El 19 de junio de 2021, como parte de las múltiples celebraciones del Orgullo LGBTTTIQA, cientos de manifestantes se unieron a la autodenominada “Marcha Lencha” en la Ciudad de México. Tras un año de protestas y eventos virtuales por el COVID-19, mujeres lesbianas, bisexuales, personas transexuales, no binaries o de género fluido, entre otras, salieron a las calles para visibilizar su existencia, exigir igualdad de derechos y justicia por los crímenes de odio perpetrados.
Una vendedora se instaló desde las diez de la mañana en la Glorieta de Insurgentes. Lleva cuatro tipos de banderas, todas coloridas; cada una representa a una parte del movimiento de la diversidad LGBT+. Mientras se apura a insertar los palitos de madera en el borde cosido de la tela, espera la salida de la “Marcha Lencha”: a lo largo de dos kilómetros, más de 200 personas se manifestarán pacíficamente.
“En la ‘Marcha Lencha’ usamos la palabra ‘lenchitudes’ para referirnos a las personas y a las experiencias que se asemejan a lo que es llamado ‘lencha’ por nuestra sociedad”. La vocera 一cabellera rojiza, pants negro, gorra anaranjada con blanco y letras negras que dicen “Staff Marcha Lencha”一 es una de las jóvenes de la comitiva organizadora.
La “Marcha Lencha” es una manifestación y una colectiva por sí misma. Aunque “lencha” es un término que se ha usado por décadas para referirse a ellas de forma despectiva, dicen que al apropiarse de la palabra le dan un nuevo significado: el de la inclusión.
一Anteriormente se han hecho grupos de marchas lésbicas, pero la “Marcha Lencha” es otro concepto porque somos totalmente transincluyentes.
A través del megáfono, la joven de cabello rojo explica que la marcha es transincluyente porque no sólo visibiliza la lucha histórica de mujeres lesbianas sino, también, la de personas bisexualas, pansexualas, sáficas (mujeres que aman a otras mujeres), mujeres cisgénero y transgénero y personas no binaries que exigen valores compartidos.
Las movilizaciones lésbicas comenzaron en 1976, después de la Primera Conferencia Mundial de la Mujer realizada en la Ciudad de México. La primera organización lésbica de México fue Ácratas, fundada por feministas como Marcela Olavarrieta y Yan María Yaoyólot, quienes intentaban posicionar el lesbianismo dentro del territorio político.
Pero esto, aseguran las organizadoras, es distinto.
“Esta no es la primera marcha lésbica porque no es una marcha lésbica. ¡Es la primera ‘Marcha Lencha’ en Ciudad de México!”, grita la misma joven. La multitud asiente.
Resistir desde la diversidad
En la entrada del Metrobús Insurgentes una mercadita cuelga su tendedero en espera de la movilización. Se acerca el mediodía. Llegan niñas, jóvenes, ancianas; sobresalen de los contingentes cabellos teñidos de rojo, verde, gris o morado. Transactivistas como Ophelia Pastrana acompañan la movilización.
A la una de la tarde, Fátima y Mariel, asistentes a la marcha, toman el megáfono y comienzan a narrar sus votos de amor, aquellos que leyeron cuando se casaron en septiembre del año pasado. No ocurrió en el Registro Civil: tomaron como testigas a otras mujeres para acuerpar su unión. Al terminar, ambas se abrazan y se besan. La audiencia grita y salta de emoción.
Pronto la alegría se convierte en llanto cuando una de las organizadoras de gorra blanca y anaranjada lee en voz alta algunos casos de víctimas de lesbofeminicidios ocurridos en México y en el mundo: Marbella Ibarra, Nancy Guadalupe, Eudy Simelane y Jessica Patricia González Tovar. Sus nombres resuenan en las inmediaciones de la Glorieta de Insurgentes.
La iniciativa de la agrupación “Marcha Lencha” surgió en febrero de 2020, a partir de conversaciones con un grupo de amigas, explica en entrevista la activista Miztli Leal, persona de género fluido, lesbiana política y madre de dos hijos.
