Indra Cano tiene 21 años, es librera, aprendiz de escritora y, sobre todo, lectora y veracruzana. Me comparte que, como la mayoría de personas jóvenes —como yo misma—, siente incertidumbre al pensar en el futuro. Admite que le gusta escribir, pero que le da miedo pensar en dedicarse a eso toda la vida porque no quiere estar saltando de beca en beca o postular proyecto tras otro.
“Me gusta escribir, pero me gustaría seguir explorando; a lo mejor, por amor al arte”.
En septiembre de 2022 obtuvo el segundo lugar del Premio Nacional al Estudiante Universitario, convocado por la Universidad Veracruzana en la categoría de ensayo “Carlos Fuentes” con el texto “Antes de que azote el norte”, que habla sobre su infancia (y el presente) marcada por el terror, los recuerdos, la nostalgia de un pasado que nunca podría ser el presente.
Aquellos paisajes que ya no existen y el sur –o lo que se aleja de lo central y lo centralizado–, son aspectos que a menudo aparecen en sus escritos porque la han marcado de tantas formas, que la única forma de no quedarse encerrada con sus sentimientos y pensamientos es escribirlos.
Además, en 2021 recibió mención honorífica en el VII Concurso de Crítica Literaria Elvira López Aparicio, convocado por la Universidad Autónoma de Aguascalientes, con “La voz corporeizada: Manifestaciones narrativas del cuerpo en la novela Minotauromaquia de Tita Valencia”.
Escribir como oficio
Mientras escribo esta nota, me entero que acaba de ser una de las ganadoras de la edición 2023 del mismo premio con el trabajo “Usos del archivo en Tríptico de la infamia (2014) de Pablo Montoya”, autor con el que ha trabajado de cerca.
No tengo que esperar más de un minuto para que Indra, una escritora veracruzana, se conecte a la sesión en línea desde Xalapa, Veracruz, ciudad en la que nació y creció, en el estado que ha sido inspiración (directa o indirectamente) para todos sus escritos.
Llegar a tiempo es un leitmotiv que cultiva en todas las esferas de su vida. Los dos diplomados de cine y cultura de paz le inculcaron la puntualidad en el set, junto a la dedicación y el esmero. Cualquiera que la conozca sabe lo complicado que es agendar con ella una salida para ponerse al día; pero, también, que una vez iniciada, la conversación no terminará pronto. De sonrisa fácil, siempre tiene un tema del que platicar.
Indra me dice que ama escribir y que ama compartir la escritura: no puede publicar algo sin pensar si su texto causará un impacto o dejará algo en las personas que lo lean. Sin embargo, en este momento no siente la presión de estar publicando de forma continua.
“Siento que el mismo mundo te obliga a estar publicando, aunque no sea necesariamente un producto ya terminado. Tal vez, por eso, ya estoy más en paz con la escritura; porque sé que lleva tiempo, preparación. Es un oficio más en el que hay que prepararse y chambear”.
El entusiasmo: la librería y la librera
Desde hace un año trabaja en El Entusiasmo, una librería de la ciudad de Xalapa que se especializa en la literatura contemporánea latinoamericana. Para ella, El Entu, como lo suele llamar, es su propia biblioteca.
Recuerda que, cuando vio por Instagram la promoción de la librería, inmediatamente le llamó la atención y se metió a su página web. Ahí encontró una foto del libro Aquí América Latina, de la crítica argentina Josefina Ludmer, que había estado buscando durante mucho tiempo, sin suerte.
Recuerda que, en cuanto vio ese libro mandó un mensaje para que se lo apartaran; desde ese día, no ha dejado de mantener contacto con Agustina Villella y Samuel Albores, dueños de la librería.
“Cuando se dieron cuenta de que iban a necesitar a alguien más que les ayudara en la librería, pensaron que debía de ser alguien que le apasionaran tanto sus libros como a ellos mismos y se acordaron de mí. Y aquí trabajo desde entonces”.
Recuerda la posición exacta de cada uno de los libros, desde el más cercano a la puerta hasta el último del segundo piso, y no se permite acomodar alguno sin tener idea de qué trata. Y si puede, lo lee.
Al Entu llegan libros de editoriales independientes y de exportación de países latinoamericanos, la mayoría difíciles de conseguir en otras librerías de Xalapa.
