“Hubo una noche en que dije voy a intentar hasta que acabe, y literal me amanecí”, dice Amapola: quien nos habla sobre la anorgasmia.
El camino hacia el orgasmo va de la mano con muchas situaciones por resolver, como el no autocastigarse. “Eventualmente dije: ‘bueno, igual y lo mejor sería simplemente dejar que fluyan las cosas, si se va a dar, pues se dará y si no, pues no me tengo que sentir mal al respecto”.
El placer es una sensación natural humana, de disfrute. Hay distintas maneras de encontrar esta gratificación y una de ellas es el acto sexual, pero ¿qué pasa con las mujeres que son incapaces de alcanzar un orgasmo?
Pero aclaremos: ¿qué es el orgasmo y anorgasmia?
Para Orquídea es una sensación expansiva. “Cómo olas por el cuerpo. Me nubla un poco la visión, se tiene muchas sensaciones a nivel corporal, de la piel y eso: se me pone la piel chinita”.
Amapola dice que es el punto clímax del placer sexual. Y Flor, que es un momento de éxtasis, “donde te vas”.
El orgasmo femenino es descrito por Daniela Navarrete, psicóloga y sexóloga, como breves contracciones musculares pélvicas involuntarias, que son una respuesta sexual fisiológica humana. “Implica algo subjetivo porque se puede llegar a él con diversos estímulos sexuales y porque no todas disfrutan de lo mismo”.
“El mundo divide a las mujeres entre las que sí tienen orgasmos y las que no; y entre las que dicen que los tienen y las que confiesan que no”, dice Orquídea.
La anorgasmia, en contraposición, es la ausencia de este placer generado por la liberación de tensión. Depende de cada caso para designar a este malestar como disfunción sexual. Orquídea dice que, para lograr el orgasmo, ella necesita “estar abajo” y sentir presión en su clítoris. “De lo contrario no tendré suficiente estimulación y no voy a tener orgasmos, yo el orgasmo vaginal nunca lo he experimentado”, cuenta.
“El orgasmo no es el fin último de la relación sexual”, opina Brisa Armenta, psicóloga y sexóloga.
En una encuesta realizada por la Asociación Mexicana para la Salud Sexual en 2017, a la pregunta de “en las relaciones sexuales en las que no alcanza el orgasmo, ¿qué tan satisfecho/a queda usted?”, el 100 por ciento de los hombres contestó que poco satisfechos y el 38.46 por ciento de las mujeres respondió que bastante satisfechas.
Petunia es una mujer que ha asistido a terapia, con una psicóloga y sexóloga, después de que en su última relación se le dificultó, en repetidas ocasiones, llegar al orgasmo. Esto fue diferente para ella, pues en relaciones anteriores no había tenido esta dificultad. “Aprendí que, pues, no debería ser como que el objetivo principal porque es como ir con una expectativa del momento y esto de cierta manera puede ser más que otra cosa, una limitante para el momento”.
Amapola dice que también ha vivido esta obsesión por alcanzar la ‘vanagloriada’ meta del orgasmo, por lo que decidió enfocarse más en el trayecto y liberarse de la presión. “Siento que eso me ha ayudado a que incluso si al final siento que no llegue como a nada concreto que al menos disfruté lo anterior”.
La anorgasmia no es considerada enfermedad, sino disfunción, esto quiere decir que solo es un problema si genera un malestar para la mujer, ya sea: físico (por el dolor a la hora de la relación sexual), psicológico (por la falta de placer, la obsesión, la ansiedad, el estrés, el daño a la autoestima, entre otras sintomatologías que pueda crear), o relacional (que crea conflicto con la pareja).
Esta falta de placer o dolor debe estar presente por al menos dos meses, explica la sexóloga Daniela Navarrete. “Hay personas que no tienen orgasmos, pero se sienten bien: cómodas con ello, les gustó, o decidieron no tener el orgasmo”
.¿Es beneficioso fingir el orgasmo?
La anorgasmia puede ser una consecuencia de la estigmatización del placer de la mujer. Este estigma se deriva de otros problemas como la comparación con otros cuerpos; la moral aprendida desde la infancia y la culpa; la idealización de la pornografía; el fingir orgasmos; entre otras reacciones a la reprobación (moral) del placer femenino.
Una encuesta realizada en 2021 por Gleeden, una app de encuentros extraconyugales, reveló que al menos el 40 por ciento de las mujeres han fingido la mitad de las veces un orgasmo luego de tener relaciones sexuales. Todas pueden fingir orgasmos (aun sin ser anorgásmicas), es decisión suya plantarle cara al placer. Pero las mujeres con anorgasmia que fingen el orgasmo solo están ignorando el problema.
