El 9 de septiembre de 2019, un hombre vertió dos litros de ácido sulfúrico sobre la piel de la saxofonista María Elena Ríos, en Huajuapan de León, Oaxaca. Han pasado casi dos años desde entonces; pese a las heridas en sus labios, María Elena logró seguir tocando el saxofón. Esto ha marcado una diferencia: si no fuera por la música, sobrevivir y sobrellevar el proceso de exigir justicia hubiera sido todavía más tortuoso.
Sin embargo, a la fecha ninguno de los implicados en el ataque ha recibido sentencia. El 2 de abril falleció en prisión Ponciano H, vinculado a proceso pero sin haber recibido sentencia. Fue el autor material del ataque, junto a su hijo Rubicel H. A través de su cuenta de Twitter, María Elena lamentó su muerte con el siguiente mensaje:
“Lamento que las cosas hayan sucedido así. Que Dios lo perdone porque yo lo hice desde el día en que me agredieron. Descansa en Paz P.H.Y”.
El pasado 10 de julio, María Elena Ríos se presentó en Palacio Nacional y, en la plancha del Zócalo de la Ciudad de México, leyó una carta dirigida a Andrés Manuel López Obrador, presidente de México. En pocos segundos denunció que uno de los autores intelectuales del intento de feminicidio, Juan Antonio Vera Hernández, continúa prófugo.
“El quinto implicado sigue libre –leyó María Elena, quebrándose-. Como usted sabe, tengo una enorme batalla legal por llegar a la justicia que usted y yo deseamos para nuestros mexicanos Cuando estuve al borde de la muerte y como oaxaqueña, tuve y sentí los ideales y apoyo de mis paisanos, apoyo que hasta el día de hoy me permite levantarme cada mañana y seguir buscando a mi agresor aunque vivo con miedo”.
Pero María Elena no estaba allí sólo para exigir justicia por su caso. En apoyo a la comunidades de San Pedro y San Pablo Ayutla, en la sierra norte de Oaxaca, terminó su breve mensaje exigiendo que se cumpliera la sentencia 795/2017, la cual ordena al gobierno federal, a las autoridades del estado y a la Comisión Nacional del Agua que reconecten el manantial del que las comunidades fueron despojadas hace cuatro años.
“Que se cumpla la re-conexión del manantial de Ayutla Mixe –pidió al presidente–. Sé que en su mañanera lo reiteró pero ahora a mis paisanos, además de amenazarlos, les están obstaculizando la sentencia”.
Esta historia habla de todo eso: de sobrevivir un intento feminicidio pero, sobre todo, de la importancia que puede cobrar la música para una niña, para una mujer violentada y para una comunidad entera cuando se trata de enfrentar contextos de violencia.