La crítica como un puente
Indra ve en la crítica literaria un puente entre los lectores y el autor; intenta descifrar minuciosamente el texto y lo que trata de hacer en el mundo. Aquella librería le ha abierto las puertas a toda clase de escritos a los que no podría llegar con tanta facilidad de otro modo.
“Siento que me hizo un clic analizar lo contemporáneo porque son las voces que están vivas, con quienes puedes platicar, a quienes puedes ver”.
Enero, de Sara Gallardo, fue una lectura que hizo en un PDF. Conoció a la autora (o, al menos, sus escritos) en una clase de literatura hispanoamericana y, cuando vio una edición en físico en El Entu,supo que estaba en el lugar perfecto. “Se siente como si tuvieras una joyita en tus manos”.
A mitad de la entrevista se distrae un poco con el celular; con la sonrisa nerviosa pero, a la vez, un tanto incrédula —la que siempre pone cuando le llegan buenas noticias—, me comparte que acaban de aceptar uno de sus textos para la siguiente edición de La Palabra y el Hombre, revista de la Universidad Veracruzana donde había colaborado antes como fotógrafa.
Indra se toma muy en serio su trabajo como librera: “Hay diferentes tipos de clientes; están los que saben qué quieren y van directo, los que ven todos los libros y los que buscan recomendaciones. Me tomo muy en serio las recomendaciones. ¿Qué tal si le recomiendo algo que no le guste o que le provoque un bloqueo lector? Cada persona es diferente y hay que estar preparada para todos”.
—¿Qué le recomendarías a tu escritora favorita?
Indra pierde la mirada unos segundos antes de contestar con una sonrisa.
—Fíjate que no había pensado eso; había pensado qué le recomendaría a Julieta Venegas, pero no a Nona Fernández. A Nona la llevaría a la sección de publicaciones independientes, donde están los fanzines. Me encanta cómo se pueden combinar las diferentes artes plásticas y difundir masivamente temas importantes… Siento que es difícil encontrarlos; creo que le gustarían mucho. También la sección infantil y juvenil es muy bonita; pero, conociéndola, le recomendaría cualquier cosa de la sección independiente.
A pesar de nunca haberse encontrado cara a cara, la lectura minuciosa de todos los escritos de Nona Fernández, escritora chilena conocida por sus textos feministas en los que habla sobre su país , hacen que Indra la sienta cercana, como alguien conocida y con quien alguna vez podría haber hablado.
—¿Y qué le recomendarías a Julieta Venegas?
—Siento que, probablemente, ya ha leído mucho del catálogo de El Entu, pero definitivamente tendría que ser algo relacionado con las mujeres y la música, mujeres y música…
Buscar la voz
Indra mira fijamente un punto de la pantalla hasta que ríe. Entre su carcajada admite que, en su mente, estaba recorriendo los títulos de todos los libros que tienen en los estantes para buscar la recomendación perfecta.
Nona y Julieta, dos mujeres que la han acompañado en todos sus viajes en transporte público a la universidad, a su servicio social, a verse con sus amigas; en todos sus viajes para reencontrarse con su familia; en los tiempos libres que tiene entre clase y clase; antes de dormir y después de despertarse. Nona, con sus palabras escritas, y Julieta, con las palabras cantadas.
Alejandra Pizarnik, poeta argentina —entre sus libros destaca La tierra más ajena (1955) —, escribió que alrededor de los 20 años ella se sentía en la soledad, en la tristeza, sin saber bien quién era. Mariana Enríquez, narradora argentina, autora de Los peligros de fumar en la cama (2009) y Las cosas que perdimos en el fuego (2016), se refirió a la poeta estadounidense Sylvia Plath en su juventud como “una escritora en busca de su voz”.
Indra intenta descubrir quién es, qué quiere, qué le gusta. Un sentimiento de incertidumbre la sigue como un buitre que, en cuanto se descuide, irá tras ella. Pero ella no se descuida, concentrada en encontrar libros grandiosos y dejar volar su mente para escribir más.
“Creo que todo se relaciona con ser lectora; estoy como librera porque amo leer; escribo ensayos y críticas literarias porque no puedo vivir sin la lectura. No sería yo. Me defino más como lectora que como escritora o librera”.
En un mundo como el nuestro, que nos obliga a producir todo el tiempo, es difícil pensar que “leer, leer y leer” sea una respuesta posible a la pregunta: ¿a qué te quieres dedicar en la vida?