Crónicas de la periferia. El Metro Pantitlán recibe a más de 150 mil personas al día. No importa si es lunes, miércoles o sábado. En la tarde, la noche o la mañana. Salvo en la madrugada, todo el tiempo las personas ingresan a la estación para trasladarse al trabajo, la escuela, los hospitales o los centros recreativos.
Un lugar estratégico
Marcela Sánchez, auxiliar de laboratorio de 38 años, lleva 7 minutos esperando a que el tren arribe a la estación Pantitlán. Mientras tanto, aprovecha para tomar un trago de agua y acomodar su mochila. No quiere que su desayuno se riegue o que algo se rompa. No, después de proteger sus cosas por más de una hora. Este es su tercer transporte y el último que necesita para llegar a su trabajo.
Vive en Ixtapaluca. Su trayecto comienza en un bicitaxi, que la lleva a la Carretera Federal México-Puebla, y continúa en una pesera que se dirige a Tepalcates. De ahí toma la Línea A del Metro y realiza tres transbordos (Pantitlán, Centro Médico y Zapata) que la dejan en el Hospital “Venados” del IMSS. En total, un trayecto que puede durar dos horas o más.
El Metro es el punto clave de su ruta casa-trabajo. Le da seguridad, rapidez y solvencia financiera. Sin él, mantener este estilo de vida sería más complicado. “Ni el tiempo ni el dinero rendirían”, dice Marcela. Hasta el momento gasta 28 pesos de ida y de regreso en sus viajes: 8 pesos el bicitaxi, 15 la pesera y 5 el Metro.
De acuerdo con información del Sistema de Transporte Colectivo (SCT) de la Ciudad de México, el Metro capitalino es uno de los más baratos del mundo y es de los pocos que le permite a sus usuarios transbordar de una línea a otra sin necesidad de pagar otro boleto.
Para muchas personas que residen en la periferia, Pantitlán, que en náhuatl significa “entre banderas”, representa una estación crucial en sus viajes cotidianos; una terminal que une al Metro con varias zonas del oriente de la Ciudad de México y el este del Estado de México: Venustiano Carranza, Iztacalco, Iztapalapa, Nezahualcóyotl, Chimalhuacán, La Paz, Ixtapaluca y Chalco.
Municipios que, según los Informes de pobreza y evaluación de las entidades federativas 2020 del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), presentan una distribución desigual en el acceso a empleos, seguridad, oportunidades y servicios.
A diferencia de otras estaciones del Metro,Pantitlán es la única que alberga cuatro rutas simultáneas para viajar hacia diferentes puntos de la Zona Metropolitana del Valle de México. De oriente a poniente. De norte a sur. Sobre rodaduras férreas o neumáticas. Morado (Línea A), rosa (Línea 1), amarillo (Línea 5) y café (Línea 9) conectan toda una infraestructura de movilidad que se ha construido (y recientemente renovado) desde hace 54 años.
Un lugar caótico
La señora Teresa Bautista tiene 72 años y, desde hace 10, auxilia a su hija Violeta Villa en su puesto al interior del Metro Pantitlán. Mientras Teresa vende, su hija cobra. Esa es la dinámica. Debido al glaucoma que dejó ciega a Violeta, las cosas tienen que ser así. Explica que ya las han robado y engañado en muchas ocasiones. A pesar del panorama, agradecen contar con un trabajo que les dé ingresos.
A diferencia de otros comerciantes, no tienen un local fijo ni grande. Dependen de una tarima de madera, de metro por metro, sobre la que distribuyen su mercancía: agua, galletas, dulces, gelatinas y otros productos comestibles. Cada cierto tiempo rotan de lugar dentro de las instalaciones. Ahora se encuentran ubicadas en el transbordo de la Línea A (morada) con la Línea 9 (café). Enfrente de una de las escaleras de ascenso con dirección a Tacubaya.
“Para una persona con discapacidad visual es muy difícil encontrar trabajo. Mi hija consiguió este espacio gracias al compromiso que adquirió el STC con las personas invidentes y débiles visuales”, cuenta Teresa; otorgándoles este tipo de espacio en recompensa a esta comunidad, algunos han sufrido caídas o han perdido la vida en las instalaciones del Metro.
Violeta, su hija, comenta que nunca se ha caído a las vías del Metro. Pero no descarta ese u otros accidentes. Nadie está exento y, más, en Pantitlán, donde ingresan más de 150 mil personas al día. Tan solo en agosto se registraron dos sucesos que pudieron terminar en tragedia. El primero fue una falla mecánica en unas escaleras eléctricas y el segundo, una estampida para ascender a los andenes.
