrados el 21 de abril en La Gloria, una comunidad del municipio de Perote, en Veracruz. Un lugar elegido por la empresa Granjas Carroll, cuyo éxito depende del hacinamiento y la matanza de puercos en engorda, pese al riesgo de desarrollar nuevos virus transmisibles a los humanos: influenzas porcinas.   

Pocas personas tenían inmunidad ante esta nueva cepa del virus y las vacunas disponibles no ofrecían protección sustancial. Se calcula que entre 2009 y 2010 murieron entre 150 mil y medio millón de personas en el mundo a causa de la pandemia de influenza, afectando sobre todo a niños y personas de mediana edad. En México, hasta octubre de 2009, se habían registrado más de 67 mil contagios y 398 fallecimientos, 80 de estos en el Distrito Federal.  Este número incluyó sólo a los confirmados con prueba de laboratorio; es posible que hayan sido muchos más.

Doce años después, el parque central de La Gloria, en Perote, luce todavía una estatua de bronce que representa a un niño. Edgar Enrique Hernández tenía cuatro años de edad cuando fue señalado en 2009 como el paciente cero de la influenza A (H1N1). 

El municipio inauguró el monumento el 16 de agosto de 2009 con la pintoresca esperanza de atraer al turismo. El niño de bronce lleva en la mano derecha un sapo que representa a las plagas bíblicas, el virus dominado.  Y aunque el niño y su familia se recuperaron con facilidad de la infección, a finales de abril, con la pandemia de influenza saltando ya de un país a otro, Fidel Herrera, gobernador del estado de Veracruz, llegó a visitar a la familia con la promesa, nunca cumplida, de otorgarles atención médica vitalicia.

Las elecciones intermedias estaban en puerta.

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El debate público antes de la pandemia de influenza

El feminismo aún no era multitudinario. Pero ya había logrado la despenalización del aborto en la Ciudad de México tras una lucha civil histórica y el respaldo de la clase política que administraba la capital en 2007. Todavía estaba fresca la memoria de 20 mil personas desnudas en el Zócalo convocadas por el fotógrafo Spencer Tunick. La capital se debatía entre la moral católica del partido en la presidencia, el PAN, y un ánimo progresista que buscaba, después de la interrupción legal del embarazo, legislar el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Unos días antes de que se declarara la emergencia por A(H1N1), una red de organizaciones de la extrema derecha presumían sus cabildeos en los congresos locales para impedir regular la interrupción legal del embarazo en los estados.  

La pandemia de influenza en los diarios nacionales
Foto: Eunice Adorno

Antes de emitir las recomendaciones para mitigar los contagios –“no saludar de beso ni de mano”, “evitar sitios concurridos”– , el titular de la Secretaría de Salud, el médico cirujano José Ángel Córdova Villalobos, insistía en limitar la educación sexual en las escuelas. Pugnaba por restringir el uso de la pastilla del día siguiente y no “promover” la homosexualidad en las campañas contra la homofobia. En cierto momento llegó a declarar que “el condón es para hombres que tienen sexo con hombres y los que usan drogas inyectables”. En su opinión, “el mejor método” de prevención del VIH era la abstinencia.

Figuras públicas

Casi doce años después, aquellos días enrarecidos por la pandemia de influenza parecen un simulacro a escala de la situación actual. Las cifras oficiales hablan de 398 defunciones por influenza A (H1N1) durante 2009. Poco, muy poco, comparado con los casi 150 mil muertos que hoy se acumulan y las interminables filas de familiares intentando conseguir tanques de oxígeno o camas de terapia intensiva en hospitales públicos o privados. 

Las pérdidas económicas se calcularon en 40 mil millones de pesos: una caída del 0.33% del Producto Interno Bruto, en contraste con el 9% de 2020 y el 4% estimado para 2021. 

La pandemia de influenza y sus personajes públicos
Foto: Eduardo Morales/ Cuartoscuro

La ciudad que enfrentó la primera pandemia del siglo XXI no es ya la misma. Pero muchos de los actores de aquel entonces siguen bajo los reflectores. Felipe Calderón promovió un nuevo partido político, México Libre, que no obtuvo su registro, y ahora busca candidaturas dentro de la coalición PAN-PRI-PRD.

El jefe de gobierno de la ciudad, Marcelo Ebrard, comenzó aquel mismo año la construcción de la línea 12 del Metro; hoy ocupa el puesto titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores y es el encargado de adquirir ventiladores en el mundo y comprar por anticipado millones de vacunas. Por aquellos mismos días Andrés Manuel López Obrador, aspirante derrotado en las presidenciales de 2006, criticaba en los medios la “mala gestión” de la emergencia sanitaria por parte del presidente Calderón.

El doctor Córdova Villalobos renunció años más tarde a su militancia panista para ser candidato del PRI al gobierno de Guanajuato. Hace poco salió de su ostracismo para recordar la enorme diferencia entre la actual contingencia por el coronavirus y la pandemia de influenza de 2009. “No hay que apanicarse, México ya tiene experiencia” diría a principios de 2020 en una entrevista. Meses después, con el colapso de los hospitales ya en puerta, admitió que la emergencia de 2009 , en realidad, “se resolvió muy rápidamente gracias a la existencia del medicamento”. A diferencia del COVID-19, sí existe un medicamento contra la influenza A (H1N1): el antiviral oseltamivir.

A principios de marzo de 2020 el Cristo de la Salud fue colocado nuevamente en el Altar de los Reyes en la Catedral Metropolitana. El 20 de enero de 2021 el cardenal Norberto Rivera, contagiado de COVID-19, recibió la unción de los enfermos antes de ser sedado y conectado a un ventilador mecánico.