Los apicultores, las comunidades dedicadas a la apicultura, se están quedando sin abejas y sin miel. Parece exagerado, pero no lo es. Las sequías y la falta de incentivos gubernamentales, además de los bajos precios está colocando a los productores en una situación crítica.
Así, un producto que ha tenido un alto valor desde los tiempos prehispánicos, especialmente en el sur del país, y que es esencial para el equilibrio ecológico, está buscando cómo sobrevivir.
Elaboramos una base de datos, con información oficial, que nos permitió poner la lupa en lo que ocurre en el país, desde la producción hasta la venta de la miel. Descubrimos, por ejemplo, que los apicultores que más trabajan son los que menos ganan y en ello, mucho tiene que ver las políticas públicas.
También pudimos confirmar que se incentiva más la producción de edulcorantes, por ser aparentemente más rentables, aunque más dañinos hasta para el medio ambiente. Y, en medio de todo esto, los productores tratando de sobrevivir.
“El año pasado perdimos a varios apicultores que estaban trabajando con nosotros, porque ya no querían continuar, Es mucha la inversión que hacen y poco lo que reciben, entonces lo dejaron. Hubo apiarios que se incendiaron, hubo apiarios, que por ejemplo, estábamos empezando a trabajar y de la nada, pues las siembras en que rocían fertilizantes se murieron.
Un apicultor que apenas iba a iniciar con nosotros y se le murieron como 50 colmenas entonces son factores que de manera adversa, nos perjudican a nosotros”, relató Denisse Poot Moo, quien lidera el proyecto “Panalito Chenero”, que se enfoca en la elaboración de cera estampada a base de ingredientes naturales, aumentando la producción de miel.
Miel en caída
De acuerdo con información del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera, la producción de miel en México cayó de 64,000 a 54,000 toneladas en 2020 y subió a 62,000 en 2021.
La región sur-sureste lidera la producción con un promedio anual de 29,150 toneladas, pero recibe los precios más bajos en comparación con el resto del país.
Es decir, la información oficial demuestra que casi cinco litros de cada 10 que se producen en el país, cerca del 48.5 por ciento de la producción total de miel, proviene de la región sur-sureste.
Si revisamos con más detalle el mapa de la producción. Son tres los estados líderes: Jalisco, Campeche y Yucatán.
Pero si lo visualizamos por regiones agroalimentarias entonces, en conjunto, son siete los estados del sureste que concentran la producción: Campeche, Chiapas, Oaxaca, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y Yucatán.
De acuerdo con las cifras oficiales, en esas entidades el precio promedio para el productor es el más bajo del país: 41.90 pesos por litro. Pero si se ve aún mayor detalle, en Campeche el apicultor percibe en promedio 35.94 pesos y en Yucatán el monto es de 34.6, algo que es aún más contradictorio, porque se ubican entre los 10 estados que más miel producen.
“Lo que creo que más nos ha impactado es el precio de la miel, o sea, y tanto el cambio climático como el precio de la miel, porque muchos apicultores han dejado esta labor porque pues no hay apoyo en el precio. Está de compra. Está muy muy bajo. Aquí creo que te compran el litro de miel como a 17, 19 pesos. Entonces esa es la apicultor, se le hace muy poco y pues lo que hace, pues es vender sus colmenas, ¿no? O sea, ya ya no le rinde invertir”; explica Denisse Poot Moo.
El margen de comercialización es un indicador que revela desigualdades en las cadenas de valor, es decir, en el proceso que transforma materias primas en productos finales, creando beneficios para cada persona u organización que participa en el proceso.
En 2023, por cada litro de miel vendida al público en $197.00, un apicultor en CDMX recibió sólo 50 pesos; mientras que en Oaxaca y Guadalajara fueron 42 y 52 pesos, respectivamentr; estos bajos ingresos se traducen en altos beneficios para los intermediarios.
Suma de problemas
El precio de la miel y su rentabilidad representan sólo una parte de los problemas. La apicultura enfrenta serios retos debido a la sequía y el cambio climático, que afecta a las abejas hasta matarlas.
Esto además de la suplantación de la miel por productos de menor valor nutricional como el jarabe de maíz. En consecuencia, la diversidad de mieles se encuentra amenazada.
Aunque el azúcar y el jarabe de maíz tienen márgenes de comercialización menores, poseen un alto rendimiento de estos cultivos en México. En perspectiva, 85 toneladas de caña, y casi 5 de maíz por hectárea, al comercializar proporcionan un nivel de ingreso y ganancias más altas en comparación a quienes se dedican a la apicultura.
Pero el azúcar o el maíz cuentan con más incentivos gubernamentales en comparación con la miel, a la que se le ha relegado un marco legal que impulse su conservación y crecimiento, a pesar de ser un producto con tanto valor ecológico.
La Ley de Desarrollo Rural Sustentable de México clasifica al maíz y la caña de azúcar como alimentos básicos, destacando esta última por fomentarse a través de la Ley de Desarrollo Sustentable de la Caña de Azúcar. No obstante, la miel, a pesar de su valor nutricional, no está reconocida en estas regulaciones.
Además, a nivel estatal los vacíos legislativos afectan la apicultura: en Campeche faltan normas ambientales, en Yucatán los precios son bajos, y en Jalisco, es difícil denunciar la falsificación. Estos problemas reflejan la necesidad de actualizar y expandir la legislación para proteger la apicultura.
¿Vivir de la miel?
En el panorama actual, vivir únicamente de la apicultura conlleva una apuesta muy arriesgada, sobre todo considerando que las cifras mundiales muestran que, desde 2020, el mercado de la miel ha sido inestable.
En 2023, comparado con el año anterior, la producción disminuyó de 32,130 a 28,320 toneladas, y el precio promedio por litro cayó 10% por ciento al pasar de 46.82 a 42.26 pesos. Además, el valor de la producción descendió en casi un 30%, de 1,488 millones a 1,058 millones de pesos, lo que refleja una caída aún mayor.
El mercado mundial -en el que México ha ocupado el octavo lugar como productor desde 2021-, muestra que es posible generar ganancias que impulsen a las comunidades y al mismo tiempo ser un factor fundamental para el equilibrio ecológico.
“En nuestras manos está su destino y en su destino está nuestra supervivencia, es una frase que nos ha acompañado desde el inicio de nuestra carrera como proyecto y pues nada más quiere dar a entender que sin las abejas, nosotros no somos nada”, aseveró Denisse Poot Moo, quien es estudiante del Instituto Tecnológico Superior de Hopelchén, Campeche y con su proyecto “Panalito Chenero” impulsa el desarrollo de las colmenas.
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