Cuando tenía 26 años, Araceli Bárcenas se rebeló contra aquellos que le habían dicho que ya era demasiado grande para comenzar una carrera profesional en la danza contemporánea. Ella decidió seguir su propio ritmo y comenzar un viaje para desarrollar su particular estilo dancístico. Así fue como creó una técnica que ahora comparte con otros, con aquellos que desean explorar el poder de bailar.
“Todos podemos danzar. El primer reto es encontrar nuestro propio ritmo”, dice Araceli Bárcenas. Para poder difundir esta máxima, la coreógrafa y bailarina escribió el libro La otra danza. Poder y magia del movimiento, editado por Ediciones del Lirio, en colaboración con la Subdirección General de Educación e Investigación Artísticas y la Academia de la Danza Mexicana.
Bárcenas relata de manera autobiográfica su encuentro con el movimiento. También invita a pensar la danza como un camino para encontrarse con uno mismo, con otros, con la ritualidad y lo colectivo. Además, reflexiona sobre preguntas que se ha hecho a lo largo de su carrera: ¿La danza ayuda a recuperar la unión con el alma? ¿Cuándo el movimiento se convierte en arte, expresión teatral y arte terapéutico?
En la contraportada del libro se explica que la obra “es un viaje a través del cual redescubrimos nuestra parte ancestral, nuestra memoria más profunda. Paso a paso, descubrimos que cuando danzamos no estamos solos, las raíces siempre nos acompañan, y el origen danza con nosotros”.

Reencontrarse con la danza
Desde niña, Bárcenas sintió una conexión especial con la danza. En su familia, mover el cuerpo al ritmo de la música era algo cotidiano. Miraba cómo su padre y sus tíos disfrutaban bailar danzón. Cuando tenía más de 20 años, intentó estudiar danza formalmente, pero fue rechazada por sobrepasar la edad requerida.
Ese rechazo “fue una sombra que por muchos años estuvo conmigo”, cuenta en entrevista.
En la danza, sobre todo en el ballet y la danza contemporánea, las exigencias académicas son rigurosas. Además de la edad, se exige tener ciertos cánones estéticos y anatómicos si se busca hacer una carrera profesional.
Bárcenas se encontró con esos ejes de exclusión que la hicieron dudar sobre su vocación. Por un tiempo, dejó a un lado la danza y decidió estudiar la carrera de Economía en la UNAM, pero el ritmo de su cuerpo la llamaba hacia otros espacios.
Con la rebeldía que se necesita para dejar todo y volver a empezar, la bailarina decidió que, aunque no estaba segura sobre cómo hacerlo, tenía que encontrarse con la danza.
“Me voy a estudiar danza a París. Ahí empieza el viaje”, recuerda. Primero se sumergió en la danza contemporánea, pero este estilo le pareció demasiado abstracto, “no me pertenecía”.

Danza que explora en los orígenes
Para encontrar su propio ritmo, Bárcenas investigó en otras formas de baile. Viajó a diferentes geografías, una de ellas fue Cuba. Ahí conoció aún más las danzas afroantillanas y se adentró al estudio antropológico del baile y lo colectivo.
“Empecé a entender los rituales. Más que entender, a sentirlos y vivirlos, a mirarlos. Me dije: ‘Es que esto no se tiene que alejar de la danza contemporánea o cualquier danza’. El ritual tiene que estar, porque el ritual te conecta con la sacralidad”.
Fue ese regreso a los orígenes del movimiento, a lo ritual, lo que le permitió desarrollar su propuesta: la danza teatro de los orígenes. En ella, Bárcenas propone entender el propio cuerpo danzante, pero a través del contacto con el otro.
La danza, dice, despierta en los cuerpos algo muy poderoso. Puede llegar a ser una herramienta que ayuda a recuperar la unión con el alma.

Bárcenas fundó la Scuola Danza e Teatro delle Origini (Escuela Danza Teatro de los orígenes), en Florencia, Italia. Y en 2016, creó el proyecto DanzAra, con el cual ha realizado varias producciones.
La bailarina realiza talleres en donde comparte su búsqueda y empeño por tener una danza para todas y todos, una expresión en donde infancias, juventudes y personas adultas encuentren su propio ritmo y conecten con el ritmo de otros.
“Yo viví lo que es ser excluida en la danza y eso quiero revertirlo. Por eso, digo: todos podemos danzar… Considero que todas las personas tienen el llamado a expresarse a través de su cuerpo, ya que es un instrumento con el que vivimos”, explica.

Bárcenas fundó la Scuola Danza e Teatro delle Origini (Escuela Danza Teatro de los orígenes), en Florencia, Italia. Y en 2016, creó el proyecto DanzAra, con el cual ha realizado varias producciones.
La bailarina realiza talleres en donde comparte su búsqueda y empeño por tener una danza para todas y todos, una expresión en donde infancias, juventudes y personas adultas encuentren su propio ritmo y conecten con el ritmo de otros.
“Yo viví lo que es ser excluida en la danza y eso quiero revertirlo. Por eso, digo: todos podemos danzar… Considero que todas las personas tienen el llamado a expresarse a través de su cuerpo, ya que es un instrumento con el que vivimos”, explica.
