A los 12 años, Natalia gordofobia debía ir a la sección de “Damas” para encontrar ropa adecuada. Ana Paula usaba trajes de baño que parecían de su abuela. Las dos, desde pequeñas, tenían un cuerpo grande. Entrar a un probador era sentirse frustradas porque había pocas opciones; sobre todo, prendas que les gustaran. Desde entonces se dieron cuenta de la gordofobia en la industria de la moda.
—Era como muy desesperante porque te seguían trayendo opciones y no te quedaban, o sea. Entonces, era la frustración de que o no te gustaba o estabas ahí luchando contra la ropa —cuenta Natalia Martínez Mejía, performancera, corista, directora de casting y activista gorda.
Aunque, ahora, las marcas de ropa dicen ser inclusivas, en los racks, es decir, en los espacios donde exponen las tallas, pocas llegan a más de XL. Cuando promocionan estas tallas exponen a mujeres “curvys”, mujeres con obesidad o sobrepeso con curvas.
—En las marcas es esta cosa cool, como si “curvy” y así. Pero, al mismo tiempo, no quieren que en sus racks se vea que llega hasta la 4XL. Entonces creé un concepto para nuestro mundo, que es el “engaño gordo”. Cuando las marcas empiezan a agarrar influencers en tallas grandes, a mujeres gordas, y las ponen en sus espectaculares… Pero no hay en sus racks —dice Ana Paula Molina, psicóloga y especialista en aceptación corporal y “alimentación intuitiva”, también activista gorda.
¿Te has preguntado si te quedará el uniforme?
Si llega a haber opciones para Ana Paula y Natalia es a través de marcas de moda que se dedican a la industria del fast fashion, una forma de producción de prendas que generan contaminación y se producen en países que tienen condiciones laborales precarias, según Greenpeace.
—A veces uso una aplicación para comprar: Shein, que es horrible. Pero sí, o sea, ya sé que, de por sí, es como entregarle mi alma al diablo, mi dinero al diablo; pero, al final, es lo más fácil para conseguir cosas que ahora sí me gustaría ponerme —explica Natalia.
La experiencia ha sido similar para Ana Paula, quien cuestiona: “Si nunca te has preguntado si el uniforme escolar te va a quedar, si nunca te has preguntado si vas a encontrar la playera de la selección para el Mundial de ese año… Nosotros sí nos lo preguntamos porque puede ser que no consigamos. ¿Puedes vivir sin tu playera de la selección? Sí, sí puedes, pero si todo el mundo la tiene, tal vez tú también la quieres tener, ¿no?”.
Entrar a un probador y no tener éxito envía un mensaje de que no pertenecen al espacio de la moda; genera una especie de culpa y una espiral sin salida, donde la inclusión de la diversidad de las corporalidades sigue pendiente.