“Soy estudiante de antropología física, y aunque no soy forense, si tengo los conocimientos para poder apoyar a las familias, lo haré”, dice Pao, que se sumó a la Jornada Regional de Búsqueda Ajusco realizada en mayo pasado.
La iniciativa fue convocada por las familias del Colectivo Una Luz en el Camino para encontrar acompañamiento de la sociedad civil, periodistas, y profesionales en la identificación de restos óseos y rastros de personas no identificadas.
Según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), hasta junio de 2025 hay más de 119,062 personas desaparecidas en México. Sin embargo, familias han denunciado que la cifra puede no ser precisa.
A finales de 2023, el gobierno dio a conocer cambios en el RNPDNO que se tradujeron en la disminución del número de personas desaparecidas en México. Colectivos denunciaron que sus familiares habían sido eliminados del censo, a pesar de que aún no se les localizó.
En colaboración con la organización Data Cívica, pusieron a disposición la herramienta Volver a Desaparecer, donde se pueden buscar los nombres que ya no aparecían en la lista de diciembre-enero.
Diversos colectivos han emprendido iniciativas como la Jornada de Búsqueda Ajusco para que personas solidarias se sumen a ñas tareas de rastreo de personas desaparecidas.
Estudiantes como Pao, que cursa el sexto semestre de la licenciatura, se han sumado para aplicar los conocimientos adquiridos en sus clases en apoyo a las familias. Estudiantes de antropología física, psicología y comunicación se suman con madres, padres y familiares y cargan picos y palas para escarbar la tierra.
Mientras se llevaba a cabo la búsqueda, en la cocina del Albergue Alpino Ajusco la señora Claudia Sanroman y su esposo calentaban y preparaban los alimentos para recibir a las personas en su regreso.
Ambos buscan a Reyna Karina, su hija, desaparecida desde 2012 en el Estado de México. Tejiendo su pasión por “cocinar con el amor”, esperan con sus guisados para, dicen, “apapachar a quienes se suman a la brigada”.
Aquí un recorrido fotográfico de quienes luchan día con día por seguir las huellas de sus seres queridos hasta encontrarlos.

Con herramientas en mano, el tercer día de la Jornada Regional de Búsqueda Ajusco inició con una reunión para instruir en el uso del material, procurar cuidados con la fauna, y prevenir insolación. Esta fue la quinta brigada que el colectivo realiza en la zona.

Convocadas por el Colectivo Una Luz en el Camino, personas solidarias, especialistas forenses, familias y periodistas se trasladaron a pie hacia el polígono de búsqueda que correspondía ese día.

“Hay veces en las que no se trata con sensibilidad a las personas no identificadas, pero las desapariciones son urgentes, y si tengo las herramientas para apoyar a las familias, lo haré”, dijo Pao, estudiante de antropología física que se solidarizó en la búsqueda de restos óseos.

Mientras las personas llevaban a cabo la búsqueda, miembros de la Guardia Nacional y la Policía de Proximidad de la Ciudad de México observan el perímetro del polígono de búsqueda definido para la jornada.

Desde lo alto, trabajadores de la Comisión de Recursos Naturales (CORENA) ingresaron a terrenos de difícil acceso para apoyar en la búsqueda.

“Año con año, las madres nos solicitan apoyo, y con mucho gusto se los damos. Es nuestro trabajo apoyar a la gente retirando maleza y cuidándoles de las serpientes de cascabel para que sea posible la búsqueda”, dijo un integrante de la CORENA.

En caso de encontrar un indicio, las personas especializadas en ciencias forenses vigilan que las autoridades custodien correctamente el hallazgo.

Debido a la lluvia, la búsqueda se suspendió y todas las personas fueron transportadas al Albergue Alpino Ajusco. Un altar con velas, flores, fotos, y fichas de búsqueda de personas recibió a la brigada.

Desde la cocina, la familia de Reyna Karina Sanroman Aguilar, desaparecida desde 2012 en Tlalnepantla, Estado de México, se encargó, junto con miembros de la Comisión de Búsqueda, de preparar y calentar la comida para quienes apoyaron durante la jornada.

“Me levanto muy temprano para hacer de desayunar e ir a campo. Mi esposo se queda, pero a mi regreso me incorporo a servir la comida”, dijo Claudia Sanroman, mamá de Reyna Karina.

“El Colectivo Uniendo Esperanzas me abrió sus bracitos y ahora todas son como mis hermanas. Siempre nos ha gustado hacer de comer, y creo que hacerlo durante la búsqueda es una forma de apapacharlas a ellas y a quienes se unen a la brigada. Necesitamos ojos, manos, y mucha fuerza”, añadió.

Por el clima, la jornada terminó alrededor de las 3 de la tarde, cuando camiones de la Comisión de Búsqueda llevaron a la gente al metro. Antes de irse, las personas se sumaron al reporte de campo, dando a conocer sus hallazgos y las tareas que realizaron.