Hacia un sistema público de cuidados: Ser madre (y maestra, cuidadora…) en la nueva normalidad

Ciudad de México. A las 5:30 de la mañana, Ana Laura Vásquez, de 38 años, abre su negocio de jugos y licuados, que inició en su hogar de Nogales, Veracruz, durante la pandemia. Prepara estas bebidas hasta las 3 de la tarde, cuando sale a vender maquillaje, ropa y calzado por catálogo. Mientras Ana Laura trabaja, su madre de 57 años cuida de sus tres hijas e hijo. De cuatro, nueve y 12 años, respectivamente, iniciaron clases a distancia el pasado 24 de agosto. Xochitl, la hija mayor de Ana Laura, se prepara para ingresar a la Universidad Veracruzana. 

El regreso a clases ha dificultado su jornada. Debe distribuir sus tiempos para garantizar la educación de sus hijas e hijo. A falta de escuela presencial, la calidad del aprendizaje depende de ella. Ana Laura forma parte del 28% de hogares con jefatura femenina en México. 

Las mujeres se encargan de la mayor parte del trabajo de cuidados no remunerado

Trabajo remunerado

El modelo de trabajo remunerado debe ir de la mano con el modelo de educación a distancia, explica Yazmín Pérez Haro, titular de la Dirección General de Igualdad Sustantiva en la Secretaría de Mujeres de la Ciudad de México.

El modelo escalonado de reanudación de las actividades “no sólo tiene que evitar la congregación de personas; tiene que responder a las nuevas necesidades de cuidado, pero que no sea con la amortización del trabajo no remunerado de las mujeres”, dice. “Todas estas crisis, a lo largo de la historia, económicas, sociales, ambientales y ahora sanitarias, se resuelven con el trabajo no remunerado que ponen las familias. En más del 80% de los casos, con el trabajo de las mujeres”.

Ana Laura sabe que no puede dejar la carga de cuidado y educación de sus hijas a su madre. “Mi pobre madre nada más tiene la primaria, sí se le complica; ella los apoya con el canal y a que escriban sus preguntas, ya cuando tiempo libre empiezo a checar las preguntas y actividades que mandan”, explica. Decidió enviar a sus hijas a tomar clases de apoyo diario con una vecina, que es profesora. 

No hay un sistema de cuidados público para apoyar a las mujeres trabajadoras

Hacia un sistema público de cuidados

Ante esta problemática, la creación de un sistema público de cuidados es una apuesta de la Organización de las Naciones Unidas para asegurar la vida digna de todas las personas. “La falta de un sistema público de cuidados hace que las mujeres jóvenes tengan que sacrificar sus carreras y sus vidas para hacer ese trabajo que nadie reconoce y que no les va a dar ningún beneficio en términos de su carrera y desarrollo personal, que además las mantienen en una situación de precariedad”, explica Alexandra Haas, ex titular del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred). 

El Sistema Nacional Integrado de Cuidados (SNIC) de Uruguay es un modelo para América Latina. Este sistema concibe acciones y acuerdos para ofrecer una mejora de los cuidados en el hogar a través de prestaciones, consolidación y expansión de los servicios de cuidados existentes. 

Este sistema público de cuidados funciona a través de casas comunitarias de cuidados, becas de inclusión socioeducativa y espacios de cuidado para primeras infancias; para las personas en situación de dependencia cuentan con asistencia personal, teleasistencia en casa y centros del día. 

El pasado 28 de junio, en la presentación del convenio para la operación del Hospital Materno de Texcoco, el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador declaró: “la tradición en México es que las hijas son las que más cuidan a los padres, nosotros los hombres somos más desprendidos; pero las hijas siempre están pendientes de los padres”. Al respecto, Karina Villa afirma: “queremos que dejen de violentarnos a través del discurso político oficial porque lo que hacen estos discursos viniendo de una autoridad de importancia es que se siga naturalizando esta actividad”.

Desigualdad de género en trabajo no remunerado
Imagen: Denisse Martínez Bucio

“Si las mujeres no cuidáramos, la humanidad no existiría”

El impacto de la división sexual del trabajo doméstico y de cuidados es un problema que existía desde antes de la pandemia de coronavirus y que no se limita al cuidado de hijos e hijas en edad escolar. Las mujeres sacrifican sus vidas, sus cuerpos y su tiempo para cumplir con las demandas familiares. De acuerdo con cifras del Conapred, el 73% de las mujeres entre 15 y 29 años no participa en el mercado laboral por tener que realizar trabajo del hogar no remunerado. Esta misma situación solo afecta al 5% de los hombres en ese rango de edad. 

Blanca López tiene 35 años y se encarga del cuidado de su madre, que sufre demencia de tipo vascular. Esta condición le provoca pérdida de memoria a largo plazo y cambios de comportamiento repentinos; necesita atención constante. Desde hace 13 años, la vida académica, laboral y personal de Blanca ha quedado en segundo plano ante las necesidades de su madre. “Se quiere salir, ella no entiende que hay un dichoso virus que le puede afectar”, explica. Además, reconoce la frustración que ha sentido: “Significa que no hice las cosas que pude haber hecho”.

“No estamos hablando de tiempo libre para actividades de ocio, sino de tiempo propio para las mujeres”, dice Karina Villa, miembra de la organización política feminista Las Constituyentes. “Tenemos pobreza de tiempo para realizar actividades como seguir estudiando, tener acceso a un empleo de calidad y digno. Estamos jalando de donde podemos el tiempo para solventar y resolver la vida de las demás personas”. 

Blanca López, psicóloga de profesión, explica que el proceso de cuidado requiere de atención a la salud mental del cuidador primario. “La persona enferma es quien menos lo padece, siempre es la otra persona, el cuidador, quien lo va a padecer más a nivel emocional”.

Una encuesta al interior de la Secretaría de las Mujeres de la Ciudad de México descubrió que, durante la pandemia, el 43% de sus trabajadoras dedica más de cinco horas al día al cuidado de otras personas. Las mujeres reportaron un aumento del 32% del trabajo doméstico y de cuidados; además de registrar una ampliación del 13% en su jornada laboral remunerada.

La necesidad de un sistema público de cuidados

“Lo que no se cuenta no se puede cambiar”

De acuerdo con la Cuenta Satélite de Trabajo No Remunerado de los Hogares en México 2018, pagar el trabajo doméstico costaría alrededor de 42 mil 602 pesos anuales por persona. Al diferenciar entre mujeres y hombres, las mujeres obtendrían un sueldo mayor, 59 mil 617 pesos, y 22 mil 390, respectivamente. 

El mismo documento establece que estas actividades representan el 23.5% del Producto Interno Bruto nacional y que las mujeres cubren semanalmente el 76.4% de las horas establecidas a las actividades domésticas y de cuidado no remuneradas, mientras que los hombres dedican el 23.6 por ciento. 

Este esfuerzo por cuantificar la labor permite dimensionar las horas trabajadas que no están siendo pagadas. “Lo que no se cuenta no se puede cambiar”, explica Alexandra Haas. 

“No se había visto la otra parte de ese iceberg, la pandemia abrió más la visibilidad de lo que estamos haciendo las mujeres sin paga”, dice Karina Villa. 

Desde 2017, la Constitución de la Ciudad de México establece el derecho al cuidado digno en su artículo 9° inciso B. Las autoridades son las encargadas de establecer un sistema de cuidados que preste servicios públicos, que atienda a quienes de manera no remunerada se hacen cargo del cuidado. Según Pérez Haro, las autoridades locales trabajan en un sistema para su implementación.