Dentro de la lucha libre, un deporte que se caracteriza por el uso de la fuerza y por tener protagonistas musculosos que presumen su hombría, hay un grupo de luchadores atípicos. Se trata, en la mayoría de los casos, de integrantes de la comunidad LGBT+. Se llaman a sí mismos luchadores exóticos.
Los luchadores exóticos llegaron a las arenas mexicanas hace 81 años. Fue en agosto de 1941 cuando el texano Gardenia «Dizzy Davis» se presentó por primera vez en la Arena México, donde debutó como exótico.
En su origen, los exóticos eran sólo personajes, no había una defensa pública de los derechos de la comunidad LGBT+. Fue hasta los años 80 cuando comenzaron a usar el ring como una plataforma más para luchar por los derechos de la comunidad.
A Gardenia Davis le siguieron otros como Lalo el Exótico, Casandro o Polvo de Estrellas, quienes han sido grandes referentes para las nuevas generaciones.
Aunque la Real Academia de la Lengua Española define lo exótico como algo extraño, chocante o extravagante, en el cuadrilátero adquiere un aire de reivindicación para la comunidad LGBT+.
“Exótico porque es la sal y la pimienta del programa”, dice Diva Salvaje en entrevista.
Entre golpes y lentejuelas, los luchadores exóticos se han ganado un espacio de representación en la lucha libre mexicana.
“¿Por qué ocultar lo que soy?, confronta Davisha en este pódcast y agrega: “yo quise ser tal como soy y soy libre así”.
Este es un recorrido por la vida de Diva Salvaje, Jessy Ventura y Davisha, tres luchadores exóticos de distintas generaciones, quienes comparten un poco de las batallas que han enfrentado dentro y fuera del ring de la lucha libre mexicana.