En el tianguis de la colonia Impulsora, en Nezahualcóyotl, Estado de México, las pacas de ropa usada se amontonan bajo lonas blancas y rojas. Brenda Sosa, de 30 años, recorre los puestos en busca de piezas únicas para su bazar de ropa de segunda mano. “El tianguis es mi pasarela”, dice.
Brenda, además de dueña de un bazar, es stylist y usa cada hallazgo para construir un estilo que va más allá de las tendencias: busca alargar la vida de la ropa y reducir el impacto ambiental.
Como Brenda, otros stylists han encontrado en la moda de segunda mano un espacio para la creatividad y la conciencia social. Natalia Millán, artista visual y coordinadora de “Las Brillantinas” en el MUAC, trabaja en proyectos que promueven la moda sin género y el uso de materiales reciclados.
“La moda es más que estética, es una forma de replantear nuestras dinámicas de consumo”, explica Natalia.
Yoqua González, creador de la marca “yZ3 destrucción de moda”, utiliza materiales reciclados para confeccionar nuevas piezas: “La mayoría de mis diseños nacen de lo que otros consideran basura”, cuenta Yoqua, que busca inspirar una reflexión crítica sobre el consumo.
Andrea Cárdenas, de 30 años, dirige un bazar de segunda mano en Fresnillo, Zacatecas. Desde niña, se sintió excluida por las limitaciones en las tallas. A través de la moda de segunda mano, encontró una forma de reconciliarse con su cuerpo y expresar su identidad. “La moda de segunda mano me permite encontrar prendas únicas, que no discriminan por el tamaño de mi cuerpo”, dice Andrea.
Stephanie Taylor, consultora de imagen y terapeuta, ha dedicado su carrera a ayudar a las personas a reconsiderar su relación con la moda. A través de su trabajo, busca reducir el consumo excesivo y fomentar una conexión más consciente con el estilo personal. “No se trata solo de comprar menos, sino de entender por qué consumimos y encontrar un estilo que nos represente de manera auténtica”, dice Stephie.
A nivel global, la moda de segunda mano ha ganado popularidad, especialmente entre jóvenes que buscan alternativas más éticas. Hashtags como #modasostenible y #preloved acumulan millones de menciones en redes sociales.
Según Forbes México, en 2024, 10 de cada 100 prendas vendidas en el mundo serán de segunda mano, lo que refleja el interés por un consumo más responsable.
La industria de la moda tradicional enfrenta una creciente presión por su impacto ambiental. De acuerdo con la ONU y la SEMARNAT, la industria textil es la segunda más contaminante del mundo, generando más de 300 mil toneladas de residuos textiles al año. Frente a estas cifras, la moda de segunda mano se presenta como una alternativa más sostenible. Mientras el fast fashion sigue impulsando la producción masiva, la ropa de segunda mano ofrece una opción para quienes buscan vestir de manera más consciente.
Aunado a la ropa de segunda mano, el “upcycling”, una práctica que consiste en transformar prendas, también es clave para frenar el impacto ambiental, tal como lo explica Ana Galicia, una mujer de 22 años originaria de Monterrey. Para ella, el balance entre necesidad y deseo es clave para evitar caer en el consumismo, incluso cuando se trata de ropa de segunda mano.
Brenda, Natalia, Yoqua, Andrea, Ana y Stephie coinciden en que la moda puede ser una herramienta de transformación social y ambiental. “No se trata de lo que esté de moda, sino de darle otra oportunidad a lo que ya existe”, concluye Brenda.
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