En México hay un rezago en la detección temprana del cáncer de mama, la tercera causa de muerte por enfermedad. Cuando se llega al tratamiento, el cáncer suele estar avanzado y es más difícil de combatir y más caro de tratar.
En 2014 le dijeron que eran quistes de grasa. Ella había detectado unos pequeños bultos en su seno. “Comenzaba a sumirse mi pezón, el volumen de un seno era más grande que el otro”. Y aunque los médicos diagnosticaron que no era grave, los síntomas, los mismos que advierten las campañas para prevenir el cáncer de mama, estaban allí.
–Para mí, algo no estaba bien.
Noemí Enríquez, panadera y ama de casa de 49 años, comenzó a hacerse estudios de rutina cada año desde 2014. Pero en 2020, debido a la pandemia, no pudo realizarlos. Luego de sufrir un accidente donde se golpeó el seno, volvió a hacerse una cascada de estudios. Recibió el diagnóstico en mayo de 2021: cáncer de mama en segunda etapa.
Noemí no fue el único caso: miles de mujeres no pudieron realizar sus estudios de detección durante 2020.
El cáncer de mama es el más habitual, representa la tercera causa de muerte por padecimientos en México, sólo detrás de las enfermedades del corazón y la diabetes. El Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIB) de la UNAM estima que cada dos horas muere una persona por esta enfermedad; de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en 2020 fallecieron 7,821 mujeres y 58 hombres.
Jaime Tamez, cirujano especialista del Centro de Cáncer de Mama del Hospital Zambrano Hellion (o TecSalud, un hospital privado de San Pedro Garza García, Nuevo León), afirma que en México no existe un programa de control de la enfermedad que haya tenido un impacto real en la mortalidad, a pesar de que en los últimos años se han difundido campañas de prevención sobre el cáncer de mama.
—A la mayoría de las pacientes las estamos diagnosticando cuando ya tienen un síntoma; entonces, ya es una etapa avanzada.
Los últimos datos del Inegi, dados a conocer en el marco del Día Mundial de la Lucha Contra el Cáncer de Mama (19 de octubre), confirman lo dicho por el médico. En 2020 la tasa de mortalidad por esta enfermedad fue de 17.94 defunciones por cada 100 mil mujeres de 20 años y más, cuando en 2019 fue de 17.19. Este dato confirma que, desde 1980, se registra una tendencia al alza en la mortalidad por este cáncer en México.
El gobierno federal considera que el aumento de mortalidad se explica por una mayor incidencia de la enfermedad, dado que las personas viven más años y tienen un estilo de vida sedentario. El Inegi agrega, por su parte, que hay más estudios de detección de cáncer de mama. Sin embargo, el Instituto Nacional de Salud Pública admite que “el número de muertes ha aumentado de forma alarmante, principalmente, por el retraso en el inicio del tratamiento”, ya sea porque la paciente tarda en buscar atención médica o “por la demora en el sistema de salud, particularmente al dar el diagnóstico definitivo”.
El doctor Tamez explica que, desde los primeros síntomas hasta el diagnóstico, pasan aproximadamente cinco meses. Medio año es tiempo suficiente para que el cáncer se desarrolle rápidamente, como le sucedió a Noemí; por lo que un mal diagnóstico temprano puede tener consecuencias fatales.
La pandemia afectó las detecciones oportunas
En contraste con 2019, entre marzo y agosto de 2020 se registró una caída de 60.4% en la realización de tamizajes de mastografías —estudios de rayos X en el tejido de los senos— en las Unidades de Especialidades Médicas dedicadas al Cáncer de Mama (Uneme Dedicam). Lo anterior, según la información preliminar del Subsistema de Servicios Otorgados de la Secretaría de Salud analizada por Corriente Alterna.
En esos seis meses, mientras se alcanzaba el pico de casos de covid-19 de la primera ola de la pandemia, se hicieron apenas 12,287 mastografías, cuando en el mismo periodo del año anterior fueron 31,096. También hubo 24.2% menos consultas de “primera vez” para cáncer de mama en las Uneme Dedicam y 22.36% menos consultas subsecuentes.
De acuerdo con una encuesta de Fundación Avon realizada en México, Argentina, Chile, Colombia, Ecuador y Perú, siete de cada 10 encuestadas no acudieron a consulta médica en 2020 para la detección de cáncer de mama y más de 50% dijo que el covid-19 fue la causa.
