La noticia cayó como bomba en la Iglesia católica y en el corazón de las élites mexicanas: ocho hombres mayores acusaban a Marcial Maciel, fundador y líder de los Legionarios de Cristo, de abusar sexualmente de ellos cuando eran menores de edad.
La información se publicó el 23 de febrero de 1997 en el Hartford Courant, un antiguo periódico de Connecticut, Estados Unidos. Los denunciantes recurrieron a un periódico extranjero porque pensaban que en México nadie los escucharía. Temían que el padre Marcial Maciel fuera tan poderoso, que sus testimonios serían censurados.
No les faltaba razón. Durante casi dos décadas la Legión de Cristo defendió a Maciel y acusó a los exlegionarios de mentirosos y conspiradores. Pero, finalmente, la verdad se impuso: en 2010 la propia Legión tuvo que reconocer que Maciel abusó de 60 menores. Con el tiempo, también se reveló que el fundador legionario consumía drogas, plagiaba libros completos, suplantaba identidades y tenía esposas e hijos.
No obstante todo ello, transcurrido un cuarto de siglo desde la denuncia inicial, aún quedan preguntas sin responder: ¿Cómo financió Marcial Maciel el crecimiento de la Legión de Cristo? ¿Qué factores, o actores de poder, explican que haya logrado mantenerse en la impunidad por décadas?
José Barba es el polo opuesto de Maciel. Integrante del grupo que lo denunció en 1997, ha sostenido una larga lucha por la verdad. Profesor retirado del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), Barba investiga, averigua, recaba datos para entender a Maciel y su imperio. Supo, por ejemplo, que en la década de los cincuenta Maciel compró en efectivo, al contado y en metálico, el gran hotel de Ontaneda, España, que convirtió en el Seminario Menor de la congregación religiosa y en escenario de múltiples abusos sexuales.
José Barba ofrece nuevas respuestas a esas interrogantes; como las que apuntan a que, en los años cincuenta, Maciel ordenó el trasiego de droga, al menos una vez, a dos jóvenes legionarios que cruzaron la frontera de Francia y España con paquetes de cocaína adheridos a la piel.
¿Qué habría pasado si los exlegionarios no hubieran denunciado a Maciel? Barba no lo duda: la congregación habría movilizado sus influencias para canonizarlo como santo de la Iglesia.
Un cuarto de siglo después, por cierto, la Legión de Cristo mantiene su poder. La reciente filtración de los Pandora Papers encontró que la congregación oculta 300 millones de dólares en un paraíso fiscal en Nueva Zelanda.
A veinticinco años de la denuncia, la batalla por la verdad continúa.