2 de junio de 2020. En el video se ve a las dos mujeres salir del bar Jardín a las 2:27 de la madrugada del viernes 2 de junio de 2018. Una de ellas es Pamela Terán Pineda, de 29 años. La otra es María del Sol Cruz Jarquín, de 27. Detrás de ellas camina José Eduardo “N”, quien les coloca las manos sobre la espalda. Los tres –y otro joven más que se ha ido cinco minutos antes— han pasado la velada conversando y tomando cerveza en este bar de Juchitán. Los tres han trabajado juntos los últimos días. Pamela está en campaña, es candidata a concejala, Sol es fotógrafa y videasta y trabaja en el gobierno de Oaxaca. La han asignado a cubrir y registrar los movimientos del candidato a alcalde Hageo Montero.
El video continúa: Después de que José Eduardo les ha puesto las manos salen de cuadro. Pero el video de la cámara de seguridad registra algo más: ocho segundos de polvo, polvo que choca contra la luz en silencio –no hay sonido– y después una aparente calma. En esos ocho segundos un comando acribilló a Pamela y a María del Sol, y mató también a Adelfo Guerra, el chofer de Pamela, que las esperaba en una camioneta. El cuerpo de María del Sol recibió 13 impactos de bala que destrozaron sus órganos internos, brazos, piernas, y le causaron muerte cerebral. José Eduardo, a 50 centímetros de las balas, salió ileso de la masacre.
Este 2 de junio se cumplen dos años del triple asesinato. Desde entonces la madre de María del Sol, la periodista Soledad Jarquín, ha centrado su vida en la búsqueda de justicia para su hija María del Sol, que sigue en la impunidad. La masacre destapó una trama de corrupción, desvío de recursos públicos para campañas electorales y encubrimiento sistemático, como lo expresa Soledad Jarquín, madre de María del Sol, en una entrevista con Corriente Alterna.
El Istmo de viento
Cuando ocurrió el crimen, Juchitán era una de las ciudades más violentas de México, y hasta la fecha el Istmo es la región más insegura de Oaxaca. También es la región más rica en energía eólica del país. En el Istmo de Tehuantepec la velocidad media de los vientos es de 10 metros por segundo (con 6.5 es rentable instalar un aerogenerador); y al día de hoy han instalado ahí unos mil 223 aerogeneradores.
Soledad Jarquín, madre de María del Sol, lo ha explicado en diversos momentos, el municipio del Istmo de Tehuantepec sufre de violencia desde hace más de 10 años, y esto es producto de los intereses económicos de la energía del viento.
Y en este aspecto, Pamela Terán, la candidata, era un personaje clave y complejo.
Pamela, entre su padre y la política
Pamela Terán era hija de Juan Terán, nombrado en algunos medios como “El Chapo del Istmo”, preso desde el 19 de abril de 2017, acusado de delitos contra la salud y portación de arma de fuego.
Sin embargo, Pamela ya tenía una trayectoria propia. Fue candidata independiente a alcaldesa de Juchitán y quedó en segundo lugar. Aunque no ganó la elección, obtuvo votos suficientes para ocupar la regiduría de Energías Renovables, creada ex profeso para ella. Durante ese tiempo recibió amenazas. Ella se opuso a varias plantas eólicas. Era una política popular, gracias a gestiones que realizaba a través de su Fundación y la Organización Juchitán Despierta.
En 2018 se sumó a la planilla del PRI, el PVEM y Nueva Alianza, que encabezó Hageo Montero, quien pertenece también a una familia poderosa en Oaxaca: es hijo de Porfirio Montero, un político vinculado al ex gobernador José Murat –padre del actual gobernador Alejandro Murat–– y líder de la Unión de Propietarios de Energías Renovables del Istmo (UPERI), que agrupa a terratenientes que rentan sus tierras a compañías eólicas, la mayoría de capital extranjero.