El informe Cáncer y desigualdades sociales en México 2020, de El Colegio de México, expone que la realización de mastografías puede disminuir la mortalidad anual en hasta 21% gracias a la detección oportuna. El problema es que, en México, las detecciones de este cáncer se hacen de manera tardía: sólo 23.5% en etapa cero y etapa uno.
El cáncer no se previene, pero sí puede detectarse
El cáncer no se puede “prevenir”, sentencia el doctor Tamez. La Sociedad Americana de Cáncer señala que aún se desconoce, exactamente, por qué hay células que de pronto se vuelven cancerosas. Así que el diagnóstico temprano hace la diferencia.
A sus 47 años, Blanca Sánchez fue diagnosticada con cáncer de mama en etapa dos. Recuerda que durante los primeros meses de 2018 comenzó sentirse muy cansada y perdió peso.
–Acababa de fallecer mi esposo de cáncer de próstata, seis meses antes. Entonces dije: “A lo mejor estoy bajando de peso porque es normal”. Pero, no. Yo sentía que algo no estaba bien.
Sus primeras sospechas de cáncer surgieron en 2016, cuando notó pequeños bultos en su seno derecho.
–Era el Día Internacional de la Mujer. Fuimos a la alcaldía Álvaro Obregón y ahí nos invitaron a hacernos el estudio, arriba de un camión –recuerda.
Los médicos le dijeron que todo estaba bien, que sus bultos sólo eran calcificaciones –depósitos de calcio en el tejido mamario–, no tumores.
No volvió a prestar atención a las señales de alerta hasta que las sospechas volvieron en mayo de 2018. Blanca solicitó una mastografía en la Clínica de Medicina Familiar Revolución del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE), en la alcaldía Benito Juárez. Sin embargo, la doctora que la atendió se la negó bajo el argumento de que era un estudio caro y que “no nada más lo mandaría a hacer porque ella lo solicitaba”.
Finalmente, pudo acceder a un ultrasonido en el Hospital Adolfo López Mateos, del ISSSTE, en la alcaldía Álvaro Obregón. La especialista que la revisó le dijo que debía sacar una cita en su clínica para que le hicieran una biopsia, pues posiblemente se trataba de cáncer. También le comentó que las personas que revisaron su estudio en 2016 no supieron interpretar las señales.
–Desde ese entonces yo ya tenía que haber ido con un oncólogo –cuenta Blanca, hoy recuperada de cáncer después de someterse a una mastectomía, ocho quimioterapias y 25 radioterapias por las que “tuve que pelear”.
El riesgo de padecer cáncer puede detectarse
Para Valeria Teoyot, el cáncer de mama es un tema presente desde su infancia: su madre, su abuela y su tía lo padecieron.
–Además de mi abuela, dos de sus cinco hijas tuvieron cáncer; una falleció. Muchas mujeres han muerto por cáncer de mama en mi familia.
Dione Aguilar, médica genetista y coordinadora del programa de Cáncer Hereditario en el Centro de Cáncer de Mama de TecSalud, explica que el cáncer no se hereda; lo que se hereda son las mutaciones en los genes con la predisposición a desarrollar cáncer.
El cáncer hereditario se presenta debido a las mutaciones en los “genes supresores de tumores”. Estos genes evitan la formación de tumores, pero, cuando no funcionan adecuadamente, favorecen su aparición.
—Los genes son como instrucciones para que nuestro cuerpo funcione adecuadamente. Si esas instrucciones tienen un “error de ortografía”, por decirlo de alguna forma, no van a ayudar a suprimir el desarrollo de tumores.
La madre de Valeria recibió el diagnóstico de cáncer de mama en 2011. Se sometió a ocho sesiones de quimioterapia, 35 radioterapias y una mastectomía. Nueve años después, detectó otro bulto en su mama derecha y necesitó un nuevo tratamiento.
Dados los antecedentes familiares, a la mamá de Valeria le hicieron una prueba genética en el Centro Oncológico Estatal del Gobierno del Estado de México, en Toluca, un centro para los servidores públicos municipales de esa entidad. Los resultados fueron negativos: no había heredado las mutaciones de esos genes.
Aunque se puede desarrollar cáncer de mama sin tener factores genéticos relacionados, los estudios genéticos podrían ser clave para la detección oportuna. “Saber si tiene o no la mutación [es vital] para implementar las estrategias de vigilancia adecuadas para su nivel de riesgo”, añade Aguilar.
El problema es que este tipo de pruebas genéticas no son muy accesibles ni baratas.
