A un año de que adolescentes y jóvenes mujeres de distintos puntos del país denunciaran que las agresiones de género y sexuales proliferan al interior de la Asociación de Scouts de México AC (ASMAC), la senadora María Celeste Sánchez, del partido Morena, consideró que esta agrupación debe “romper el pacto” de silencio con el que se ha buscado ocultar estos casos y emprender “acciones de investigación” contra los agresores.
Las denuncias sobre agresiones sexuales y de género cometidos en contra de niñas, adolescentes y jóvenes scouts se dieron a conocer el 18 de septiembre de 2020 durante una manifestación realizada frente a la sede nacional de la ASMAC, en la que fueron exhibidos 120 testimonios de víctimas.
Tal como informó Corriente Alterna el pasado 17 de septiembre, un año después de esa protesta, la problemática permanece sin atención. De hecho, se buscó a la ASMAC para que fijara su postura sobre estas denuncias, pero el organismo privado se negó a hablar del tema.
En materia de violencia sexual, lamentó la senadora Sánchez (quien es integrante de la comisión especial encargada de dar seguimiento a los casos de feminicidio de niñas y adolescentes), existen “muchos retos dentro de las familias y dentro de grupos cerrados, como los scouts”, en los que el temor a admitir la existencia de esta problemática se ha convertido en garantía de impunidad para los abusadores.
Por ello, subrayó la legisladora, al interior de los scouts mexicanos no sólo deben investigarse a profundidad todas las denuncias de violencia sexual sino que, además, todos y todas sus integrantes deben someterse a un proceso de “educación y concientización” sobre la violencia machista, que no sólo prevenga estos hechos sino que provea información útil que proteja a las niñas y jóvenes que integran esta agrupación. Porque el problema, subraya, es que “muchas veces los agresores, justamente, son personas muy cercanas a los niños y las niñas. ¿Cómo se dan este tipo de abusos? Con la confianza y, claro, ésta se gana con el trato diario, con la cercanía”.
En el movimiento scout mexicano, comentó por su parte Martha Tagle (diputada federal hasta agosto pasado), son las mismas autoridades de la agrupación las que obstaculizan y, muchas veces, impiden la resolución de los casos de abuso; a pesar de que “ellas deberían tener la responsabilidad de propiciar lugares y espacios seguros” para las mujeres.
Pero ésta es una responsabilidad, reconoce, que también debe atender el Estado mexicano. Una tarea que, hoy, se cumple solo parcialmente.
En el caso de los abusos sexuales, ejemplificó, el Código Penal Federal otorga un trato indulgente para el “estupro” (cuando, por medio de engaños, se obtiene el consentimiento de una persona adolescente), que es un eufemismo usado para que los agresores sexuales obtengan penas menos severas a las que corresponden a sus actos, y es a estos mecanismos de impunidad a los que responde el surgimiento de grupos de búsqueda de justicia interna, como las colectivas feministas scouts,
Esa es una advertencia que debe tomarse con toda seriedad, subrayó: “Cuando se acciona desde adentro, tiene que ver con una llamada de atención para que, efectivamente, se le dé importancia a este tipo de situaciones que afectan a niñas y adolescentes”.
Reconocimiento a colectivas feministas
Para la organización feminista BALANCE, dedicada a incidir en políticas, programas y acciones que garanticen los derechos sexuales de las mujeres, la valentía mostrada por las adolescentes y jóvenes scouts que se han agrupado para visibilizar la violencia sexual y de género al interior de esa organización, merece un amplio reconocimiento. Sin embargo, advirtió su directora, Oriana López Uribe, la responsabilidad de garantizar espacios seguros, principalmente para niñes y adolescentes, no es tarea únicamente de feministas y algunos interesados sino de la sociedad entera y, especialmente, de las autoridades.
“Tenemos que empezar a encontrar maneras para que esos espacios sean seguros”, afirmó la activista, pero no en forma abstracta sino que deben diseñarse mecanismos oficiales específicos de “rendición de cuentas, de supervisión y de vigilancia para prevenir” la presencia de agresores sexuales.
¿Cómo se transforma a la sociedad para que haya ese tipo de rendición de cuentas, ese tipo de ruptura del pacto patriarcal del silencio? Parte del trabajo por realizar tiene que empezar por los mismos hombres: “Los hombres tienen un rol muy importante en romper el silencio –destacó López Uribe–, en dejar de ser cómplices de otros hombres, empezar a creer en las víctimas, darle un lugar digno a las víctimas y dejar de proteger a quienes son agresores.”
Además, toda institución u organización que trabaje o que tenga a su cuidado a menores de edad, como los scouts, debe tener una política de protección infantil clara, capacitaciones continuas y mecanismos necesarios para garantizar que no se albergue a agresores sexuales.
Por eso, abundó, es necesario trabajar en el diseño de políticas que piensen principalmente en el bienestar y las necesidades de las víctimas y los grupos más vulnerables, como las personas menores de edad, empezando por sistemas que permitan formular denuncias de manera “confiable”, sin que las personas afectadas sean exhibidas, o expuestas.
Más que prohibir o limitar las actividades recreativas o la asistencia de menores de edad a determinados espacios, se necesita trabajar en la garantía de espacios seguros, concluyó. “Que sea nuestra decisión si queremos aprender a acampar y que no sea un riesgo hacerlo.”