El delito electoral
Hageo Montero tenía otro hermano poderoso: Francisco Javier Montero, titular de la Secretaría de Asuntos Indígenas del gobierno de Oaxaca. María del Sol Cruz Jarquín trabajaba en esa dependencia como jefa del departamento de Comunicación Intercultural Indígena. Después de la Semana Santa de 2018 los subdirectores –no incluía a María del Sol– dejaron de recibir sus bonos porque se destinarían a la campaña del hermano de su jefe. En una reunión María del Sol recibió una orden: debía instalarse en Juchitán para apoyar la campaña electoral de Hageo Montero. Ella al principio se negó. “Si no vas, entonces dejas el trabajo”, recibió como respuesta, y optó por mantener su empleo. Se instaló en el hotel Santo Domingo del Sur y se dedicó a hacer la propaganda (camisas, gorras) y a tomar fotos y a promover a Hageo Montero en redes sociales.
El equipo era parte de su cuerpo
Desde que era niña María del Sol Cruz Jarquín quería dedicarse al cine y la fotografía. Su madre no tenía dinero para pagar una escuela pero María del Sol no se amilanó. Buscó opciones y optó por el Centro de Artes Audiovisuales de Guadalajara. Hizo diversos trabajos para pagar la colegiatura y se mudó a Jalisco a vivir con parientes. Al terminar la carrera regresó a Oaxaca. Pero como muchos jóvenes profesionistas no encontró trabajo. Para generar ingresos cubrió bodas y fiestas de XV años con una cámara que Soledad le había regalado en la adolescencia. Se compró más equipo: una cámara y computadora, que siempre llevaba consigo. “Su equipo era parte de su cuerpo”, recuerda Soledad Jarquín. Publicaba también en Las Caracolas, un sitio web que dirigía Soledad. En diciembre de 2017 le ofrecieron el que parecía el trabajo soñado: llevar la comunicación de la Secretaría de Asuntos Indígenas. Y le gustaba mucho, pero a los pocos meses ya estaba cubriendo la campaña de Hageo Montero.
El último día
El primero de junio de 2018 María del Sol cubrió los actos de campaña de Hageo Montero en La Venta y La Ventosa, dos comunidades de Juchitán con parques eólicos. Fue al hotel a dejar su equipo y procesar su información. Trabajó desde el área de la alberca, quizá el más fresco para una ciudad que alcanza los 40 grados en verano. Era viernes y quería relajarse. Fue a cenar con otros dos trabajadores de la campaña, José Eduardo y Jehú, que era además sobrino de Hageo Montero. Pamela Terán se sumó y se la siguieron en el Bar Jardín, uno de los más concurridos de la ciudad. Los testigos recuerdan que se la pasaron bien, rieron, convivieron. Jehú empezó a recibir llamadas en la madrugada. Se disculpó porque tenía que irse de inmediato pues, dijo, lo llamaba su mamá, y pagó la cuenta. Cinco minutos después María del Sol, Pamela y José Eduardo salieron a la calle, José Eduardo les puso las manos sobre la espalda y se desató la masacre.
Pocas horas después del crimen, ya en la mañana, un empleado de la SAI se presentó en el hotel Santo Domingo del Sur. Dejó su credencial en la recepción e ingresó a la habitación de María del Sol. Se llevó las cámaras y computadoras donde estaba el registro fotográfico y documental que demostraba que María del Sol, empleada del gobierno, trabajaba en realidad para una campaña política. Ese empleado trabajó en la SAI hasta fines de 2018 pero no fue requerido por las autoridades. Nunca declaró, y ahora está ilocalizable. Además del robo del equipo, con esa información se habría probado sin mayor trámite el delito electoral.
Hageo Montero perdió las elecciones ante Emilio Montero (no son parientes), candidato de Morena, pero se quedó como regidor en el ayuntamiento de Juchitán. Curiosamente obtuvo la regiduría de energías renovables, relacionada con la operación de las empresas eólicas.
