Los dos terremotos ocurridos el 19 de septiembre (1985 y 2017) no sólo dejaron más de 20 mil muertos en conjunto, sino un aprendizaje claro: México se ubica en una zona sísmica activa y peligrosa, así que la población debe estar preparada. El dolor y el recuerdo se transformó hoy en el simulacro nacional 2024.
El sismo de 1985, ocurrió con magnitud de 8.1 grados y dejó cerca de 20 mil personas fallecidas y centenares de inmuebles destruidos. Y 32 años después, el mismo 19 de septiembre pero de 2017, también cayeron decenas de construcciones y 369 personas fallecieron. Ahora, en 2024, en este simulacro se consideró un sismo hipotético de magnitud 7.5, con epicentro en Acapulco, Guerrero.
El alertamiento de esta práctica ocurrió en la zona del Océano Pacífico del país, así como en la Ciudad de México y el Valle de México, con la activación de los 14 mil 490 altavoces que integran el Sistema de alertamiento sísmico del país.
A las 11 de la mañana en punto, con el estruendoso sonar de la alarma sísmica, los habitantes de la Ciudad de México interrumpieron sus actividades en centros de trabajo, escuelas, hospitales y hogares, para resguardarse en un lugar seguro, como deberían hacerlo ante un terremoto real.
En el Zócalo Capitalino, elementos de Protección Civil confluyeron, coordinados y con todo su equipo, atendiendo la emergencia, como el Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas (ERUM), el Heroico cuerpo de bomberos de la CDMX, la SEDENA, Cruz Roja Mexicana y la Unidad K9 de la UNAM, entre autos volcados, personas heridas, y demás simulaciones de rescate, completaron el ejercicio.
En México, por sus características, en cualquier momento puede ocurrir un sismo de gran magnitud y afectar distintos estados, de allí que la cultura de seguridad se construye con la prevención y la participación de toda la población, que esta vez también se sumó.