Datos obtenidos vía transparencia por el portal web, la Silla Rota revelan que, en los últimos ocho años, el número de accidentes ocurridos en el Metro han aumentado 2.3 veces en el periodo de 2019 a 2022, en comparación con el de 2015 a 2018. Siendo 612 accidentes el total de casos registrados, en el último periodo
Un lugar estresante
Todas las mañanas, Rodrigo López, universitario de 19 años, tiene que esperar en largas filas para ingresar a los andenes. Esta medida forma parte de un “plan de reordenamiento” conocido como “operativo de dosificación”; el objetivo: agilizar el abordaje y el tránsito de los usuarios en toda la terminal Pantitlán. Así lo comunicó el gobierno de la Ciudad de México en un boletín publicado el 20 de mayo de 2019.
El operativo se encuentra monitoreado por elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la CDMX y personal de seguridad del STC Metro. Promete orden, agilidad, eficiencia y seguridad. Sin embargo, infunde sentimientos negativos como estrés, ansiedad, enojo y miedo. La coordinación del flujo de personas no evita los empujones, el hartazgo, las peleas, la desesperación, la incomodidad o las horas pico.
“Lo que hace del Metro una mala experiencia no es tanto la infraestructura deficiente, sino la gente. No hay tolerancia ni consideración al otro. ¿Pero es justo quejarse? Todos tenemos prisa por llegar a nuestros destinos”, comenta Rodrigo. En realidad, hay poco margen de maniobra para no sufrir los inconvenientes del transporte público. Por eso, una de las actitudes más generalizadas es la resignación.
Óscar González, montacargas de 43 años, es otro usuario que no pasa buenos momentos en la estación Pantitlán. Encuentra molesto la falta de espacio personal y la nula privacidad. “Hasta el contacto visual es complicado. Para colmo, te enteras de la vida privada de la gente… en contra de tu voluntad”.
Una estrategia que ambos utilizan para atenuar los efectos estresantes en sus recorridos es escuchar música. Tanto Rodrigo como Óscar portan auriculares inalámbricos con batería de larga duración. Aquello les permite relajarse. Según el informe Music on Our Minds del Consejo Mundial sobre la Salud Cerebral, esto estimula la actividad cerebral y mejora el estado de ánimo porque funciona como un distractor.
Un lugar de culpas
En abril de 2022 el Instituto para la Seguridad de las Construcciones de la Ciudad de México alertó a la Secretaría de Obras y Servicios sobre la vulnerabilidad del tramo elevado de la Línea 9, que presentaba hundimientos y deformaciones entre las estaciones Puebla y Pantitlán.
El director del STC Metro, Guillermo Calderón Aguilera, respondió que no existían riesgos estructurales ni operacionales que afectaran la circulación de los vagones. No obstante, un año después se colocó un reforzamiento metálico para sostener aquella zona. Ahora, la Línea café se prepara para el cierre temporal de cuatro estaciones. Mientras tanto, los usuarios se instalan en el limbo de la incertidumbre: la forma en que esto impactará a sus rutinas diarias.
Andrea Ballarte, estudiante de 22 años, considera que el Metro está en malas condiciones por el abandono del gobierno, pues jamás ha escuchado de algún mantenimiento o inversión para evitar que llegue al deterioro. A menos de que la estructura se esté cayendo o no funcione, como sucedió con las líneas 12 y 1.
“Los que sufrimos las consecuencias somos nosotros. A partir de todo lo que ha ocurrido, hasta te da paranoia cualquier movimiento o sonido anormal”, dice. A ella, en especial, le aterra el tramo de la Línea 9 que se encuentra cerca de la estación Pantitlán. Sin embargo, no tiene más remedio que cruzarlo. Para viajar desde Chalco hasta la Ciudad de México no concibe otra forma de movilizarse.
La ONU-Habitat le da la razón. El transporte y la movilidad son temas importantes del urbanismo porque están incorporados al derecho a la ciudad. En un mundo donde los costos de la vivienda están empujando a los ciudadanos hacia zonas periféricas, los traslados y el acceso nunca deberían ser un impedimento para la participación de todas las personas en los ámbitos económico, social, cultural y político.
“Después de que suceda alguna tragedia, ¿a quién le van a echar la culpa? ¿A algún político? ¿A los usuarios? ¿A las personas del Estado de México? Todos tenemos derecho a viajar con seguridad y no nos la están proporcionando”, concluye Andrea.