Sin culpables
En septiembre de 2018 se detuvo a Jehú “n” pero salió libre semanas después, porque el juez no encontró elementos para vincularlo a proceso. En 2019 se detuvo a José Eduardo “n” y el 2 de junio de 2019, primer aniversario de la masacre, se le vinculó a proceso como probable copartícipe. A un año, sin embargo, no hay ningún otro presunto responsable detenido. El proceso de José Eduardo está estancado. Por fallas técnicas de la fiscalía no se habían llevado a cabo audiencias intermedias. Después se suspendieron los actos judiciales por la contingencia sanitaria derivada de la pandemia por el nuevo coronavirus.
Uno de los obstáculos para llevar a cabo audiencias intermedias en el proceso a José Eduardo fue la ausencia de familiares de Pamela Terán. Simplemente no se presentaron. Una prima suya, Samara Terán, asumió la regiduría que le hubiera tocado a Pamela. El cenotafio que está afuera del bar Jardín en Juchitán, dedicado a las tres víctimas de la masacre, siempre tiene flores, en especial el nicho dedicado a Pamela. Pero sus familiares nunca fueron a las audiencias ni nombraron representantes.
Francisco Javier Montero renunció a la SAI. Hageo Montero fue castigado con una multa de 90 mil pesos. Sin embargo, según Soledad Jarquín, no había pagado la multa porque las autoridades no lo encontraban en su domicilio (aunque era localizable en las oficinas del cabildo de Juchitán). La última noticia que recibió Jarquín fue que Juan Terán había pedido su derecho a acudir a las audiencias del proceso de su hija. Al no tener sentencia todavía, tiene derecho a estar presente una vez que se restablezca la operación del poder judicial.
Soledad Jarquín: “El papá quiere estar presente en esa audiencia intermedia. Entonces hay que movilizar a dos detenidos, por un lado a José Eduardo “n” y por el otro a Juan Terán. Entonces yo digo ‘¿cómo nos vamos a sentar todos y todas las personas juntas? Eso me vuelve a poner otra vez en riesgo porque se le achacan más o menos 40 crímenes a este señor. Y yo me voy a tener que sentar junto con él en una audiencia”.
La investigación, plagada de irregularidades, no consideró investigar el caso con perspectiva de género, ignorando las determinaciones jurídicas nacionales establecidas tras la sentencia de Mariana Lima Buendía. Para Soledad, tipificar el caso como feminicidio no debería tratarse de una lista de requisitos a cumplir, para ella y su equipo de abogadas “es una posición política el no reconocer la posibilidad de un feminicidio, y no jurídica como asume la fiscalía”. Gran parte de la aportación de pruebas a las carpetas de investigación, han sido producto del trabajo de Soledad. El apoyo legal y emocional que ha obtenido esta definido, a su vez, por el soporte de mujeres: “Estos dos años yo he caminado a lado de muchas personas, principalmente mujeres quienes me han ayudado, acompañado y me han cobijado para ser fuerte y soportar lo que ha sido esta terrible condición en la que estoy ahora”, cuenta Soledad.
Además de José Eduardo no hay ningún otro detenido, ni material ni intelectual, por la masacre de María del Sol, Pamela y Adelfo. El proceso electoral de 2018 fue el más violento de la historia mexicana. Y en particular lastimó a las mujeres. Diecisiete mujeres aspirantes a ocupar un cargo de elección popular fueron asesinadas, antes, durante o un mes después de la jornada.
Y a dos años Soledad Jarquín sigue exigiendo justicia. En este segundo aniversario impulsa la campaña #JusticiaParaSol. En la denuncia pública afirma: “el actuar de la Fiscalía General de Oaxaca, en complicidad con el gobierno del Estado, ha sido en el sentido de dilatar y obstaculizar las investigaciones para encubrir a los responsables y no tocar intereses de actores con elevado poder político y económico”.