La pandemia les había impedido manifestarse durante más de un año. En junio de 2020 realizaron una protesta virtual en Zoom e Instagram. También convocaron a las asistentes a que colgaran en sus ventanas banderas con franjas blancas y distintos tonos de rojo y rosa, que representan al movimiento lésbico.
Esta vez las banderas ondean por las calles.
Sobre Avenida Cuauhtémoc las participantes gritan consignas, caminan y bailan. La ruta trazada es larga: de la Glorieta de Insurgentes hasta las afueras del bar La Cañita, en la colonia Doctores. Por eso, muchas vienen en bici, patines, patinetas. En cada esquina se lanzan luces de bengala que cubren el cielo de humo rosa y morado. Caminan mujeres con hijas e hijos y uno que otro padre acompaña a sus hijas a la marcha.
一¡Con pucha o sin pucha, lesbianas en la lucha!
一¡Lesbianas contra la guerra, lesbianas contra el capital, lesbianas contra el racismo y el terrorismo neoliberal!
Igualdad en los derechos
La lluvia empapa a cientos de manifestantes que llegan a la explanada de la Dirección General de Registro Civil, en la Avenida Arcos de Belén, colonia Doctores, al sur del Centro Histórico. En la fachada exhibe la bandera arcoíris de la comunidad LGBT+. Llegadas las tres de la tarde y sin ningún incidente durante el trayecto, el contingente se detiene y Miztli Leal emite un pronunciamiento sobre la falta de reconocimiento legal de las “lesbomaternidades y familias diversas”.
一Demandamos reconocimiento legal como madres para ejercer guardia y custodia de nuestras hijas e hijos, aun cuando no seamos las gestantes. Que nuestros hijos e hijas puedan ser registrados y reconocidos dentro y fuera del matrimonio igualitario 一vocea otra de las asistentes.
La lesbomaternidad se define como la relación de dos o más mujeres que crían juntas a hijas o hijos. Además de ser invisibilizadas, las mujeres lésbicas enfrentan tratos discriminatorios que niegan el reconocimiento legal del que gozan las familias tradicionales.
No todos los estados de la República Mexicana permiten la adopción de niñes por parejas homoparentales. Además, al día de hoy, solo es legal Ciudad de México y 13 estados: Chihuahua, Coahuila, Aguascalientes, Hidalgo, Nayarit, Michoacán, Campeche, Veracruz, Colima, Morelos, Chiapas, Nayarit y Querétaro.
En 21 entidades del país es legal el matrimonio igualitario; el más reciente en aprobarlo fue Baja California. En el resto de las 11 entidades es posible por la vía del amparo; mientras que en Yucatán, el Congreso del estado ha votado dos veces en contra del matrimonio igualitario, por presiones de la Iglesia católica. Las mujeres que desean casarse deben viajar a lugares en donde sí lo es, “una especie de turismo de trámites”, define Mitztli Leal.
La Ciudad de México fue la primera entidad en reconocer el matrimonio igualitario, cuando en 2010 se reformó el artículo 146 del Código Civil. Desde su aprobación, y hasta el 14 de marzo de 2020, se han realizado 13 mil 134 matrimonios igualitarios. De ellos, 6,997 fueron parejas de hombres y 6,137 de mujeres, lo que representa apenas un 4% del total de casamientos en casi una década. Aunque ya está legislado en 18 estados, en la capital se celebra el mayor número de matrimonios igualitarios.
Resistencia y celebración, con música de fondo
El contingente avanza por Doctor Andrade hasta un escenario cubierto por una gran carpa blanca. Se escuchan gritos de alegría mientras suena “Atrás”, de Lido Pimienta, y “Vivo mi vida”, de Kysstal LMP. La primera “Marcha Lencha” culmina con música, poesía en voz alta y voguing.
El arcoíris está por todas partes. En una bandera que ondea desde una ventana, en una gorrra que recuerda que love is love o en un par de cubrebocas que se tocan en un beso pandémico. En el escenario las mujeres organizadoras abren la pista de baile e invitan a las asistentes a permanecer hasta el final para disfrutar de una velada juntas. Vecinos y vecinas observan con curiosidad los cuerpos danzantes con el que las mujeres de la diversidad resisten y celebran las ‘lenchitudes’, el “amor por las morras”, la libertad.