Al respecto, Amapola reflexiona que eso ya no lo haría: “Intento pensar que ahorita he madurado sexualmente lo suficiente para decirme que mi placer importa tanto como el de mi pareja”, dice Amapola, sin embargo, en la misma encuesta apunta que la mitad de las mujeres que confesaron fingir sus orgasmos, dijeron que lo hacen porque su pareja es impaciente y la otra mitad lo atribuyeron a terminar rápido el acto sexual.
Para Valeriana, mujer joven de veinte años, ha sido difícil encontrar alguien con quien coincidir sexualmente, pues algunas de las personas con las que se ha relacionado “no saben tocar y llega un punto en que te duele, o estás cansada y ya no quieres seguir y la otra persona está como que te suceda a ti también”.
Orquídea, dice que a sus 50 años ha parado de fingir orgasmos para no ofender al otro o dejar al hombre feliz con su propio ego. Cuenta que ha comenzado a buscar su placer con la autoexploración. “Desde hace algunos años ya no finjo ningún orgasmo, si no voy a tener un orgasmo, pues no lo tengo; si mi pareja puede tenerlo, bien por él y a veces tengo varios orgasmos en un mismo momento, en una misma relación (2 o hasta 3)”, cuenta.
No fingir el orgasmo es necesario para quitarle el estigma, incluir el tema en la conversación y solucionar este problema que involucra al 50% de la población. Una vez que se libera a la mujer de la presión por satisfacer al otro, por gemir y venirse de manera ‘perfecta’ es que ellas pueden comenzar a buscar su camino hacia el placer.
Buscar a una experta es el mejor camino
Al igual que las múltiples formas que existen para encontrar un orgasmo, también hay múltiples razones por las que no se pueden tener. En palabras de la sexóloga Brisa Armenta, los tipos de anorgasmia son: permanente, cuando nunca se ha experimentado un orgasmo; adquirida, si en algún momento dejaste de experimentarlo; circunstancial, cuando solo tienes problemas para llegar al orgasmo en determinadas situaciones, estímulos o parejas; y generalizada, cuando tienes problemas para alcanzarlo en cualquier situación.
Después de que la o el especialista encuentra el tipo de anorgasmia que se tiene, se debe buscar el origen: biológico/médico, social, psicológico o relacional. En primer lugar, está el biológico.
Navarrete explica que ocurre cuando los medicamentos generan alguna alteración hormonal, como los antidepresivos, que disminuyen la líbido.
En el psicológico interviene la autoexigencia, por verse perfecta, por complacer al otro; las preocupaciones; pero también el trauma y el duelo. “Imagínate que el primer encuentro erótico que tenemos no fuera con consentimiento”, resalta Armenta, “y el trauma a veces nos lleva un poquito más de tiempo resolverlo para volver a conectar con nuestro cuerpo”.
Otro de los orígenes es el social, que tiene que ver más con un asunto educativo: cómo se enseña a las mujeres a vivir su sexualidad desde niñas. “A las mujeres nos dicen: ‘no te toques, no seas cochina’. Que el placer no es para las mujeres, la sexualidad es solo para la reproducción”, dice Navarrete.
Las exigencias por el rol asignado históricamente a las mujeres también influye. Navarrete explica que en terapia se hace la deconstrucción de los aprendizajes que afectan a la mujer. “Estamos dependiendo de que sea la otra persona quien nos da el placer, y no estamos siendo sujetas de nuestro propio placer”,.
En la misma encuesta de Gleeden, 67 por ciento de las mujeres dijeron que nunca hablan sobre sexo y autoestimulación con sus amigas o familia.
Amapola habla de su experiencia personal con la masturbación y la obsesión por alcanzar el orgasmo. La frustración y la obsesión distraen del aquí y el ahora del placer. “Ni siquiera me concentraba como ‘voy a hacerlo por disfrutarlo’ sino simplemente por llegar a la meta, y siento que eso terminó por perjudicarme todavía más. Sentía que era como una carrera contra mí misma en vez de algo que estaba haciendo para mí misma”, dice la mujer.
La sexóloga Brisa Armenta dice que primero se debe trabajar con la reconexión con el cuerpo, “porque el orgasmo no solo viene de la vagina”. También el amor propio, la autoestima. Cuenta que ella Imparte clases de técnicas con herramientas, juguetes sexuales, masturbación, e incluso ”podemos hablar de opciones sexuales como sexo casual, o por videollamada”.
¿La disfunción es mía o de mi pareja?
Otro de los orígenes de la anorgasmia es el relacional o de pareja. En principio, menciona Navarrete, por las inseguridades que pueda haber en el contexto de la relación, infidelidades, soledad, cansancio, falta de apoyo. Pero también están los cuestionamientos sobre el placer: “¿no tienes orgasmo?, yo no te escucho gritando lo suficiente, yo no veo que tengas squirt, cuando ni siquiera es una cosa que todas las mujeres podemos hacer” explica Armenta, “Cumplir las expectativas de alguien más va a ser muy difícil”.