En algunas clínicas privadas se realizan pruebas de ADN, a partir de saliva, para detectar alteraciones en los genes BRCA1 y BRCA2 –vinculados en la mitad de los casos de cáncer hereditario–, aunque el costo del estudio ronda los 35 mil pesos.
En instituciones públicas, como el IMSS, las guías de diagnóstico y tratamiento de cáncer de mama hacen énfasis en la necesidad de diagnosticar y curar la enfermedad. No obstante, conocer previamente las posibilidades de desarrollar cáncer sigue siendo un lujo. En caso de que existan antecedentes familiares, el IMSS sí recomienda una prueba genética “si se cuenta con los recursos”. Sin embargo, de acuerdo con la doctora Aguilar, la orden tendría que ser indicada por un médico genetista y, según un artículo de la Revista Médica del IMSS publicado en 2020, en México apenas hay un genetista por cada medio millón de habitantes y una consulta en el sector público demora “de semanas a más de un año”.
Frente al alto costo de las pruebas genéticas y su poca accesibilidad en el país, la doctora Aguilar recomienda conocer los antecedentes familiares. “Un integrante de la familia con cáncer de mama puede marcar la diferencia en las siguientes generaciones, tanto para un diagnóstico oportuno como para la prevención”.
Más que campañas de prevención, mejores diagnósticos
Sin el diagnóstico médico, las personas con cáncer de mama no pueden acceder al tratamiento, lo que conlleva a un desgaste físico y emocional.
Noemí Enríquez –la panadera y ama de casa– recibió una quimioterapia incompleta y tuvo que conseguir por su cuenta la ciclofosfamida, una medicina que cuesta 5 mil pesos. También dice que se negaron a revisar una tomografía decisiva para su mastectomía: “¿Y ese estudio quién se lo mandó? Eso, para mí, no sirve de nada”, le dijo un doctor en el ISSSTE.
Al final, ella y su familia vendieron dos de sus autos y recurrieron a una clínica privada: gastó casi 120 mil pesos entre la mastografía, la mastectomía, estudios de laboratorio, ultrasonidos y medicamentos.
–El dinero se acaba y la enfermedad sigue, la incertidumbre sigue –dice la mujer que vive en la alcaldía Iztapalapa.
Según el citado informe del Colmex, el gasto de un paciente con cáncer de mama puede ir de los 50 mil a los 110 mil pesos. Aunque el Inegi indica que contar con servicio médico “permite afrontar de mejor manera la atención de esta enfermedad”, casos como el de Noemí ilustran por qué las y los derechohabientes se ven obligados a recurrir a servicios privados.
No sólo eso. La detección tardía también afecta las finanzas públicas: entre más avanzado es el cáncer, más costosos serán los estudios y el tratamiento. En un artículo publicado entre julio y agosto de 2021 en la revista Salud Pública de México, tres investigadoras calcularon que, solo en el ISSSTE, el costo anual de los tratamientos para el cáncer de mama en 2017 fue de 21,470 millones de pesos, equivalente a 3.8% de su presupuesto anual; 70% de estos recursos se destinaron a la atención de pacientes en fases avanzadas (tres y cuatro) y 25% a la fase dos.
“Impulsar la detección temprana puede reducir significativamente los costos, ya que los estadios tardíos son los más caros, con efectos importantes en la mejora de la sobrevida y calidad de vida”, apuntan los investigadoras.
El doctor Jaime Tamez opina que las carencias del sistema de salud público alargan los procesos de diagnóstico y de tratamiento: esto compromete vidas. “México es un país de contrastes, donde no toda la gente tiene acceso a un diagnóstico oportuno y a tratamientos innovadores”, concluye.
Cada octubre, en todo el mundo, se conmemora el mes de sensibilización del cáncer de mama. En México, empresas e instituciones públicas de salud impulsan campañas sobre la prevención de este padecimiento.
–Está muy bien que hagan campañas; pero que, a la hora de revisar los estudios, lo hagan bien; que pongan a personas capaces a leer los resultados de los estudios para que no les pase lo que a mí o a mi esposo –reclama Blanca Sánchez.
Noemí también es crítica sobre algunas acciones en este mes de sensibilización:
–Lo veo y siento como una forma hipócrita de decir “estoy ayudando”. Yo preferiría que, en lugar de gastar en listoncitos o volantes, nos apoyaran para que tengamos nuestros tratamientos. ¿De qué sirve tanto ruido si no me das el medicamento?