La situación en pareja tiende a ser más difícil y para resolverla primero tiene que haber comunicación. Para Amapola su última relación fue un punto de quiebre, pues aunque fue a distancia, la presión por reaccionar como su novio quería era un agobio constante, aunque él no estuviera desempeñandose sexualmente, pues, la única interacción que tenían era a través de la videollamada.
“Las únicas dos o tres veces en las que él se dio cuenta de que yo no estaba pasándomelo tan bien cómo él, se enojó conmigo. Entonces me dije: ‘¿sabes qué?, calladita, no voy a decir nada’”. Actualmente, cuenta, tampoco intenta juzgarse tan duro a sí misma. “Porque sé que en ese momento lo estaba haciendo por salvarle el ego a él, cuando él ni siquiera estaba haciéndolo, lo estaba haciendo yo”.
Petunia, que también vivió una confrontación de su anorgasmia directamente con su pareja, decidió hablar con él de lo que vivía, “para que estuviéramos en la misma sintonía y que yo también pudiera decirle cómo me iba sintiendo”. Al final, la razón por la que ella decidió ir a terapia fue por el disfrute de ambos y de ella.
Armenta enfatiza que cualquier razón que detone el cuestionarse, el ir a terapia, es correcta. “Me parece que más bien todavía hay muchas personas que quieren lidiar solitas con esto. Y entonces ahí está bien fuerte. ¿Por qué? Pues porque solita difícilmente lo vas a hacer con un tutorial de YouTube”, dice.
Tanto para Armenta como para Navarrete gran parte de la solución se encuentra en la educación, especialmente en la temprana. Pues es ahí donde se pueden eliminar estereotipos que dañan la salud sexual. “Es importante conocer tu cuerpo, así, cuando lo quieras compartir con alguien, vas a saber cómo y dónde”, recalca Navarrete. Tanto los estereotipos, como la pornografía y la práctica regular de fingir orgasmos, dañan la relación personal con la sexualidad. “Esto lo único que hace es evitar la comunicación. Y sin ella, menos se va a lograr el orgasmo”
También está el papel de los medios de comunicación o la pornografía, pues conllevan el aprendizaje de estereotipos y estigmas. Armenta recomienda “seguir páginas de personas que se dedican a esto, que de verdad te hablan desde la ciencia, leerte un libro de alguien que es especialista también en estos temas regularmente, o lo ideal son sexólogos, sexólogas”. El desaprendizaje es un trabajo arduo.
Es urgente introducir el tema del orgasmo femenino en la conversación, pues como dice Amapola: “El placer de las mujeres normalmente está muy influenciado por opiniones ajenas… Para los hombres es más sencillo no sentirse agobiados por ese tipo de cosas”. Al normalizar hablar sobre esta disfunción, que es más común de lo que se piensa, quienes la enfrentan sabrán que no están sola y que hay soluciones.
El autoconocimiento es la clave para solucionar la anorgasmia. Valeriana habla de la resignificación que le dio a su anorgasmia: en algún punto, en su adolescencia, la denominó “su pena diaria”. “Había veces que terminaba haciendo cosas que me lastimaba para lograrlo”.
Actualmente dejó de pesarle. Ella dice que este resultado es consecuencia de su madurez emocional, de la reflexión de las cosas que estaba perdiendo por buscar el orgasmo: “No duermo el tiempo que debo dormir, salgo, tengo relaciones que no son de calidad, estoy poniendo en peligro, mi cuerpo, mi vida, mi integridad emocional, ¿no?”
La salud mental y sexual no son un proceso lineal, Petunia recomienda “ir trabajando de poquito a poquito y como una pueda y quiera”. “Siempre estar atenta de lo que tu cuerpo te dice y saber que o sea, irte conociendo en este aspecto sexual también tus límites. Y si estás en pareja, compartirlo porque es muy importante, la otra persona no puede adivinar qué es lo que nos gusta”.
Amapola recomienda aceptar que tu placer como mujer también es relevante y que el orgasmo no lo es todo al final. “Es como subirse a una atracción, como una montaña rusa o a un juego de Six Flags. Lo mejor no es cuando te bajas, lo mejor es, pues, disfrutarlo, el punto en el que estás arriba del juego”.
Es relevante que sin importar cuál sea la solución que se busque, sea de la mano de una especialista; desde un libro, hasta llegar a terapia. Cualquier razón para ir con una experta es la correcta. Como menciona Daniela Navarrete “Mientras más hablemos, mientras más normalicemos el placer, la masturbación, la autoexploración y demás, entonces habrá mujeres que sepan a cómo llegar, o que se vuelvan dueñas de su propio placer”.